Alpinaturas pendientes
Las legendarias cajas de lápices de la marca Alpino han mutado a cuenta del cambio climático. Las montañas que salen en su cubierta han ido perdiendo la nieve y ahora las blancas cumbres de las montañas del fondo son más áridas y rocosas.
17 min. lectura
Publicado: 12/07/2024 12:00
Al equipo de carreras de nombre parecido le está pasando un poco lo mismo. Da la sensación de que a la gente de Enstone le ha sentado solo regular el cambio climático, que debe haber dejado a Luca de Meo como al ciervo de los lápices. En el lugar por donde quería deslizarse con su escudería de carreras, Alpine, ya no hay nieve sino pedruscos de los que hacen daño en los pies al mismísimo Chuck Norris.
No es fácil que el producto emanado de una crisis acabe triunfando, y tras unos resultados de orden descendente, las jugadas empiezan a dejar ver cierto desespero en ellas. La última de todas, el refichaje de Flavio Briatore, es una.
Si quieres enfrentarte a los grandes, has de gastar como los grandes, y la idea no parece pasar por ahí
De Meo es un excelente ejecutivo de marcas automovilísticas, está revolucionando a Renault por dentro, y muchos apuestan por la firma. Incluso sus acciones en bolsa han duplicado el valor desde 2020 para acá. Sin embargo, en la Fórmula 1, parece andar algo perdido.
No es que la mano que mece la cuna sea torpe, sino que la F1 es un negocio nada fácil, y alejado de donde él domina. Es distinto a todo, requiere de cuidados intensivos permanentes, y respira en un ecosistema necesita de depredadores muy concretos, so pena de naufragar, o lo que es aún peor: ser devorado.
Los antecedentes industriales
La marca Renault, propietaria de la escudería desde que la compró Carlos Ghosn, las pasaba canutas en 2020. El Covid les apretaba el gaznate a base de bien, y de acuerdo con el gobierno francés, propietario por entonces de algo más del 20 % de la compañía, acometieron un plan de choque. Chapar alguna fábrica, despedir a 14.000 empleados, y recibir 4.900 millones de euros en ayudas públicas. Era una crisis de orden mayor.
En el plan, entró recuperar a la firma Alpine, una firma de nicho a la que De Meo decidió convertir en el departamento premium y alma deportiva del grupo. En cierto modo, Alpine pasaría a ser el equivalente al departamento Q de Aston Martin, el M de BMW, los RS de Audi, o el AMG de Mercedes. Lo que tocase la varita mágica de Alpine, sería mejor y se podría vender más caro.
De esta manera, y por aquello de meter la firma en el imaginario colectivo, la escudería de carreras adquirió ese nuevo nombre, Alpine, y como estandarte mediático ficharon a Fernando Alonso. El asturiano pensó que donde iba a estar mejor que en el equipo que le había hecho campeón, así que de esta guisa decidió volver tras dos años de exilio en la resistencia y el Dakar.
Hacía falta algo más
Su problema fue que el único gran cambio que sufrió la formación fue el primer piloto. A mismo equipo, mismo coche, y con iguales mimbres… resultados afines. Con una situación comprometida del principal pastaponedor, no llegó un simulador nuevo o un flamante túnel de viento como si está llegando a Aston Martin. Tampoco fichajes de ingenieros de renombre. No hubo mejoras tangibles ni en Enstone, ni en la fábrica de motores de Viry-Chatillon. Si quintos acabaron en 2020, quintos fueron en 2021, y algo mejor, cuartos, acabaron en 2022.
En el bienio alonsista, el de Oviedo logró un solitario pódium en Qatar durante la primera temporada, mientras que su compañero recabó una victoria en Hungría de ese mismo año. Desde entonces todo ha ido cuesta abajo. En 2023 Esteban Ocon y Pierre Gasly lograron un pódium cada uno, pero el equipo bajó a la sexta plaza, y este 2024 andan octavos.
Los vaivenes de directivos, las dimisiones, los despidos de responsables de áreas, cargos que duran apenas meses denotan el avispero en que se han convertido los despachos de Enstone. Cyril Abiteboul, Alain Prost, Otmar Sazfnauer, Alan Permane, o Marcin Budkowsky han sido nombres de peso que ya no están, aunque ha habido más figuras caídas. Los sillones en el rectorado del equipo se han convertido en un toro mecánico que ha ido remitiendo al aire a uno tras otro. Con el aserradero de cabezas funcionando a toda máquina, es complicado marcar una línea clara y reconocible.
Medidas extremas
La solución a la desesperada para encarrilar el tren ha sido echar mano de Flavio Briatore. Amado y odiado a partes iguales, es uno de los amaestradores de las pirañas que pululan por el paddock. El cargo es consejero ejecutivo, y eso, muy probablemente quiera decir haz-lo-que-sea-necesario-para-que-esto-funcione.
Flavio ha pasado de su apartamento en Mónaco, a meter la mano por detrás en el polichinela que menea las cosas en Alpine. Muchos han visto en el anuncio de renovación de Gasly sus manos, un reflejo de «aquí funcionan las cosas». Con Esteban Ocon despedido para 2025, la siguiente jugada ha sido tocar a Carlos Sainz. El madrileño sigue sin equipo para el año venidero, lo que le sitúa como el piloto más apetecible en un mercado limitado.
En Red Bull no parece que piensen en él. Con un Max Verstappen que ha barrido dudas, y un Checo Pérez renovado por dos años, muy mal se le tiene que dar al mexicano —y bien no se le está dando—, para que no se cumpla el acuerdo. Todo hace pensar que el Plan B azul pasa por Daniel Ricciardo, y Sainz no entra en los planes.
En Mercedes, Sainz sería perfecto, pero si la cosa estuviera clara esto se habría anunciado ya. Carlos parece estar a la espera de acontecimientos, con la caña puesta. Mercedes piensa en Andrea Kimi Antonelli, y muchos se echan las manos a la cabeza porque en Fórmula 2 las cosas les van solo regular. Los patrocinadores pequeños leen en Twitter estas cosas y se asustan, pero los bien informados saben que el carril que pillará el italiano no es el de los resultados. Apadrinado por Toto Wolff, llegará con casi toda probabilidad, por otro tipo de cuestiones. Es una apuesta como la que se hizo con Max Verstappen. Sus resultados no fueron espectaculares, pero su evolución sí.
Sainz no está descartado, pero que no se haya anunciado ya, solo indica que esta posibilidad no está del todo clara. Si no viajase a Brackley, tendría que elegir entre pocos, y no los más deseables. Alpine y Williams son los más atractivos, y si en el segundo querían anunciar el fichaje de Carlos en el Gran Premio de España, la presentación de credenciales de Alpine requiere de detallar un poco más su situación.
Posible venta
El rumor, desmentido por Bruno Famin —actual rector de Alpine—, es que el equipo podría venderse. El plan que rueda por ahí pasa por traspasar la escudería y dejarle unas pegatinas por encima como hacía Alfa Romeo con Sauber. Algo de pasta encima de la mesa, mantener el nombre que siempre viene bien, pero no asumir los millonarios costes de una escudería.
Si quieres enfrentarte a los grandes, has de gastar como los grandes, y la idea no parece pasar por ahí; no se dispone de esa regadera dineraria. De ese detalle y de forma genérica, no es sorprendente que los resultados hayan sido parejos a lo que ya había. La canción es conocida: mismos medios, iguales resultados. Si la formación se pusiera en venta, De Meo haría caja a lo grande —hablamos de muchos cientos de millones si no miles—, y podrían ocurrir varias cosas con la jugada.
La entrada de nuevos actores, algún grupo chino o árabe. Andretti mataría por pillar la franquicia, pero con Cadillac de por medio, todo seria complicado. Con dinero de General Motors, logotipo de Renault, una marca americana… es malo de encajar, sobre todo cuando la factura se te puede ir con facilidad a los 1.000 millones de euros a cambio de la propiedad.
Pero la clave de todo, dineros aparte, son los motores. Renault construye hoy los motores menos deseados de la parrilla. Solo Alpine los usa, no son los más eficientes, sus días de gloria quedaron muy atrás, y se sabe que desde hace años las instalaciones están subfinanciadas, tienen poco personal, y están lejos del grado de eficacia del resto. Si a esto sumamos que en 2026 hay motorización nueva, y esto requiere más inversiones y más personal, volvemos a tropezar en el mismo pedrusco.
Los franceses se niegan a gastar más en esto, y prueba de ello fue aquella reunión fallida en la que los mandamases de Red Bull salieron cabreados. Cuando luchaban contra Mercedes por los primeros títulos de la era hibrida, se dieron cuenta de que sus motores estaban muy por detrás de los que gastaba Lewis Hamilton. Fueron a pedirle inversiones al capo de Renault de entonces, Carlos Ghosn, y les dio con la puerta en la cara. El resultado fue que los japoneses de Honda sonrieron. Acto seguido, llegaron victorias y títulos para los nipones, y nada para Renault.
En el rumor de posible venta de Alpine, entraba la posibilidad de abandonar el costoso desarrollo de los nuevos propulsores, y dejar vegetar un tiempo a la fábrica de motores en espera de mejores tiempos. De ahí que se dijera que Luca de Meo estuviera en la búsqueda de otro material, ya fueran Mercedes, que dicen querer trabajar para más, u Honda, que afirman que solo irán de la mano de Aston Martin. Ferrari es otra posibilidad, o quién sabe si los nuevos propulsores que ha desarrollado Red Bull Powertrains… No dejaría de ser irónico que Red Bull acabase poniendo motor a Renault.
E un mundo difficile
Al final del final, es una mera cuestión de dinero, y aunque a Luca le sonría el destino desde que tomó las riendas de la Renaulution, no dispone del dineral que cuesta crecer; de tenerlo, ya se lo habría gastado.
Es, como diría Tonino Carotone en su copla, «E un mondo difficile». El equipo cuesta una locura, los que lo quisieran comprar lo tienen complicado, para hacerlo crecer es necesario meterle un dineral del que no se dispone, y no se sabe si los motores tendrán que ser adquiridos a un proveedor o los que estén disponibles, y de cuño propio, son poco deseables.
Luca se ha comprado una caja de lápices Alpinos —léase, un Flavio Briatore, que es transalpino—, para dibujar un horizonte diferente en una fuente de dolores de cabeza. Flavio anda cerca de los 75 tacos, no está como andar traqueteando de circuito en circuito, y al igual que en las cajas de lápices, las montañas por las que en otro tiempo surfeó a sus anchas, ya no tienen tanta nieve.
Aquí tampoco tenemos la solución, pero sea cual sea, va a resultar un enorme reto para Luca, Flavio y hasta Carlos Sainz si acaba recalando en esta orilla. La decisión del triganador de grandes premios ha de albergar todo esto en el cajón del debe, antes de firmar sobre la línea de puntos que alguno daba ya por hecho. Pilotos aparte, El Club de la Piraña devora a sus hijos más despistados, y en Alpine han estado algo perdidos durante un tiempo.
Criterio alternativo
Bernie Ecclestone decía de Flavio que sabía distinguir entre lo urgente y lo importante. Y que si Ron Dennis se gastaría 300 millones en intentar ganar el título y para ello hipotecaría su casa, Briatore lo lograría solo con 100. El italiano es un agitator de hombres, como se decía de sí mismo Enzo Ferrari, aunque la F1 a la que llega no es ya la misma que lo echó a patadas cuando el desagradable jaleo de Singapur 2008.
En todo caso, ojalá den con el camino de vuelta a la zona noble; Williams está en ello, y McLaren lo consiguió, y eso siendo clientes. Que busquen en su manual de instrucciones, y que apliquen las mismas recetas. Hay varias y bien visibles: asesinar egos, apuntar todos en la misma dirección, ser autocríticos, olvidarse de políticas internas, hablar claro desde el principio, ser honestos… Hay más. Tienen lápices; que apliquen el sacapuntas.
Fotos: Motor.es | Alpine