La báscula romana de Andrea Stella

George Clooney protagonizó en 1997 la película «El pacificador». El de Kentucky encarnaba el papel de un militar que se afanaba en impedir la detonación de un artefacto nuclear robado. Lo que el título de la cinta no explica es que lo consiguió mediante el expeditivo método de liarse a tiros y mamporros.

La báscula romana de Andrea Stella
Andrea Stella, director del equipo McLaren de Fórmula 1

10 min. lectura

Publicado: 22/07/2024 18:00

A veces los directores de equipo tienen que ejercer de pacificadores en terrenos pantanosos, y tragárselas dobladas para apaciguar la atmósfera circundante. Esto fue lo acaecido en el Hungaroring: forzar las reglas de lo razonable para encontrar un punto de equilibrio de paz interna.

En Woking son optimistas y ambiciosos, pero va a ser muy complicado que arrebaten a Red Bull sus dos títulos este año. El avance papaya ha sido espectacular en las dos últimas temporadas, y justo es que la tabla de puntuación les premie con ponerles segundos en las dos clasificatorias con medio calendario consumido. No es ya que sean el mejor equipo cliente de Mercedes; es que han superado a sus proveedores.

Pero cuando estás arriba del todo te enfrentas a los típicos problemas que padecen los ricos —ricos en puntos—. El equilibro es clave, y para que la barca no se escore demasiado hay que realizar concesiones. Lando Norris fue el más rápido el sábado, y en carrera perdió su puesto de líder en favor de su socio Oscar Piastri. Más tarde, un clamoroso error de estrategia puso a Lando por delante, y tuvo velocidad suficiente para no dejarse coger hasta que cayese la arlequinada.

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Oscar Piastri precede a Lando Norris en Hungaroring. Una decisión estratégica de McLaren le colocó segundo tras las paradas en boxes.

Oscar no palmó ese puesto por demérito propio, sino por patinazo de la gente en el muro; en carrera probablemente Lando le hubiera alcanzado, pero no adelantado, ya fuera por ritmo o por cuestiones de política interna. Stella, no sin atrancarse por la radio con su primer espada, ordenó a Norris ceder la posición que la escudería hizo perder al australiano.

El siempre sonriente vicelíder de la tabla de pilotos cedió a regañadientes su primera plaza, Piastri ganó su primer GP en la Fórmula 1 —lo del año pasado fue una sprint, no un Gran Premio—. Al llegar a la zona de pesaje y salutación a los compañeros de escudería, Lando cumplió como un caballero. Sonrió a su compinche, le dio algún tímido abrazo, le felicitó, le arrojó champán en el pódium, y fue básicamente profesional. Nobleza obliga.

El respetable anda dividido, y si algunos reconocen su seriedad y grado de compromiso ante su contratante, otros le llaman Blandonorris, porque tenía que haberse negado. El equipo no es que hiciera justicia, sino que enjugó su patinazo breando al pupilo beneficiado y dando al perjudicado lo que entienden le correspondía. Pero hay más lecturas.

McLaren hizo lo que tenía que hacer, pero los que la liaron fueron los del muro. Andrea Stella sabe que en un equipo es fundamental que todos vayan en la misma dirección, e ir cortando cabezas de manera sistemática no conduce a nada bueno. Lo que escapa a muchos es que la escena final no acabó con los dos pilotos por medio, sino que hubo un tercero que se llevó una foto mejor de la que sus habilidades le procuraron.

El representante del equipo ganador elegido para subir al pódium no fue Stella, director del equipo, el ingeniero jefe diseñador del monoplaza, o alguien que gozase de las simpatías de todos. Fue un tipo poco conocido, de tez oscura y barba canosa: Randeep Singh, el jefe de estrategia… el responsable de liarla. Stella le mandó a recoger el galardón con un «te perdono» escrito en el aire.

Esta es una jugada de equipo de gran calado, y una declaración de intenciones a nivel interno para dejar bien claro que todos reman en la misma dirección. Esto no quita que tanto Singh como Norris tengan que sentarse en un despacho esta semana y recibir una filípica que les dé el almuerzo. Pacificación sí, pero bronca también; a uno por cagarla, y al otro por discutir de manera pública las órdenes de equipo.

Pax romana

Andrea Stella estudió en la Universidad de La Sapiencia, en Roma. No se parece demasiado a George Clooney; más bien a pesar de ser italiano, mediterráneo, tiene fama de ser con frecuencia seco, cortante y algo árido en el trato. Pero también eficiente, si miramos la tabla de resultados.

El que fuera ingeniero de pista de Fernando Alonso en Ferrari tomó las riendas de la segunda escudería más laureada de la historia tras la salida de Andreas Seidl. El regalo recibido días antes de las navidades de 2022 parecía una ofrenda envenenada, y, sin embargo, hacía años que los de McLaren no se veían donde están hoy.

Uno de los grandes problemas que aquejan a los monoplazas actuales es el peso. No hay una regla fija, cada monoplaza tiene sus características propias, pero está bastante aceptado que a cada tres kilos que le quites a un F1, se vuelve una décima más rápido por vuelta. A los equipos les pasa un poco lo mismo, a veces pesan demasiado.

De izquierda a derecha, Lando Norris, Oscar Piastri y Randeep Singh en el podio de Hungaroring

A nadie debería escapar que la McLaren actual despegó cuando Stella llegó de manera algo precipitada. Si Zak Brown trajo dinero, patrocinios, y una imagen más fresca, con la llegada de Stella, orquestada por el estadounidense, no es que trajese sino que se llevó. En la jugada, varios técnicos salieron por la puerta, y, oh milagro, los coches ahora corren más.

Al igual que Seidl, James Key —«El Llaves», entre la armada española en Woking—, Tony Salter y Marianne Hinson se despidieron del edificio que diseñó Sir Norman Foster. El primero ya digiere sus trifulcas en Sauber/Audi, un par de ellos le acompañaron a Hinwil, y una ha recalado en FIA. Dicen las malas lenguas que es un lugar al que tienden a ir aquellos que ya no encuentran acomodo en equipo alguno.

Que nadie tilde de maletas a los formantes de este grupo, pero probablemente no encajaron en el equipo como hubieran deseado. También es una realidad que salta a la vista que los resultados han mejorado cuando dejaron de ocupar sus despachos. Eran, puntos en mano, prescindibles; no se les echa de menos.

Lo que no es prescindible es todo aquello que ayude al equipo a avanzar en bloque. Los barcos de remos corren más cuando todos los que apalean sardinas lo hacen de manera sincronizada. Basta con que haya un par de sujetos que lo hagan a destiempo para que todo se desmadre. En la jugada del Gran Premio de Hungría, la meta a conseguir con la jugada Lando/Oscar no era la victoria ni los puntos, esos ya estaban en el coleto, sino evitar que se generase una atmósfera más enrarecida. Fueron a por el mal menor.

Steve Jobs decía que sus empleados formaban parte de una orquesta. Si cada uno tocaba un instrumento, él tocaba esa banda a la que siempre acababa convirtiendo en una sinfónica, una de las grandes. Stella atina al crear una suerte de reparto justiciero, y si a Lando le caerá una bronca por su charla por la radio, el británico sabe que le deben una, y una grande. Si a Lando no le acaban compensando, entonces sí que se podrá decir que su jefe se equivocó del todo.

El que viva en el campo sabrá lo que es una báscula romana; en áreas agrícolas son muy populares. Como su nombre indica, sirven para pesar, y lo hacen equilibrando lo pesado, con medidas ya conocidas. Si uno de los brazos romanos carga más que otro, la romana cae de manera estrepitosa a uno de sus lados. Si el romano Stella aplica la teoría del equilibrio, los trastos no se le caerán del todo. Quedamos a la espera, Andrea; jugaste bien, pero esto no ha acabado aquí.

Fotos: McLaren Racing

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