Habitualmente, el Gran Premio de Australia es una prueba repleta de color, un escenario con un ambiente similar al de una vuelta al cole en la que todos los implicados están deseosos por desempolvar sus nuevas máquinas ante el resto de alumnos, en este caso pilotos. No obstante, el ambiente se ha tornado gris tras la repentina e inesperada muerte de Charlie Whiting, una figura tremendamente decisiva en el desarrollo de las carreras, y cuya ausencia se empezará a notar ya desde el inicio de los entrenamientos libres en Albert Park.
En el aspecto puramente competitivo, los equipos deberán empezar a plasmar lo intuído en Barcelona, donde el consenso general era que Ferrari contaba con un pequeño margen sobre Mercedes que esperan poder poner de manifiesto en el trazado semi-urbano localizado en la ciudad de Melbourne. A su vez, Red Bull tendrá que medir fuerzas, no solo respecto a los dos grandes, si no también a una zona media en la que Renault y Alfa Romeo parecen agitar sus armas con intensidad. McLaren, por su parte, llega con muchas certezas, pero también muchas preguntas que responder respecto a su ritmo, algo que el único piloto español de la parrilla, Carlos Sainz, deberá empezar a responder hoy mismo.