Ante unas gradas que presentarán sus mejores galas en casi 15 años, y un calor asfixiante, los pilotos de la Fórmula 1 se enfrentan al importante desafío de la clasificación del Gran Premio de España, que adquiere una relevancia capital por la conocida dificultad para ganar posición en pista en el Circuit de Barcelona-Catalunya. Y si alguien parece tener todos los elementos necesarios para hacerse con la codiciada pole position, ese es Charles Leclerc, dueño y señor de los entrenamientos libres al volante de su Ferrari.
Por desgracia, la carrera de casa no ha supuesto una mejora de las fortunas para su compañero Carlos Sainz, que ha tenido que estrenar un chasis nuevo este sábado tras un problema en el sistema de combustible, y que se enfrenta a una oposición revitalizada. No solo sigue presente la alternativa de los Red Bull, abanderada como siempre por un Max Verstappen que no se ha mostrado tan excelso como en eventos anteriores, sino que a ellos se les ha sumado una Mercedes a la que la actualización aerodinámica parece haber devuelto a las posiciones de honor.
Tras amenazar con ello sin llegar a cumplirlo en el Gran Premio de Miami, tanto Lewis Hamilton como George Russell se han situado cómodamente en las posiciones de top 5, mezclados con Sainz y los Red Bull, y se encuentran de largo en su mejor situación competitiva de la temporada. Bastante mejor, por ejemplo, que la de una Alpine que, tras un viernes muy productivo, parece haber dado un paso atrás este sábado. Si se consigue recuperar la velocidad de ayer, Fernando Alonso buscará acercarse lo más posible a los seis primeros o incluso robarles alguna plaza, con el permiso de equipos como McLaren.
Siendo un perenne escenario de entrenamientos de pretemporada, no hay nada en la configuración de Montmeló que pille por sorpresa a los equipos (a la espera de que se apruebe la configuración sin chicane para 2023). Es por ello que tienen todo por lo mano a nivel de lo que exige el coche en un trazado notablemente técnico y exigente con el balance aerodinámico del coche. Sin embargo, las altas temperaturas es algo con lo que no han tenido que lidiar con esta generación de coches, y supondrá una prueba de fuego importante a nivel de fiabilidad para muchas de las máquinas, algunas de las cuales ya tuvieron roturas en circunstancias menos exigentes.