Ayrton Senna25 años sin Ayrton Senna, la llama que se apagó demasiado pronto

El Gran Premio de San Marino de 1994 fue el escenario en el que la vida del ídolo de masas brasileño tocó a su fin. Su fallecimiento en carrera eclipsó el de Roland Ratzenberger, piloto de MTV Simtek Ford, el día antes en clasificación. El Circuit de Barcelona-Catalunya hará un homenaje a ambos pilotos con la ocasión del próximo GP de España.

25 años sin Ayrton Senna, la llama que se apagó demasiado pronto

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Publicado: 01/05/2019 09:30

9131 días han pasado desde que el mito brasileño nos dejase tras un desafortunado cúmulo de incidentes que culminaron con su fatídico fallecimiento en la curva de Tamburello, un accidente a más de 300 km/h que terminó por costarle la vida a sus 34 años. Tras de sí, Ayrton Senna dejó la categoría reina de forma repentina con 41 victorias, 65 pole position y 80 podios tras once años en lo más alto en Fórmula 1, con unos inicios humildes que le llevaron a reflejar su personalidad en la pista mientras que competía contra sus rivales sin ceder ni un solo milímetro.

Como cualquier piloto de primer nivel que se precie, Senna tuvo que lidiar con otros pilotos realmente talentosos que le pusieron las cosas realmente difíciles, si bien uno de ellos pasó a ser su mayor enemigo (en la pista): Alain Prost, un reputado piloto francés cuya trayectoria habla por sí misma que ya había ganado un título de campeón del mundo cuando el paulista todavía no contaba con un monoplaza capaz de pelear por este. El galo fue el contrincante con el que Senna mantuvo las batallas más intensas, las cuales ocurrieron incluso cuando ambos compartían equipo, extrayendo el máximo de todas y cada una de sus pugnas con ‘el Profesor’, con quien se reconcilió antes de que este dijese adiós a la Fórmula 1.

Los fríos números no son suficientes para expresar lo que supuso la irrupción de la leyenda que se proclamó Senna, con toda una nación detrás de él y una masa de aficionados que fue creciendo a medida que fue creciendo en el deporte, siempre apegado a la religión y con una visión de la categoría como la de ningún otro piloto. “Al ser un piloto de carreras, estás en riesgo constantemente” o “Si no intentas adelantar cuando tienes una oportunidad, dejas de ser un piloto de carreras” son algunas de las frases que él mismo manifestó y que le han representado desde entonces, prueba de sus dos lados y del respeto que Senna mantenía por la competición.

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Inicios prometedores

Con 24 años recién cumplidos, y a lomos de un Toleman TG183B, Ayrton Senna debutaba en su tierra local como piloto de Fórmula 1 de pleno derecho. Un problema en el turbo le privó de ver la bandera a cuadros en su primera carrera, por lo que tuvo que esperar hasta llegar a Sudáfrica para protagonizar una de sus habituales remontadas con un monoplaza que no estaba al nivel de los mejores. Arrancó 13º y cruzó la línea de meta en 6º posición, al igual que en Bélgica, donde partió 19º, aunque cuando se haría un hueco entre los grandes por primera vez sería en Mónaco.

Las calles del Principado, anegadas tras una fuerte e incesante lluvia, fueron testigo del talento que Senna sacó a relucir en mojado. El brasileño recuperó posiciones a marchas forzadas, aventajando en hasta cuatro segundos por vuelta a sus rivales bajo un aguacero que le hizo brillar como ningún otro piloto en parrilla, y cuando llegó a la altura de Prost, quien rodaba en la primera posición, fue cuando llegó el gran dilema. El francés realizó un sencillo gesto para que los comisarios se decidieran a detener en ese punto la carrera, con él como líder, ante los incesantes envites de un Senna al que muchos vieron como futurible ganador de aquel Gran Premio de Mónaco si éste hubiese durado tan sólo una vuelta más.

Primer salto

La primera pole position y la primera victoria llegarían inmediatamente al año siguiente, en el Gran Premio de Portugal, segunda prueba puntuable del año, cuando Senna pasó de pilotar para Toleman a hacerlo para Lotus, un equipo consolidado en la categoría que le ofrecía muchas más posibilidades de obtener buenos resultados.

A ese triunfo se le sumaría tan sólo un año más, en Bélgica, a pesar de haberse hecho con la pole en San Marino, Mónaco, Estados Unidos, Italia y Europa, donde la primera posición le fue esquiva por diversos motivos. Desde la lejanía y con 38 puntos que le sirvieron para terminar la temporada de 1985 en la cuarta posición, observó cómo Prost se proclamaba campeón del mundo por primera vez junto a McLaren, escudería británica a la que se uniría más adelante para hacerle frente.

Lado humano

El año siguiente fue prácticamente una repetición del anterior, con Prost añadiendo un nuevo título a sus vitrinas, al tanto que Senna ponía punto y final a su pertenencia a las filas de Lotus un año después para emprender la marcha hacia Woking a partir de 1988, después de que Piquet se alzase con el primero de sus tres títulos de campeón del mundo de la mano de Williams.

El Gran Premio de Mónaco fue, una vez más, el escenario en el que Senna cobraría un protagonismo inusitado, pero en esta ocasión lo sería por dos motivos muy diferentes. Como nuevo piloto de McLaren, conseguiría exprimir el MP4/4 al máximo y situarse como líder destacado de la cita monegasca, después de haberse hecho con la pole en el día anterior por casi un segundo y medio de ventaja con respecto a Prost, su entonces compañero de equipo. Todo parecía ir sobre ruedas para él, apuntando hacia otra gran actuación que culminaría con una victoria, pero todo se torció en la vuelta 67.

Su ímpetu por demostrar su sobrada superioridad durante toda la prueba llevó a impactar contra las protecciones y poner fin de ese modo a su participación en la misma, para asombro de sus rivales al pasar por el punto en el que había abandonado, así como de los comentaristas en las diferentes televisiones que retransmitían el evento. No obstante, en Japón daría la vuelta a este revés para convertirse en campeón del mundo, no sin antes dar muestra de su estilo de pilotaje: aunque arrancaba desde la pole nuevamente, Senna perdió posiciones y fue cayendo en parrilla, pero una remontada heroica le sirvió para alcanzar la gloria a falta de una carrera para el término de la temporada.

Rivalidades que marcan una época

La década de los ochenta iba a concluir con una de las batallas más apasionantes de la historia de la Fórmula 1, según los aficionados. La supremacía de McLaren con respecto a sus rivales, con Prost y Senna como pilotos de éxito más que confirmados, iba a provocar que fueran los únicos en tener opciones de título, una coyuntura que disparó la tensión de forma interna hasta niveles inesperados.

Suzuka iba a acoger una de las pugnas más representativas de las que mantendrían ambos a partir de entonces: un toque entre los dos provocaba que su carrera se detuviese en una de las escapatorias del circuito nipón, algo que Senna no iba a permitir de ninguna de las maneras. Raudo y veloz, se reincorporó a la pista con ayuda de los comisarios para terminar venciendo, pero la posterior protesta de Prost en los despachos anuló esa victoria con una descalificación más que polémica, una descalificación que daba en este caso el título de campeón al francés.

A pesar de este suceso, la redención de Senna llegaría al año siguiente, una vez más en el mismo Gran Premio, aunque no hizo falta siquiera una sola vuelta de las 53 para que el futuro tricampeón se alzase con su segunda corona. El McLaren MP4/5B de Senna y el Ferrari 641 de Prost se enzarzarían tras recorrer los primeros metros en lo que supondría un doble abandono por parte de los dos, dando por terminada así la lucha en la búsqueda del título, el cual cayó esta vez en manos de Senna.

Reconciliación al fin

Mientras que Senna conseguía el último de sus tres títulos mundiales, el último año de Prost en Ferrari iba a preceder a su salida de la categoría reina en 1992, cuando Williams y Nigel Mansell revolucionarían la Fórmula 1 mediante la utilización de una suspensión activa realmente novedosa para la época.

Sin embargo, el galo no iba a poder resistirse a ver los monoplazas rodar desde la barrera y terminaría por regresar en 1993, precisamente con Williams, para tocar la gloria junto a la formación de Grove en Fórmula 1 por última vez antes de retirarse de forma definitiva. La escena que pasaría a los anales de la categoría reina sería la de Senna y Prost, dos de los grandes campeones y a la vez mayores rivales de la época, fundidos en un abrazo en el podio del GP de Australia con el que la temporada tocaba a su fin, con Damon Hill como espectador de lujo en el tercer cajón del podio.

Lo que ocurrió en la siguiente temporada ya es historia: Ayrton Senna abandonó Woking tras seis años en la fábrica anglosajona para dirigir sus pasos hacia Williams, en un intento de sumar algún que otro título más a su colección personal, pero en tan solo tres carreras de aquel trágico 1994, la desdicha se cebó con él en Imola.

Fotos: Wiki Commons

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