El dinero del futuro

La frase apócrifa dicta que «el verdadero combustible de la Fórmula 1 no es la gasolina sino el dinero». Huérfana de padre y madre muestra una realidad que ha devenido en la aparición o la desaparición de escuderías en las últimas décadas. Pero la F1 acaba de dar con un filón... digital.

El dinero del futuro
La criptomoneda afirma ser el futuro económico en el mundo.

14 min. lectura

Publicado: 09/12/2021 15:30

Y resulta que todo lo que toca la digitalidad, acaba transformándose de manera masiva. Llegaron los smartphones y cambió nuestra forma de trabajar, producir y comunicarnos. Llegaron los mp3 y puso boca abajo la industria musical. Netflix cambió el paradigma del cine y la televisión. Amazon mutó la forma que tenemos de comprar. La mitad de camas vacacionales disponibles en nuestras ciudades costeras ya no están en hoteles sino en apartamentos accesibles a través de AirBnB. Desde que manejas la App de tu banco en el teléfono chapan sucursales a puñados, y tecleando en la misma pantalla pides comida a domicilio, taxis, compras de cosas nuevas o usadas... La retahíla es interminable, y en esto de la transformación le ha tocado el turno a algo que llevas en el bolsillo: la pasta, la manteca, la guita, la mosca, el parné, los jurdeles...

El dinero se está transformando. En lugar de imprimirse, extraerse del patrón oro o de unas métricas del Banco Central Europeo, se está minando en ordenadores de todo el planeta. Es por su novedad que las compañías encargadas de poner en marcha este tipo de bancos binarios necesitan estar en el imaginario público, y de manera silenciosa y poco a poco se están colando en la Fórmula 1. Aston Martin tiene un acuerdo con Crypto.com, las pegatinas del exchange FTX son visibles desde las cámaras onboard de los Mercedes, Alfa Romeo tiene un apaño con Socios.com o Williams colabora con Omnitude para crear productos digitales de esta guisa. Red Bull y McLaren tienen de sponsor a la moneda Tezos, y Alpine sacó NFT (productos con reserva de valor digital) basados en sus coches de calle.

De esta multiplicación de los panes y los peces binarios salen unos tres billones de euros en todo el planeta

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Incluso Alpha Tauri va mucho más allá. No solo tiene un acuerdo con la moneda Fantom, sino que su primer espada, Pierre Gasly, sacó en compañía de esta empresa tokens digitales a su alrededor. Las 353 unidades, 350 ‘vulgares’ y 3 muy exclusivas, se agotaron en apenas quince minutos; algunas alcanzaron la cifra de 60.000 euros. Estos tokens o ‘monedas’ digitales se pueden canjear por imágenes de colección en serie limitadas, productos relacionados con el piloto o incluso encuentros VIP con el corredor. Más paradigmático es el caso de Crypto.com. La compañía norteamericana con sede en Singapur llegó a un acuerdo comercial con Liberty Media para patrocinar la Fórmula 1. En el lote, valorado en algo más de 100 millones de euros por tres años, entraba publicidad estática, la esponsorización de las clasificaciones al Sprint, y el premio al mayor adelantador de la temporada, tabla que al cierre de este artículo lideraba Fernando Alonso.

El anuncio de este acuerdo se hizo público el 1 de julio de este 2021. Desde entonces, y hasta la carrera de Catar, el valor de su moneda, el CRO, ha multiplicado casi por nueve su valor. El que metiera 1.000 euros en verano, antes de diciembre recogerá 9.000. De esta multiplicación de los panes y los peces binarios sale una cantidad de pasta fenomenal que está tasada en unos tres billones de euros en todo el planeta. Esto es dos veces el Producto Interior Bruto de España durante una temporada. Lo mejor numéricamente no es esto; lo mejor es que se estima que esto se va a seguir multiplicando durante los próximos años... y la criptotecnología del dinero ya tiene asiento de primera en la Fórmula 1.

El automovilismo es el deporte más caro de la creación y a nadie escapa que es un hambriento fagocitador de dinero. En los años 70-80 fueron Marlboro, Camel, Gauloises, Rothmans, John Player Special, Benson & Hedges. Con el cambio de siglo fueron sustituidas como fuente de ingresos por varias tecnológicas como AT&T, HP, Compaq, Telefonica, Orange o Vodafone. El testigo fue más retomado tras su marcha por bancos como Santander, ING, HSBC o RBS, y casi todos ellos se piraron al tener sus propios problemas para dejar un poco peladas las carrocerías de muchos monoplazas. Por su parte las marcas automovilísticas, un clásico en la F1, han estado y se han ido siempre al socaire de su devenir en el mercado de la automoción.

Este mercado es un campo de minas a cuenta del Dieselgate, la emergencia de lo ecológico y sus duras regulaciones, la dinamita de Tesla y los coches eléctricos. Si a todo ello sumas la crisis de los microchips sus directivos andan como pollo sin cabeza sin saber muy bien cómo, cuándo y dónde va a acabar todo esto. Los responsables de las escuderías se rascan la cabeza, se miran los zapatos, y cuando llega cualquier buena oferta con un buen fajo bajo el brazo, sonríen y estiran el brazo con la mano abierta.

Habrá quien piense que esto del criptomercado no le gusta, pero de ser así, que se vaya acostumbrando porque es lo que va a dictar muchos de los grandes pasos de la economía en la próxima década. Visto desde el otro lado, se estima un crecimiento exponencial dentro de los próximos años en esta materia. Hay pocos mercados publicitarios transnacionales como la Fórmula 1 y los más aventajados en esta asignatura son los de Crypto.com. No sólo patrocinan la Fórmula 1 sino también a la liga de lucha UFC (la de Connor McGregor) se ha ‘comprado’ el estadio de los Angeles Lakers o echa manteca por encima del Calcio italiano o el Paris Saint Germain. Uno de los ejes de su política patrocinadora era buscar representantes de orden planetario, mediáticos, y sin demasiado arraigo nacional; buscaban, buscan, plataformas publicitarias globales, o en su defecto, con incidencia multinacional… y en eso hay pocas como la Fórmula 1.

Por esto no sería de extrañar que en lo sucesivo, y observando cómo crece la audiencia de un tiempo a esta parte, que esto vaya a más, las criptomonedas existentes incrementen su presencia o incluso lleguen otras ya sea de forma permanente o temporal. Al igual que ya hemos visto promociones temporales de películas como las de Star Wars, James Bond u Ocean's 12, las empresas de dinero criptográfico lanzan nuevos tokens, productos digitales NFT, tarjetas de crédito o servicios y esto acabará teniendo reflejo en la Fórmula 1. En palabras de Kris Marszalek, el masca de Crypto.com, «la próxima década pertenece al cripto» y esto va a tener un reflejo en la economía y en el negocio del deporte y de esta especialidad.

A nadie debería escapar un dato paralelo a todo esto. Dentro del deporte, habrá quien discuta que los eSports son deportes o no, pero nadie duda de la convergencia de lo real y lo binario en el plano económico-social. Si los ePilotos sueñan con conducir coches en el mundo real y los de asfalto se prueban y experimentan en simuladores técnicamente derivados de los videojuegos, pocos reparan en el eje cartesiano de todo este jaleo: el dinero. Se calcula que en el mundo hay unos 3.200 millones de videojugadores, y el promedio global de gasto de cada uno de ellos viaja entre los 100 y 200 euros anuales. Echa cuentas. Bien, pues todos ellos van a pasar en breve por el Metaverso, que no es solo el último invento de Mark Zuckerberg, sino un espacio virtual en el que muchas empresas como Nike, Reebok, Coca Cola o Gucci ya están invirtiendo. La idea es que te calces unas gafas de realidad virtual y puedas reunirte con compañeros de trabajo, amigos, ver la Capilla Sixtina, o jugar a videojuegos en un megaentorno crónico al del mundo real… ¿Mundo real? ¿Virtualidad? ¿Carreras de coches? Ya se está investigando la posibilidad de que con esos chirimbolos pegados en tu cara puedas comprarte una entrada del Gran Premio de Italia, por ejemplo, donde elegir un asiento y ver la carrera desde allí aunque no te muevas de tu salón. Todo esto estará financiando, compravendido y estimulado por el dinero digital porque parte de principios tecnológicos análogos: el blockchain, padre y madre del criptodinero, que es solo uno de sus productos.

Así que tenemos los nuevos patrocinios, conexión tecnológica con lo virtual, los videojuegos, simuladores, nuevas formas de entretenimiento partiendo de lo viejo y ya conocido, y la clave de todo: el dinero, dinero fresco. Aunque se va a imponer un límite presupuestario a las escuderías, cuando llegue más liquidez —si es que llega— esos límites se acabarán moviendo como ha ocurrido en la liga de fútbol americano yankee, que jamás ha crecido tanto ni jamás ganaron tanto dinero.

David Moreno nos trae la previa de la carrera final de esta temporada.

Al principio del principio de la pasta un romano entregaba un pollo a cambio de un melón; esa era la moneda de cambio, no había otra. Más tarde llegó el oro, después el oro contenido en piezas estandarizadas, se inventó la moneda. A alguien se le ocurrió sacar el metal precioso de esas monedas y dotarlas de su valor equivalente. Los chinos inventaron los billetes, después llegó el hoy casi desaparecido cheque y de ahí saltamos a que hoy la mayoría de operaciones que hacemos son virtuales, ya sea por transferencia bancaria, Bizum, o tarjetas de crédito. A pesar de que tenerlo, lo tienes, en el Siglo XXI apenas tocas ya tu dinero. Cuando llegó el de plástico muchos lo miraron con extrañeza. Sostenían las Visas con las dos manos, las miraban por delante y por detrás y preguntaban, «¿y dónde está aquí el dinero?».

Pues con el criptodinero está pasando un poco lo mismo en esta tercera década del XXI. Al igual que hemos ido dejando de usar el metálico porque el electrónico es más eficiente, esta nueva iteración del valor se está colando poco a poco bajo la rendija de la puerta para que en un tiempo acabe desplazando a lo conocido y extendido a día de hoy. Y de momento, a la Fórmula 1 y la velocidad, le está sentando muy bien. No es baldío que el director de asociaciones comerciales de la F1, Ben Pincus, diga que «estamos explorando el mundo de la criptodivisa, un área en la que estamos muy interesados». Ha olido la pasta desde lejos. Y no es el único que ha olfateado este necesario combustible.

Fotos: Unsplash

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