Virutas F1Alpine implosiona

La erupción del volcán Krakatoa, un domingo del verano de 1883, se llevó por delante dos tercios de la isla a la que daba nombre. En Alpine parece haber ocurrido lo mismo, y el estallido ha dejado todo perdido de escombros. Vamos a recogerlos, cuentan cosas.

Alpine implosiona
Alpine no pasa por un buen momento.

12 min. lectura

Publicado: 01/08/2023 14:30

De puertas afuera, la espoleta que hizo saltar todo por los aires, parece que fue el doble abandono de sus coches en la primera curva del Gran Premio de Hungría. A partir de ahí fueron ocho días tumultuosos, la Semana Fantástica en el departamento de Recursos Humanos de Alpine.

En apenas ocho días hicieron las maletas el CEO de la compañía, Laurent Rossi, el director de la escudería, Otmar Szafnauer, su director deportivo, Alan Permane, y su director técnico, Pat Fry. Esto no suena a reorganización, sino a visita de los Tedax, y refleja que el estallido no ocurrió en Enstone, sino en las oficinas centrales de Renault.

El fichaje de emergencia de Pierre Gasly fue una adquisición de circunstancias que tampoco era lo que les hubiera gustado

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De puertas para adentro, y según los artificieros, esto ha sido más propio de una bomba de relojería y la caída venía de antes. El rostro de Luca de Meo, debió ponerse rojo incandescente esta semana atrás y gritó un «todos a la calle», y el incidente húngaro y la imagen proyectada no fue más que la gota que colmó el vaso. Una señal de que el tema venía de lejos es que De Meo apenas pisaba las pistas de un tiempo a esta parte.

Si montas un circo para brillar y no brilla, no vas a su carpa en la que no tendrás medalla que colgarte. Esta es la primera idea que salta a la cabeza, aunque por otro lado, si hay tensiones con la gente a la que tienes que dar la mano, saludar, y sentarte a comer a su lado… pues te lo piensas dos veces. Es una señal. En la F1 es con frecuencia más importante lo que no ocurre que lo que sí pasa.

El futuro de Alpine no se ve demasiado claro en este momento.

El presidente de la compañía matriz, Renault, acogió con ilusión el tener una plataforma de promoción extraordinaria como es una escudería de Formula 1, pero no a cualquier coste. El italiano llegó a La Regie en uno de los momentos más delicados de la historia de la marca del rombo. El estado galo tuvo que poner 4.900 millones de euros sobre la mesa para reflotarla, y asumir el despido de 15.000 trabajadores.

A Luca le crecieron los enanos cuando estalló la guerra rusoucraniana. Se vio obligado a negociar, con el gobierno de Putin, la venta de su fábrica de Moscú a cambio de un euro a cuenta de los embargos internacionales.

De forma paralela, el relanzamiento de la marca Alpine está tardando en llegar, y si nombre tiene, gracias al equipo, producto y beneficios no tanto. El Covid descuadró cuentas y previsiones, aún no se han recuperado las cifras de ventas previas a la pandemia. Dicho de otra manera: a día de hoy los beneficios obtenidos están muy lejos de compensar los gastos e inversiones.

¿Inversiones?

Un equipo de Formula 1 cuesta una locura. Desde el primer día es un pozo sin fondo al que echar montañas de billetes con un bulldozer. Y lo que es peor: si quieres ganar, necesitas dos, dos bulldozers.

La Renault devenida en Alpine no brilla desde hace años. Ni siquiera la llegada de Fernando Alonso, el hijo pródigo, le cambió la color. Quintos fueron en 2020 con Daniel Ricciardo como primer espada, quintos fueron cuando aterrizó el asturiano, y quintos quedaron el año en que tarifó. De cara a la galería nada ha cambiado, si acaso justo es anotar una victoria a manos de Esteban Ocon, bien ganada y merecida, pero lograda en circunstancias muy especiales.

Hay dos hilos de los que tirar para entender qué ha pasado: el económico y el humanotécnico. Estar en la F1 puede traer beneficios por el mero hecho de sacar los coches al asfalto cada domingo, pero si quieres obtener algo a cambio necesitas elevar tu listón. El problema es que con el cambio de denominación no llegaron otros cambios necesarios, esto es, vía aportación dineraria extra.

Alonso aterrizó y trajo en la mochila una experiencia superior y eficiencia extra. Pero si no traes un nuevo túnel de viento, tu simulador es obsoleto, no amplías la plantilla de forma notable y realizas inversiones, ocurre lo que ocurrió: prácticamente nada. Si elevas el nivel de tus pilotos, pero no el del equipo, el porcentaje de calidad que añades se disipa.

Que a nadie escape un pequeño detalle bastante esclarecedor: nadie más que Alpine usa los motores de Alpine. Los que hicieron los propulsores que llevaron a Alonso al bicampeonato o a Vettel a sus cuatro títulos, no pueden ser tan malos como algunos quieren hacer pensar. Ahora se andan doliendo para que les permitan elevar la potencia e igualarse con el resto. La petición marca la señal inequívoca de que tienen limitaciones, y esto lo apuntala el presupuesto que manejan.

Los motores no solo se hacen deseables por su capacidad presente, sino también por su proyecto de futuro, líneas de desarrollo, y medios técnicos involucrados. Cuando un hipotético cliente pone los pies en la factoría de Mercedes HPP las dudas que albergue se le disipan rápido. Lo que quinca el visitante es una factoría ultramoderna, y aunque ya sabe que esos motores son buenos, percibe que con toda seguridad serán aún mejores. En Viry-Chatillon llevan años de retraso a ojos vista con respecto a los demás, y no se trata de desconfianza sobre lo actual, sino de proyección.

Alpine lleva años manteniéndose en mitad de parrilla, a pesar de que su objetivo es ganar carreras y títulos.

Corre el rumor que el presupuesto en I+D es tan apretado, que el ‘túnel de viento’ del turbo apenas lo arrancan, debido a los altísimos costes relativos al consumo de energía que genera. Los turbos requieren una especie de túnel de viento específico, y el aire ha de calentarse a unos 1.000 grados para poder recaudar datos fiables. Eso cuesta una locura, y cuentan que en esta asignatura van por detrás del resto debido a que no se lo pueden permitir. Si esto fuera de otra manera, con toda seguridad los resultados serían otros.

En el otro negociado, el de la gente, ocurrieron cosas extrañas estos años. Llegó Laurent Rossi, y echó poco menos que a patadas a Alain Prost. El tetracampeón francés, bandera y símbolo nacional, no tenía sitio en el único equipo francés del mundial, y cuyo himno suena (sonaría) cuando ganan carreras. «Es que estaba de adorno», dicen desde el fondo. Es posible, pero a veces los adornos son necesarios o vienen bien; es peor no tener adornos o que sí que los tengan otros equipos y tú no. ¿Un ejemplo? Niki Lauda en Mercedes. Ahora el francés tira con bala al que considera responsable de todo: Laurent Rossi, al que tilda de chulo, enterao, y maleta.

Por otra parte, el incidente Piastri le costó el puesto a la abogada del equipo, otra víctima que cayó por el camino, con la no llegada de un piloto que ahora brilla en otra formación. El fichaje de emergencia de Pierre Gasly fue una adquisición de circunstancias que tampoco era lo que les hubiera gustado. La jugada se suma a la retahíla de movimientos fallidos, indeseados, accidentales y a fin de cuentas que no han mejorado el panorama. Es lógico que a Luca de Meo se le calentara el bolígrafo de firmar finiquitos. Su problema ahora es que largar a gente tan señalada es un volver a empezar, reiniciar muchas cosas.

Un equipo deseable, que crece o pretende hacerlo, que va a más, es un imán para la gente. Pues en Enstone les cuesta trabajo dar con técnicos, y en lugar de llegar nombre de cierto calado, parecen salir de allí escopetados. No es un equipo al que la gente se mate por ir, como si lo es Aston Martin. Los de verde empezaron la temporada de forma explosiva, y ahora parecen quedarse en un lugar más lógico, y acorde con lo que se pudiera esperar. Sin embargo, hay procesiones de ingenieros enfilando hacia Silverstone. Esto no ocurre en otros sitios, y la clave reside, en las proyecciones de futuro, status venidero, y lo que se espera que ocurra.

Cambiar esto, reorganizar la cúpula directiva tras tanto despido, supone tiempo. Y más dinero. No se trata de unos pespuntes aquí o allá, sino de una cirugía mayor. Eso, o ponerse a tiro de que llegue un Andretti o un grupo inversionista, y venderle los trastos a cambio de un enorme pellizco. Carlos Ghosn compró Lotus barato, y ahora De Meo puede vender Alpine muy caro. Con el cambio de nombre se ganó una posibilidad de que si ocurría esto: los que salieran por el foro no sería Renault, sino Alpine, la marca matriz no sufriría desgaste mediático, y probablemente seguirían en la competición aportando motores.

Luca, piénsatelo. O busca un Flavio Briatore, un tipo con la cabeza necesaria, porque todo este jaleo no ha sido más que un problema de liderazgo. Cuando eso falla, llegan los volcanes, y aún no existe bombero que logre apagar uno.

Este artículo trata sobre...

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