Alonso no vuelve
Medidas desesperadas. Esa sería la causa única por la que el asturiano estuviera de vuelta en la F1, pero no suyas, sino de algún equipo. Si no ocurriera esto, Fernando Alonso Díaz no volvería a pisar el paddock de la Fórmula 1 al menos como piloto titular, apuesta tu dinero.
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Publicado: 09/08/2019 13:30
El mercado de pilotos no atiende a emocionalidades, pasiones, ni simpatías. Sus normas y reglas las marcan tres elementos básicos: el dinero, la política y las capacidades de cada cual. Cuando se ficha un piloto en cada equipo se sientan ingenieros, directivos, socios y a veces hasta accionistas, y votan los pros y contras de fichar a un determinado piloto. El “como es muy rápido, vamos y lo contratamos” no es siempre la causa de que uno u otro acabe vestido de unos colores concretos, y para entender estos mecanismos hay que comprender sus reglas.
Regla número 1, ley básica y eje cartesiano del todo: un piloto de carreras ha de ser rentable. Los equipos de F1 son empresas, compañías, entidades administrativas que están montadas para ganar dinero. Si contratas a un piloto por veinte millones al año y te aporta cero de la que llega u obtiene cero puntos a final de año te has cubierto de gloria, directivo. Una de dos: o el carrerista trae un maletín cargado de dinero ya sea como aportación al equipo o como patrocinios adjuntos a su figura, o trae un bagaje de calidad atesorado por años de logros y ratios de puntuación diversos que aseguren —no que garanticen— resultados netos a final de año en forma de puntos acumulados.
A partir de que los responsables deciden que hay que cambiar a alguno de sus soldados los que toman las decisiones sacan una retahíla de estudios, tablas de Excel, baremos y sesudos análisis acerca de la aportación financiera, deportiva, mediática, publicitaria y de los índices de ayuda al equipo desde el punto de vista técnico. Esto suele ser revisado con lupa y confrontado con los pilotos en activo, por si mejoran el panorama ya conocido. Al final de este proceso, y si el candidato resulta prometedor, llega el momento político, algo que no sale en los periódicos, pero tiene un peso fundamental en este tipo de cosas. Un ejemplo perfecto de cómo fenecer por estar del lado equivocado es Kevin Magnusssen. El danés arrancó su carrera deportiva en la Fórmula 1 como un pura sangre aquel domingo melboureño de 2014. Su primer y único pódium le llegó el día de su estreno, hizo tercero y promovió a segundo tras la descalificación del Red Bull de Daniel Ricciardo. Sobran dedos de una mano para contar estrenos con semejante brillo. El problema pequeño es que a partir de ahí no volvió jamás a pisar madera y aquella temporada los coches de Woking fueron de mucho a bastante menos.
El problema gordo, el de Magnussen, es que su valedor era Ron Dennis y no el resto de la junta directiva de su formación. A sabiendas de que Alonso llegaría al año siguiente fichado por p€tición de Honda, uno de los dos pilotos de aquella temporada tendría que salir por la puerta. Jenson Button obtuvo más del doble que su compañero danés, pero ya barajaba la retirada cuando, y contra todo pronóstico, fue renovado para 2015. Jenson era el pasado de McLaren y Magnum suponía ser el futuro, pero al final de la temporada quedó apeado de la titularidad.
Lo que había pasado es que cuando todos aquellos señores trajeados se reunieron, a Ron Dennis querían picarle el billete y la mayoría votaron contra la renovación de Kevin como forma de sopapo en los morros de un Dennis en horas bajas. Magnussen pagó los platos rotos de otro, al año siguiente corrió una sola carrera como banquillero, y le vino Dios a ver cuando fue repescado por Renault en 2016 porque su concurso podría haberse quedado ahí. La jugada, a todas luces política y nada deportiva, refleja el poco valor que tienen con frecuencia los pilotos para los que deciden. A menos que seas un peso pesado, y de esos no hay media docena en la parrilla, tú no vales lo que valga tu última carrera, sino lo que valgan tus padrinos.
Cuando Noemí de Miguel, la reportera dicharachera de Movistar preguntó al Doctor Marko en el pitlane de Hungría acerca de que si ficharían a Alonso en sustitución del poco lustroso Pierre Gasly, la respuesta disparó los sismógrafos del centro zonal de detección que hay en el centro de Budapest. Aquel “no”, ese único adverbio formado por tan solo dos letras, encerraba dentro toda una historia. Nadie que tuviera dos dedos de luces hubiera apostado por el fichaje de Alonso por Red Bull porque aquella afirmación, desparramada por un medio italiano, tenía tanto sentido como que el Papa de Roma participase en un concurso de reguetón playero vestido con el uniforme del Unión Deportiva Almería.
"Tenía tanto sentido como que el Papa de Roma participase en un concurso de reguetón playero"
Tras disiparse el humo de la veintena de canutos seguidos que tuvo que fumarse el que esto afirmó, se podría ver la realidad, y la realidad invita poco o nada a pensar que este movimiento pudiera llevarse a cabo. Cierto es que ALO está técnicamente en el desempleo formulaunísticamente hablando y por lo tanto está disponible, y que Gasly está lejos de rendir de una manera satisfactoria. Si añadimos la calidad que atesora en sus manos el de Oviedo tenemos las tres razones que invitan a pensar que esto es una posibilidad que alguien pudiera plantear. Pero la lista de elementos de juicio que ayudan a pensar lo contrario es larga, muy larga.
Para empezar, y tratando en el plano financiero, el asturiano pide sueldo de campeón. Desde que lo fue, allá por 2005, se sabe que lo mínimo que ponía en su nómina fueron los 12 millones de dinero en pasta que le pagaron en McLaren durante su último año en activo. No es menos cierto que también contaban los 28 del valor que el equipo aportó en forma de pegatinas de Kimoa para completar los 40 que pillaba cuando Honda pagaba el resto, pero aquello fue circunstancial, pide más. En Red Bull son bastante conocidos por ser bastante rácanos a la hora de emborrizar en billetes a sus pilotos, y les suelen pagar alrededor de un 40% en nómina y el resto se lo dan de acuerdo con los puntos logrados; tanto ganas, tanto te llevas. ¿Llegar a un ‘apaño’? Solo si los dos tienen la necesidad.
El segundo problema, filosófico, es que los de azul jamás han adquirido a un piloto a golpe de talonario, tan solo a Mark Webber y David Coulthard y fue porque la estructura redbuliana no estaba lo definida que lo estuvo más tarde. Formaron a muchos pilotos pagando sus carreras deportivas… pero la autoescuela de Marko está congelada y tienen tan poco de bueno que su última jugada fue recuperar al defenestrado Kyvat, porque la caja de recambios se les había quedado tiesa. Si el devoraniños se harta de Gasly siempre tienen a un excelente Alex Albon, o hasta al propio Kyvat, que este año y por segunda vez en toda su historia, le ha regalado un pódium al equipo de Faenza.
En el plano político se sabe que ALO ha mandado al cuerno a los Blues Brothers varias veces. Adrian Newey puede estar fritito por trabajar con él, a Horner le da igual uno que otro, Marko no es especialmente un simpatizante pero si estuviera en un aprieto le abriría la puerta sin duda alguna, pero el que decide estas cosas al final es Didi Mateschitz, el amo del cortijo. A finales de la primera década de este siglo Alonso deslumbraba, brillaba, levitaba al caminar por el paddock; no en vano fue el tío que jubiló a Schumacher, y uno de sus mayores fans por la carga de sublevación y revolucionariedad que llevaba a cuestas Fernando era Mateschitz. Le quiso fichar varias veces, y tras tantos noes, dijo “vale, pos a chorrarla”, y esa pareja no solo no funcionó sino que hay quien afirma que entre ellos ’no se entendieron’… y las simpatías se evaporaron. No es una puerta cerrada a cal y canto, pero desde luego abierta de par en par no está. Ya no.
Eso sin contar la ‘incompatibilidad de caracteres entre él y Honda. No hay nada certificable en esto, pero que ninguna de las dos partes quieren saber de la otra es obvio; nadie ha quedado como embajador de la marca, ni los acuerdos amistosos se han extendido en el tiempo. Tanto es así, las evidentes trifulcas y el ruido de sables llegó a ser tan escandaloso, que en el proyecto Indy de McLaren los de Honda dijeron “ni mijita”, y ambas partes jamás se volvieron a mezclar aunque se necesitasen y el matrimonio fuera lógico. Con ALO la cuenta es la misma. ¿Alguien se imagina a estos dos juntos y en un equipo que no garantiza victorias? Ya lo vimos y mira como acabó. Portazo en la cara… mutuo.
El último plano, el deportivo, es el definitivo. Red Bull ha conseguido este año ser el único equipo, con el único coche y el único piloto que ha batido a Mercedes. Han sido dos veces y media, si por media le damos la pole en Hungría y una vicevictoria, no en vano Max Verstappen tenía ganada la carrera hasta dos vueltas antes del final. Tienen un coche que puede ganar, al menos de forma puntual, a Mercedes, y un piloto que puede superar a Lewis. La pregunta es: ¿necesitan a alguien que le moleste? Queda claro que en toda escudería hay una jerarquía con un primer piloto y un segundo. ¿Querría Alonso ser el escudero de Max? ¿Aceptaría Verstappen serlo de Fernando? ¿Necesitan una guerra civil interna como cuando Webber quiso aspirar a lo que tenían programado fuera para Vettel? ¿Qué pasaría si a uno de ellos se le rompe o atasca el Multi-21? Una guerra interna entre Max y ALO haría parecer una piñata cumpleañera a las Guerra de Irak aquellos problemitas entre Webber y Vettel, y en Milton-Keynes saben que aquello solo conduce a poner en peligro lo que ocurra sobre la pista.
No, definitivamente, en Red Bull no tienen ni la propuesta al bicampeón encima de la mesa. Ojo, y eso antes de preguntarle a él. Que si quiere o no quiere volver, con un coche que sabe que de entrada no es ganador a pesar de sus posibilidades, que si ya hay un ogro dentro de su box como ya le pasó en 2007… El que dijo que iba ocurrir esto, que se vaya a su camello y le pida más de lo mismo.
En el caso de que al de Oviedo le entrasen ganas de retornar, lo haría solo a un coche ganador, y a día de hoy solo hay dos coches y medio a los que se pudiera tildar de esto. En esos equipos ya tienen una estructura similar a la de Red Bull, una con un hexacampeón a finales de año que van a tener que sacar de ahí los GEO, o en Maranello con un tetracampeón con contrato, y un Leclerc que lleva escrito en la frente “soy vuestro futuro, cavallinos”. ¿Volver? ¿Alonso? Echa cuentas. A mí no me salen, aunque con un mes hasta Spa y sin actividad en pista vas a tener a miles que digan que sí. Que el aburrimiento es muy malo. Tú verás si les haces caso.