Así ganó Binotto la batalla a Arrivabene y por qué Mercedes debe preocuparse

Maurizio Arrivabene no será recordado con cariño en la Fórmula 1 por su estilo de gestión y trato con la prensa. Mattia Binotto propuso un modo distinto de hacer las cosas, convenciendo a Sergio Marchionne del cambio antes de su inesperado fallecimiento.

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Publicado: 11/01/2019 13:30

Ferrari siempre será Ferrari, dicen. Salvo que esté gobernada por un menudo francés llamado Jean Todt. En ese caso el resultado es un equipo perfectamente sincronizado que actúa con la precisión y efectividad propias de un reloj suizo. La historia de la Scuderia Ferrari está plagada de pasión y éxito, pero sobre todo de política, guerras internas y una gestión al más puro estilo latino, si hacemos caso del tópico. “Cuando Ferrari se italianiza, es imposible que funcione”.

Y cierto es que la historia da la razón en la mayoría de los casos a quien acostumbra a utilizar esa justificación para explicar lo que le sucede a Ferrari desde que Jean Todt, Ross Brawn y Michael Schumacher abandonaran la Scuderia tras un periodo de cinco campeonatos de pilotos y seis de constructores consecutivos. “La Ferrari de Jean Todt no era la de verdad, el caos es lo que nos define”, dicen muchos ahora con cierta resignación.

Desde entonces, sólo un título de cada ha caído en manos de los italianos (dos de constructores si somos estrictos y sumamos el de 2007 que McLaren perdió a consecuencia del Spygate). Diez años desde el último por equipos, once desde que Kimi Räikkönen se coronara campeón vestido de rojo.

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Sin duda la época de Stefano Domenicali fue plácida en cuanto a política, pero sencillamente aquel grupo no tenía lo necesario para vencer a Red Bull. O, mejor dicho, Stefano no fue capaz de sacar lo mejor de aquel equipo repleto de nombres que, antes y después de aquello, tuvieron éxito.

La presión que sufre Ferrari cuando no gana aumenta cada año que la Scuderia pasa en blanco.

La posterior llegada de Marco Mattiacci ya hizo presagiar que iban a volver las costumbres de antaño y, con su rápida sustitución por Maurizio Arrivabene, la situación terminó de virar hacia tiempos pasados. El exdirectivo de Marlboro tenía un estilo de gestión que, según cuentan quienes lo vivieron en primera persona, se basaba en la intimidación y la exigencia desarbolada. La cultura del miedo, como se ha llegado a llamar.

A pesar de todo, Ferrari fue capaz de salir del agujero en el que se encontraba desde la época de Fernando Alonso y, poco a poco, recuperó el impulso para, al menos, plantar cara a Mercedes en alguna ocasión. Pero el causante de todo ello no fue Arrivabene, sino un ingeniero de motores italo-suizo que ha respirado en Maranello desde 1995.

Binotto informó a Marchionne: el estilo de Arrivabene coartaba la creatividad de los ingenieros

Mattia Binotto fue el designado para asumir la dirección técnica de Ferrari tras la marcha de James Allison, que como consecuencia de la muerte de su esposa decidió volver a Inglaterra. El italo-suizo pronto informó a Sergio Marchionne de que el estilo de Arrivabene coartaba la creatividad de los ingenieros y Ferrari nunca saldría del anonimato técnico en el que llevaba instalado desde hacía años. BrawnGP, Red Bull, McLaren, Mercedes. Incluso Lotus. Todos esos equipos presentaban soluciones innovadoras mientras en Maranello se limitaban a seguir la corriente, a reaccionar a los ingenios de sus competidores.

Marchionne le dio autoridad a Binotto y pronto se vieron los resultados. Ferrari presentó un llamativo SF70H que lo cambió todo, que invirtió la tendencia y colocó a la Scuderia al frente de la innovación técnica. La puso de nuevo en el mapa y los ingenieros rivales volvieron a pasear en dirección al box italiano para escudriñar cualquier novedad que pudiera surgir. Binotto consiguió que la casa rossa volviera a ser tenida en cuenta e incluso su fortaleza política en los despachos fue recuperada.

Ferrari ha demostrado que puede vencer a Mercedes en igualdad de condiciones.

Los resultados deportivos también mejoraron notablemente y, hasta el Gran Premio de Italia, las opciones de título parecían realistas. Sin embargo, la gestión de Arrivabene seguía presente y diversos errores desde el muro echaron por tierra aquella temporada y la siguiente, en la que por primera vez Ferrari se mostró capaz de liderar la parrilla frente a Mercedes.

Sergio Marchionne tenía tomadas dos decisiones antes de su fallecimiento en julio de 2018. La primera, despedir a Sergio Marchionne en beneficio de Mattia Binotto. La segunda, sustituir a Kimi Räikkönen por Charles Leclerc. Su sucesor en la presidencia de Ferrari, John Elkann, simplemente cumplio dichos deseos.

Elkann tenía dos opciones: optar por el inmovilismo que proponía Louis Camilleri, nuevo director ejecutivo de Ferrari o, por el contrario, seguir los pasos de Marchionne y preservar con ello la dirección técnica que Binotto había instaurado y que tan buenos resultados está dando. Cuando Arrivabene perdió cualquier argumento a raíz de los errores de gestión del equipo en la segunda mitad de la temporada pasada, la decisión fue tomada.

Así lo admite Piero Ferrari, hijo de Enzo y actual accionista de la compañía con un 10% en su haber. “Todo ocurrió antes de Navidad. Por diferentes razones, decidimos no revelar la decisión en ese momento. No quiero entrar en detalles, pero sólo digo que hubo una confrontación entre algunos miembros y, finalmente, actuamos exclusivamente en interés de Ferrari, afirmó en declaraciones a Gazzetta dello Sport.

La gestión intimidatoria de Arrivabene dejará paso a un intento de Binotto de potenciar lo mejor de cada miembro del equipo a través de una mayor iniciativa.

Marchionne vs. Binotto. Dos estilos de gestión opuestos, resultados antagónicos. El consejo de administración, con Elkann al frente, decidió otorgarle al ingeniero el control del equipo con la esperanza de dar ese último paso que Ferrari lleva dos años amagando con cubrir sin éxito. Lo más importante que hemos tomado en consideración es preservar la continuidad técnica del departamento de competición de Ferrari. Poder contar con la vasta competencia de Mattia Binotto es fundamental para construir un equipo fuerte”, admitió Piero Ferrari, dejando claro la fe que tienen en Binotto.

Desde el exterior se ve a Binotto como un ingeniero que no será capaz de liderar a un equipo de la talla y la exigencia de Ferrari, pero lo cierto es que ha sido él quien ha propiciado la metamorfosis más complicada dentro de la Scuderia y, desde que cambiara su jefatura en el departamento de motores por la dirección técnica, los resultados de su gestión han sido incuestionables.

Desde que Binotto cambiara la jefatura de motores por la dirección técnica, sus resultados han sido incuestionables

Binotto lleva dos años coordinando todos los departamentos relacionados con el rendimiento del monoplaza. Su ascenso no es más que un peldaño adicional en el que lo importante siempre ha sido saber rodearse de las personas adecuadas en sus respectivos puestos. Un arte que Flavio Briatore mostró en Renault y que Zak Brown pretende imitar en McLaren. Binotto sabe cómo hacer que un coche sea ganador y probablemente deje que del resto se encarguen los que saben de cosas como el trato con la prensa, los patrocinadores o la estrategia en carrera. En esencia, explotar sus puntos fuertes y dejar que quienes le rodean hagan lo mismo con los suyos. ¿La diferencia? Que al contrario que la mayoría, su fortaleza reside en la ingeniería.

Fotos: Scuderia Ferrari

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