El circuito de Saint Hélier y las JCC Jersey Road Race
Los circuitos urbanos proliferan actualmente en la Fórmula 1, pero en el pasado eran también muy numerosos, como hemos visto varias veces en esta columna. Recordemos uno que sirvió para devolver las carreras a Reino Unido nada más terminar la Segunda Guerra Mundial: el circuito urbano de Saint Hélier.
Jersey es una isla que forma parte de las denominadas Islas del Canal de la Mancha, y que goza de su propio autogobierno, si bien integrada en Reino Unido. Su ubicación es llamativa, pues apenas dista pocos kilómetros de la Bretaña francesa, al noroeste del país galo. De hecho, su capital se denomina Saint Hélier, y uno de sus idiomas oficiales es el francés.
Debemos remontarnos al final de la Segunda Guerra Mundial. Gran Bretaña carecía de circuitos todavía, pues Brooklands estaba dañando por bombardeos y no regresaría y Donington Park estaba cerrado. De modo que, mientras en el continente volvían las carreras, las islas estaban huérfanas de competición, a lo que sumaba la prohibición de usar vías públicas para carreras. Pero Jersey, que había estado ocupada por los nazis, tomó la iniciativa de organizar grandes premios en su territorio, puesto que no les aplicaba dicha prohibición.
Fue el Junior Car Club el que asumió la organización de carreras con carácter internacional a partir de 1947. Con ello querían recuperar el turismo e iniciar su recuperación tras la ocupación alemana. Para ello se inspiraron en lugares como la Isla de Man, y decidieron crear un circuito urbano. Obviamente el lugar fue la capital de la isla.
El circuito urbano de Saint Hélier
Siguiendo la tendencia de la época, el trazado perseguía primar la velocidad de los coches antes que retar la habilidad de los pilotos con curvas difíciles. Es decir, no iba ser un Mónaco o Pau. De este modo, con la salida en la Victoria Avenue a la orilla del mar, los pilotos afrontarían una larga recta hasta llegar a la primera curva, un rápido ángulo de unos 45 grados llamado Bel Royal, que daba paso a la zona más famosa: la horquilla del Le Marquand’s Corner.
Allí se ubicaba un garaje, y marcaba el punto de retorno hacia meta a través de la Saint Aubin Road. De nuevo con velocidad hacia curvas más ligeras como Millbrook Corner, Ville-ès-Nouaux, hasta llegar a una nueva horquilla, la West Park Corner que tomaba el nombre del parque en el que se ubicaba el paddock, los boxes y la parrilla de salida. En total, 5.149 metros con altas velocidades con casas a los lados sin grandes medidas de protección, en una pista bacheada en la que se alcanzaban altas velocidades. Especialmente delicada era la frenada en bajada para la última curva.
1947: estreno con confusión
A finales de 1946 se tomó la decisión de organizar la prueba. Debía ser de carácter internacional, así que se acogieron a la normativa de la Fórmula Internacional, que no es sino la que al año siguiente se llamaría Fórmula 1: motores atmosféricos de 4.5 litros o con compresor de 1.5 litros. Iba a ser la primera carrera de la categoría en suelo británico.
La fecha escogida era el jueves 8 de mayo, justo cuando se cumplían dos años del fin de la Segunda Guerra Mundial y de la liberación de la isla. Los premios eran relativamente jugosos, a repartir 1.000 libras en distintas circunstancias. Ello atrajo a veinticinco inscritos, un número más que respetable y de alto nivel.
Allí estaban el monegasco Louis Chiron, gran piloto de preguerras, junto al príncipe tailandés Birabongse Bhanudej Bhanubandh, el francés Raymond Sommer, británicos como Reg Parnell, Raymond Mays, Peter Whitehead o Bob Gerard, el italiano Nello Pagani que era un gran piloto de motos, junto con otros como Pierre Levegh, George Abecassis o Henri Louveau.
La maquinaria no era en todos los casos precisamente actual, como es lógico. Un buen grupo de hasta diez antiguos ERA -A, B, D y E-Type-, otro nutrido grupo de ocho Maserati -4CL, 4C, 6CM-, junto con algunos Delage y Talbot. Y de ellos, quizás sólo los Maserati 4CL llevados por la Scuderia Milano eran los mejor preparados, para Chiron, Sommer y Pagani.
Los entrenamientos tuvieron lugar el martes y miércoles, ambos a las 19:30 horas. De allí se arrojó la pole para Bira con un tiempo de 2’06’’4 con su Maserati 4C, superando netamente a los tres Maserati integrantes de la Milano: Pagani con un 2’09’’0, y Chiron y Sommer con un idéntico 2’10’’2 para completar la primera fila. Tras ellos, tres británicos: Mays, Gerard y Ansell, mientras que Reg Parnell era noveno.
El I JCC Jersey Road Race -nótese que no se denominaba Grand Prix- estaba listo para el jueves, con John Morgan, secretario del Junior Car Club como director de carrera. Los pilotos tendrían que dar 50 vueltas al circuito para completar 257 kilómetros.
Al caer la bandera rojiblanca de la isla, fue Sommer el que tomó el liderato, abriéndose una lucha inicial con Bira, que pasó al liderato en la tercera vuelta y trató de escaparse. Pero el francés no se despegó del coche azul y amarillo del tailandés, marcando la vuelta rápida de la carrera con un 2’06’’2 -más rápido que la pole-, y recuperando el liderato en la sexta vuelta. La lucha se mantuvo así hasta que en la novena vuelta Sommer paró a cambiar las bujías, con lo que Bira pasó al liderato, pero sólo hasta la vuelta siguiente, pues tuvo que entrar a cambiar una rueda pinchada y perdió mucho tiempo.
Sommer tenía opciones de recuperar el liderato, pero su suerte se agotó en la vuelta 23, al romper el motor de su Maserati. Su compañero Louis Chiron heredó el liderato, pero aquí comenzó la confusión de la carrera. Porque Reg Parnell rodaba segundo. O eso parecía. A Chiron sus mecánicos le decían que mantuviese el ritmo. A Parnell, los suyos le decían lo propio. Una serie de paradas de ambos sólo añadió confusión a qué posición ocupaba cada uno.
Sólo existía el contador de los oficiales, que a tres vueltas del final dieron la sorpresa de considerar que Parnell era el verdadero líder. Los miembros de la Milano estallaron de ira profiriendo sonoros improperios, pero nada había que hacer. Reg Parnell fue declarado el vencedor, con Chiron segundo a una vuelta y Mays tercero a dos vueltas.
En la entrega de premios, Chiron sostuvo con firmeza que se consideraba el ganador de la carrera, pero que en aras de la deportividad, aceptaba lo sucedido como un error posible y se conformaba. Elegancias del automovilismo entre caballeros. En todo caso, la carrera en sí fue un éxito, aunque con pérdidas económicas para el organizador, lo que le llevó a lograr un acuerdo con las autoridades de la isla para futuras ediciones.
1948: ganar sin parar
La segunda edición de la prueba se organizó para el jueves 29 de abril de 1948. Esta vez se decidió ampliar a 55 vueltas la carrera, llegando así a los 283 kilómetros. Se inscribieron 24 pilotos, aunque al final sólo participarían veintidós. Entre ellos, la gran atracción era la llegada del italiano Luigi Villoresi, tras su buena temporada argentina, y que con su nuevo Maserati 4CLT/48 iba a cuajar un gran año enrolado en la Scuderia Ambrosiana. Era el único piloto del continente frente a los británicos.
De nuevo las prácticas tuvieron lugar los dos días previos, y otra vez el príncipe Bira, con su Maserati 4CL, logró la pole, esta vez con un tiempo de 2’01’’4, superando a Villoresi que marcó un 2’02’’0 y a Bob Gerard con un 2’08’’8, mientras que la primera línea la cerraba Reg Parnell con un 2’09’’4.
Sin embargo, Villoresi iba a experimentar un problema con la bomba de aceite que haría trabajar a conciencia a sus mecánicos el día de la carrera hasta casi el momento de la salida. El jueves amaneció con una fortísima lluvia que inundó la pista. Pero el clima viró, y a la hora de la carrera el asfalto estaba prácticamente seco y el cielo se despejó.
De nuevo John Morgan dio la salida, y fue Reg Parnell el que tomó el liderato sobre Bob Gerard. Pero al paso por meta, las posiciones eran Parnell, Bira, Abecassis -que había salido muy bien- y Gerard. Mientras tanto, Villoresi arrancó una vuelta después, pero al llegar la sexta vuelta dijo adiós a la carrera por fallo en la transmisión, para desilusión del público.
El príncipe Bira tomó el liderato en la segunda vuelta e imprimió un ritmo alto, destacándose de Parnell, que se veía a su vez presionado por Gerard. El ERA B-Type de este último estaba equipado con unos depósitos extra para evitar parar en boxes, en un intento de equiparar su viejo modelo con los más actuales. Cuando el Maserati 4CL de Parnell tuvo algunos problemas en el eje posterior, Gerard pasó al segundo lugar.
Para entonces, en la vuelta diecinueve, Bira tenía treinta segundos sobre Bob Gerard. El tailandés debía detenerse en boxes, cambió ruedas y puso combustible, y volvió tercero a pista tras estar más de minuto y medio en la operación, tras Gerard y Abecassis. El tailandés tuvo que parar de nuevo y caería al cuarto lugar tras Reg Parnell.
Poco después, en la vuelta treinta y tres, el Maserati 6C de Samuel John Gilbey se disponía a frenar para Le Marquand’s Corner cuando el coche se desestabilizó, lanzando a su ocupante sin casco al suelo. Gilbey sólo sufrió heridas en el rostro, pero no hubo que lamentar más víctimas, salvo una cámara del fotógrafo Louis Klemantaski, que esquivó a su vez por poco al monoplaza que salió rodando hasta chocar con un coche aparcado.
El líder, Bob Gerard, tenía una vuelta de ventaja sobre todos sus perseguidores, gracias a su estrategia de no detenerse. Pese a los esfuerzos de Abecassis y de Parnell, no había forma de recuperar el tiempo perdido, y ese sería el orden en meta, esta vez sin confusiones.
El asentamiento de la carrera, sin embargo, no vino traducido por un mayor interés o un crecimiento. Al contrario, a final de año iban a llegar los circuitos de Silverstone, que acogió el primer GP de Gran Bretaña en octubre, o el de Goodwood, que se establecían como rivales para las carreras de Saint Hélier, cuyo futuro empezaba a ser amenazado.
1949: doblete de Gerard con tragedia
Con ciertas dudas planeando ya sobre la prueba, debido a los costes de transporte, a la proliferación de otras carreras con mejores premios y demás, el Junior Car Club mantuvo firme su voluntad inicial y convocó su carrera para el jueves 28 de abril de 1949. La entrada era muy interesante, sobre todo con monoplazas mucho más actuales, incluyendo el Ferrari 125 de Peter Whitehead.
Sin embargo, el fin de semana se tiñó de luto en los entrenos. Si el año anterior había sido un aviso, esta vez la muerte hizo acto de presencia. En los entrenos del miércoles, Keneth W. Bear, a los mandos de su Bugatti T59, tuvo un fallo de frenos -elemento que sufría mucho en el circuito dada las altas velocidades- al ir a negociar la rápida curva de Bel Royal y perdió el control del coche. El piloto falleció en el acto a sus 43 años, llevándose consigo la vida de un policía y un médico, e hiriendo a dos comisarios.
Luigi Villoresi había logrado la pole position con un tiempo de 2’00’0 por delante de Bira con un 2’02’’4, del ERA E de Leslie Johnson con un 2’02’’8 y de Chiron que cerraba la primera línea con un 2’03’’6 a los mandos del Talbot T26C de la Écurie France. De Graffenried era quinto, Whitehead séptimo, Raymond Mays undécimo y Bob Gerard duodécimo. Parecía que esta vez Luigi Villoresi sí podría ser un animador de la prueba.
El domingo por la mañana la lluvia torrencial hizo que la salida se retrasara media hora, y eso tras confirmar los organizadores que habría carrera, porque los acontecimientos del fin de semana habían puesto en duda la seguridad de la prueba. De los veinticuatro inscritos, sólo veintiuno se dirigieron a la salida. Pero la bandera cayó, y todos aceleraron movidos por el ansia competitiva, con Louis Chiron tomando el liderato con Villoresi a su rueda que tomó el liderato poco después. Bira se colocó segundo en Le Marquand’s, mientras el suizo Emmanuel ‘Toulo’ De Graffenried se colocaba tercero con su Maserati 4CLT.
De nuevo Bira demostraba su excelente conexión con este trazado, y a la altura de Millbrook Corner pasó a Villoresi en la primera vuelta, pero el italiano se lo devolvió en la segunda, manteniendo el liderato hasta la vuelta seis, en que tuvo que parar. Justo después paraba Chiron y Bira se colocaba líder en la vuelta diez, posición que mantendría con solidez sobre un asfalto resbaladizo hasta la vuelta veinte en que paró en boxes. De forma recalcitrante, una parada de más de minuto y medio le hizo perder no sólo el liderato sino toda opción de victoria. El tailandés no tenía suerte en Saint Hélier.
En ese momento, el mismo ERA B-Type, chasis R14B de Bob Gerard, con sus modificaciones para no detenerse, se puso líder por delante de De Graffenried, Bira y Mays. No sólo eso, sino que mantenía un ritmo mejor que el resto, hasta el punto de que a falta de quince vueltas para meta, en la cuarenta, podría haber parado en boxes con tiempo suficiente -sin contratiempos- para seguir líder.
Intocable, Bob Gerard repetía victoria por delante de De Graffenried a un minuto y cuarenta y un segundos, y este a su vez con cuarenta y seis segundos de ventaja sobre el ERA D-Type de Raymond Mays. Bira se conformaba con el cuarto puesto a una vuelta, con Villoresi sexto a un giro, y Whitehead y su Ferrari séptimos a dos vueltas.
1950: Ferrari gana en el adiós a Saint Hélier
El campeonato del mundo de pilotos bajo normativa de la Fórmula 1 había comenzado el 13 de mayo en Silverstone, que había tomado ya su posición de privilegio entre los circuitos británicos. Dos meses después, el jueves 13 de julio, se iba a celebrar el IV JCC Jersey Road Race, con una inscripción de diecinueve coches.
La cercanía el 9 de julio del Gran Premio de Bari, tampoco puntuable, hizo que muchos equipos y pilotos europeos no acudieran, después además del Gran Premio de Francia el 2 de julio, este sí valedero para el mundial. Los favoritos eran los coches italianos, fueran los Maserati 4CLT/48 de Bira, Parnell, De Graffenried o David Hampshire, o el Ferrari 125 de Peter Whitehead. Por desgracia, los Maserati de Chiron y Franco Rol, ambos de la Scuderia Ambrosiana, no acudieron finalmente.
Junto a ellos estaba el envejecido ERA de Gerard, y para llenar la parrilla algunos monoplazas de la Fórmula 2 como los HWM, Cooper-JAp o Gordini, prueba de la inevitable decadencia de la prueba. Tras las prácticas, era David Hampshire en su 4CLT el que lograba la pole con un tiempo de 2’02’’4, superando al Ferrari de Peter Whitehead con un 2’03’’2, Bob Gerard y su ERA con un 2’04’’4 y cerrando la primera línea Cuth Harrison en otro ERA con un tiempo de 2’04’’8. De Graffenried era quinto, Parnell séptimo y un apagado Bira caía hasta el noveno lugar en parrilla.
El día de la carrera las nubes y claros fueron la constante, con tiempo seco, dejando atrás las lluvias de anteriores ediciones. Por cuarta vez, John Morgan dejó caer la bandera para dar la salida. El Ferrari 125F1, chasis 125-10C, de Whitehead tomó inmediatamente el liderato ante una mala salida de Hampshire. El monoplaza, sin embargo, tenía una grieta en la culata, descubierta poco antes de la carrera, lo que generaba temor en Whitehead.
Aún así, al paso por meta era líder con 2’3 segundos de ventaja sobre Parnell, un gran Bira que se colocaba tercero y De Graffenried. Parnell experimentaba ciertos problemas de embrague, que le patinaba, haciendo que se fuera quedando atrás. Mientras tanto, una bonita lucha entre los Maserati de Bira y De Graffenried se resolvió con el suizo pasando a tercero en la cuarta vuelta. Dos vueltas después, el tailandés certificó para siempre su infortunio en Jersey abandonando por rotura del compresor.
Al llegar a la décima vuelta, Whitehead y su Ferrari tenían un liderato de 27’6 segundos sobre Parnell, que aguantaba a 19 segundos a De Graffenried, con Gerard manteniendo de nuevo un buen ritmo, pero a 35 segundos del tercer puesto. Las posiciones se mantuvieron inamovibles hasta las paradas. Parnell y De Graffenried pararon en la vuelta 30 y siguieron en la misma posición. Pero el suizo pasó al británico a las pocas vueltas.
La distancia de Whitehead superaba el minuto, y desde boxes le recomendaron contemporizar. La lucha por detrás era intensa, sobre todo cuando ambos Maserati empezaron a perder aceite. La peor situación fue para De Graffenried, que tuvo que parar a reponer y volvió a pista tercero, lejos de Parnell, pero sin que Gerard pudiera inquietarlo.
De inicio a fin, en una demostración de velocidad y fiabilidad, Peter Whitehead lograba la victoria con una vuelta de ventaja sobre Parnell y De Graffenried, con Bob Gerard esta vez en cuarto lugar, sin opciones frente a los más modernos y veloces monoplazas.
El declive y la última carrera
Esa fue la última vez que los monoplazas de Fórmula 1 compitieron en Saint Hélier. Como decíamos, lugares como Silverstone y Goodwood ganaron importancia. El viaje a las islas no era ideal, y los premios tampoco. Eso, unido a que la publicidad de la carrera no era del todo correcta, y por fechas empezaba a chocar con pruebas de más calado.
Estaba también el circuito en sí, claro. Rápido y peligroso, sin grandes retos. El atractivo de Saint Hélier se perdió, incluso pese a un último intento de revivir la carrera el jueves 10 de julio de 1952 en modalidad para GT, en el V JCC Jersey Road Race. Lo ganó Ian Stewart a los mandos de un Jaguar XK120C de la Ecurie Ecosse -que en 2006 se subastó por 1 millón de libras-. Fueron dos mangas y una final, y aunque la prueba tuvo buena inscripción, no resistió en el tiempo.
Curiosidades de la vida, en la St. Aubin Road que llevaba de regreso a meta, está el edificio de la Mansell Collection, un edificio que alberga el museo del campeón del mundo de 1992 y que tuvo en su interior el Ferrari de 1989 o el Williams de 1991 que recientemente vendió el piloto. El garaje en Le Marquand’s es hoy un concesionario de nueva factura. Sólo el evento del Jersey International Motoring Festival recuerda, en la zona de la recta de meta, al circuito que devolvió las carreras a los británicos.