Virutas F1David Vidales

David Vidales y Roberto Cavallari salieron para comer de las instalaciones de JD Motorsport. Era la segunda vez en su vida que se veían. Decidieron coger el Audi A3 blanco del piloto para no tener que andar hasta un conocido restaurante donde comerían pasta.

David Vidales
David Vidales ha comenzado de manera inmejorable su etapa en los monoplazas. - davidvidalesracing.com

22 min. lectura

Publicado: 28/07/2020 13:30

Una vez acomodados en el interior del compacto, David levantó las cejas, sonrió, y le dijo a su nuevo jefe buscando su aprobación: «Perdona si no conduzco demasiado bien, pero es que me acabo de sacar el carnet de conducir». Ahora sonrieron los dos.

Y es que David tiene algo. Queda claro que alberga algo difícil de encontrar en la minería de las carreras: velocidad. Pero si a su edad no se mezcla bien con otros ingredientes, en lugar de encontrarte con un Lewis o un Alonso, puede salirte alguien que pase sin pena ni gloria en un par de temporadas y caiga para siempre en el pozo del olvido. Y David tiene otra cosa: la sencillez del que sabe que el camino es largo, y casi todo hay que hacerlo bajando la cabeza, absorbiendo como una esponja todo dato aplicable a su pilotaje que caiga en sus manos, y siendo siempre humilde.

Minutos más tarde tuvo que aprender cómo se abre una botella de champán

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De ello da fe una frase, pequeña, pero reveladora. El leonés sí había tenido algún contacto puntual con monoplazas en aquellos test de Montmeló hace un par de años, e incluso había rodado con este mismo Formula Renault 2.0 con el que ganó las dos primeras pruebas de su vida el pasado fin de semana. Pero cuando el director deportivo de la categoría se le acercó en el antepodio de la segunda carrera del meeting y le espetó, «eh, David, enhorabuena, ahora a por el título, ¿no?», el dieciochoañero le devolvió un sí con la cabeza, una sonrisa, y un «ahora es sólo momento de aprender». Minutos más tarde tuvo que aprender cómo se abre una botella de champán, cómo se saluda con las limitaciones del Covid-19 a sus contrincantes, y cómo es el protocolo del podio en los monoplazas.

Descubrió, ya lo hizo el día anterior, que no es muy distinto al del Karting, no en vano ha sido tres veces subcampeón del mundo en diversas categorías, pero era la primera vez que hacía esto con estos coches, su primer escalón para llegar a la lógica meta final de todos los presentes: la Fórmula 1.

Fue en un circuito de F1, justo donde se disputa el Gran Premio de España y a finales de 2018 donde Vidales se estrenó con algo superior a un Kart. El equipo Drivex le tentó con una prueba pero no tenía un Renault 2.0, algo de los que sí disponía la extinta escudería de Adrián Vallés. Así que antes de subirle a un EuroFormula Open del equipo que comparten Miguel Angel de Castro, Fernando Alonso y Pedro de la Rosa, rodó en el Renault. «Llegó en silencio, hablaba poco, hacía preguntas muy precisas, no se quejaba de nada. No es que fuera tímido, sino que tenía esa cara que ponen los que están asimilando todo lo que ven», desgrana alguien que le tuvo delante y trató con él de forma directa.

«Hizo un gran test. Del 80-90% de los que llegan, la mitad vienen muy sobrados de todo, casi imponiendo su criterio cuando te das cuenta de que no tienen ni idea. La otra mitad son muy jóvenes, inmaduros en lo vital, y no se enteran de casi nada. Decir esto es duro, pero en realidad a casi todos les falta un punto de madurez; desconocen dónde se están metiendo y no saben muy bien qué hacer. David hizo unas primeras tandas algo titubeantes, lo que es normal, porque tiene que hacerse con pesos, medidas, manejo básico del coche, ajustarle los pedales, asiento, etc. Pero cuando le pusimos gomas nuevas al final de la jornada bajó su tiempo en segundo y medio. Esto es toda una rareza, e indica la velocidad pasmosa con la que se adaptó a un coche en que se acababa de subir esa misma mañana».

En la pista catalana, en categorías inferiores y en invierno, suele haber mucha bandera roja. Las gomas tardan en calentarse, hay mucho rookie, mucha parada de ritmos, pero en una sola jornada rebajó sus registros en tres segundos. «Tenía manos, es evidente. Y lo mejor de todo era que tenía algo de lo que carecen casi todos: hacía lo que se le pedía».

Los chicos quieren hacerlo bien, pero no saben administrar sus fuerzas. Les dicen «frena cinco metros más tarde, muerde un poco más el piano, cambia 300 RPM más alto», y acaban olvidando esto ante la tensión de la velocidad, y los test acaban siendo un correcalles en solitario sin más mejora que la que el piloto consiga per se. Con los actuales sistemas de medida los ingenieros lo saben todo. Saben a qué régimen iba el motor, donde se frenó, la trazada… Intentar engañarlos es absurdo, y muchos creen que son capaces. David completó las misiones encomendadas.

Así fue la primera victoria de David Vidales en los monoplazas.

«No daba por sabido, siempre escuchaba muy atento. Si no podía hacer algo que se le pedía, lo decía y explicaba porqué no pudo. Es muy honesto». A media mañana aparecieron por el box Alonso y Pedro de la Rosa. Menuda cara se le tuvo que quedar al compañero de David, el otro corredor con el que compartía box aquella jornada. Con cierto grado de justificable envidia podía observar a Vidales sentado junto a su ingeniero, mirando las gráficas de la adquisición de datos, con De la Rosa y Alonso tras él dándole indicaciones y consejos, ¡vaya dos profes! «Por lo que me cuentas parece un tipo muy del estilo de Charles Leclerc», cuestionas al interlocutor que prefiere guardar el anonimato. «Justo», responde sin pensárselo un segundo.

«Salvando las distancias, parece el mismo tipo de piloto. Eficiente 100%, callado y que dice lo justo y necesario. Si no es para aportar o para adquirir sus propios datos, no abre la boca. Muy fácil trabajar con él, muy serio al tiempo que con una actitud sosegada. En el equipo estaban todos muy revolucionados con Alonso por allí, y al que menos parecía importarle era a él». David tiene esa pose en la que no sabes muy bien lo que está pensando cuando pierde la mirada. Seguramente ande en alguna curva, algún cambio de marcha, un adelantamiento fallido… está en alguna otra parte, mejorando.

El Covid-19 ha traído ruina a muchos y por contra alguna oportunidad a otros, y parece que esto último ha sido el caso del castellanoleonés más rápido que conocemos. Fue tras la cita en Monza cuando el piloto y su representante, Salvatore Gandolfo, atravesaron la puerta de JD Motorsport por primera vez. La compañía de Gandolfo, basada en Mónaco y que ya maneja la carrera de Álex Palou, dudaba si hacer correr a Vidales en la Fórmula Regional, una suerte de F3 ‘clásicos’ con coches casi calcados a los F-Renault o en ésta última. Las dudas se disiparon rápido; en la llamada Fórmula Regional corren poco más de una decena de monoplazas y en su mayoría en pistas italianas, mientras que la Renault 2.0 pisa circuitos donde corre o ha corrido recientemente la F1.

David quería aprender mucho, era su primera vez en la categoría y estaba muy atento a todo

De forma añadida la veintena de monoplazas presentes en parrilla aseguran unas carreras más apretadas y con más nivel deportivo. Las negociaciones entre Roberto Cavallari y Gandolfo fueron rápidas, con puntos de encuentro común encontrados en minutos. La casualidad y la pandemia quisieron que David necesitase comenzar a rodar lo antes posible y a JD Motorsports se le hubiera caído un piloto a última hora.

Con William Alatalo y el australiano Tommy Smith dispuestos a disputar la temporada 2020, al segundo, todo lo relacionado con el coronavirus le hacía muy cuesta arriba su año. Temía a la enfermedad, a no poder disputar todas las carreras, las fuertes restricciones de movimiento impuestas por su gobierno y a última hora decidió abandonar y centrarse en lo que pueda ocurrir en 2021. Cavallari necesitaba a un piloto, y Vidales un coche en la que parecía la categoría adecuada. Que por ese equipo, funcionando en esa categoría desde 1996 y por la que pasaron tipos como Enrique Bernoldi, Christian Klien, Gianmaria Bruni o Nicholas Latifi, indican que el sitio era el adecuado, y el contrato se firmó para toda la presente temporada.

El año no empezó bien para JD Motorsport. Durante los 11 y 12 de marzo en Cheste la pandemia empezó a meter presión. Durante las pruebas en Montmeló del 13 y 15 de marzo el gobierno español emitió el comunicado que anunciaba el Estado de Alerta y tuvieron que desmontarlo todo y salir zumbando para casa. «Para rematar todo esto, el primer día que David comenzó a trabajar con nosotros fue el viernes 17 (de julio) que es el día de mala suerte, gafado en Italia —equivalente a nuestro Martes 13—. Todo debería salir mal, jajaja», se ríe Cavallari.

David Vidales, con el Fórmula Renault en Imola.

«A pesar de todo la experiencia fue muy positiva desde el minuto uno. Primero le explicamos cuestiones del reglamento, detalles operativos de la categoría, se hizo el asiento, y todas estas cosas básicas. Pudimos rodar unos días antes en la pista, pero debido a las regulaciones, y eso está muy vigilado, tuvimos que pagar una penalización de 50 minutos menos de tiempo en pista durante el primer día de entrenos oficiales. David quería aprender mucho, era su primera vez en la categoría y estaba muy atento a todo. Habla italiano perfectamente porque vivió aquí (en Italia) con anterioridad —algo muy frecuente en los kartistas de nivel internacional—».

Dominar la lengua aceleró mucho el trabajo con los mecánicos. En los días previos a su primera prueba estuvo yendo a las instalaciones de la escudería donde le explicaron el funcionamiento del volante, sistemas varios, la posición de pilotaje… Le ajustaron la pedalera para su altura, y con el ingeniero estuvieron estudiando las trayectorias, frenadas, algunos secretos del coche, o cómo funcionaba la adquisición de datos. Estableció una relación con sus dos mecánicos y su ingeniero. La Renault 2.0 limita mucho la presencia de personal, y en principio y para atender a dos coches la plantilla de JD Motorsports la conforman cuatro mecánicos, dos ingenieros y el jefe de equipo. Apenas cambian desde hace más de una década.

«Mi equipo es como una familia», afirma Roberto con una sonrisa paternal dibujada en la cara. «Es importante que todos los miembros estén muy unidos, muy cercanos. Como David es un piloto latino, la comunicación fue inmediata, muy fluida. Ha aprendido mucho durante el fin de semana de Imola gracias a esto. Cuando alguien hablaba siempre se quedaba en silencio sólo para aprender. Estamos todos muy sorprendidos con su comportamiento. Toda la información que le dimos, luego la usó de una u otra manera. Veíamos su mejora por minutos. Su coche estaba bien, con un set-up muy bien depurado», afirma el italiano.

La segunda carrera de David Vidales en la Fórmula Renault también terminó con victoria para el español.

No parece impresionado pero sí sorprendido. Cavallari abunda en el plano personal. «No es un hijo de papá, no está viciado. Cuando hablábamos sobre el contrato su deseo era reflejar que quería estar siempre con el equipo, dormir con el equipo, comer con el equipo. Tras la primera carrera el control técnico es muy pesado. Nos hicieron abrir medio coche, son muy estrictos. Tuvimos que desmontar las suspensiones delanteras, el diferencial… tardamos casi cuatro horas. David pudo haberse ido, pero estuvo metido en el box, esperando con los demás todo ese tiempo. El día antes, el viernes, los entrenos fueron complicados, con pista mojada. Acabamos tarde, sobre las seis, y nos dijo que tenía algún problema con el asiento. Las fibras le molestaban en las costillas. Se quedó hasta las once trabajando».

Cavallari es un hombre de costumbres y siempre que corren en Imola acuden al mismo hotel: el Castello de San Pietro, a unos 20 minutos del trazado. A cuenta del Covid-19 dormir podían, pero no les ofrecieron el desayuno. Así que tuvieron que hacerlo en una de las esquinas del camión, que tiene instalada una minicocina. David no hizo mucho caso a las galletas ni a los croissants, y prefirió acompañar su café con unas tostadas. Roberto es honesto y afirma «no podría decir si es un superpiloto, pero sí vemos que tiene una madurez anormal y detalles propios de chicos con varios años en monoplazas. Es un tipo sencillo, que aprende muy rápido, y tiene que mejorar carrera a carrera. Ahora tocan pistas que no conoce, como Nürburgring, Magny Cours y Zandvoort, y con carreras tras el verano es muy posible que alguna sea sobre mojado. La idea no es ganar sino que mejore y adquiera experiencia. Cuando firmamos el contrato el plan era quedar entre los diez primeros, pero todo esto puede haber cambiado. Quedar entre los cinco primeros sería magnífico y con resultados como el de Imola es realista».

Cavallari y Vidales hablaron mucho entre la primera y la segunda carreras. Si ganó la primera tras salir desde la pole position, la segunda fue incluso más interesante. Partía segundo y le robó la cartera a su compañero antes de la primera curva. «Sí, se preparó muy bien antes de las curvas dos y tres, que son las que tienen más peligro. No cometió ni un sólo error en las dos pruebas. Lo mejor fue cómo gestionó el Safety Car. En lugar de reiniciar la carrera como loco, le dijimos que no pisase mucho los pianos, que en Imola son muy altos y podía estropear el coche. No se excedió lo más mínimo. Tan sólo aceleró el ritmo para crear un “gap” con el segundo coche, y no forzó la mecánica; se mantuvo a una cierta distancia y ahí se quedó. Esto es propio de chicos con mucha más experiencia que él».

El palmarés de Vidales en el karting avala su calidad.

La pregunta es obvia: ¿Y el año que viene, qué? «Bueno, si gana o acaba entre los tres primeros, que sería increíble, la opción lógica sería que no siguiera aquí en 2021. Si ganase yo iría directamente a la F3 FIA. Kimi Räikkönen pasó de esto directamente a la Fórmula 1 tras ganarla, pero esto sería muy raro y por muy bueno que sea o pueda llegar a ser, es preferible que pase por estas categorías. Fórmula 2 puede que sea demasiado. Yo haría esto, F3 FIA, pero no decido estas cosas (risas)».

Al acabar la primera actuación de David Vidales con sendas victorias en su debut con monoplazas había cierto sabor a futuro campeón en el paddock de Imola, no por lo logrado, sino por la aparente facilidad con que lo había hecho. El responsable de Renault parecía fascinado con la actuación y tomó buena nota de ellos, en su equipo estaban contentos, los organizadores estaban igualmente impresionados, y varios periodistas, de esos que tienen el culo pelao de ver carreras de fórmulas sub-F1 estaban realmente impactados.

¿Y sus padres? «No, no estaban. Esto es lo mejor de todo. David vive solo, cerca de Viareggio, donde tiene la clínica el Doctor Cecarelli. No te imaginas cómo va a ayudarle esto. Vino solo, y se fue solo. No como la mayoría», dice Cavallari, «que vienen con el papá, la mamá, la novia, el fisio, el manager, el coach mental, el jefe de prensa y algún periodista amigo. Este no, este viene solo, no le acompaña nadie». Y es que cuando un piloto nota cómo todo vibra a su alrededor, con el coche parado y permanece a la espera de que la luz roja se apague siempre está solo. Completamente solo.

Ya conoces el dicho: si quieres llegar lejos, busca compañía, pero si quieres llegar rápido, es mejor que camines solo… y todos sabemos que la Fórmula 1 no es para lentos.

Fotos: davidvidalesracing.com

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