Virutas F1Miami: instrucciones de uso

Las cifras que arroja Miami dan miedo. 24.000 toneladas de asfalto, once kilómetros de vallas protectoras, entradas agotadas en menos de una hora, piden 1.400 dólares en la reventa… Números aparte, lo del GP de Miami va a ser toda una experiencia que va a marcar un antes y un después, y para adivinarlo basta con conocer un poco el escenario.

Miami: instrucciones de uso
El nuevo circuito de Miami promete un nuevo nivel de sofisticación en la Fórmula 1.

12 min. lectura

Publicado: 22/04/2022 15:30

Miami no es la capital de su estado, Florida, que recibió su nombre español debido a la ‘Pascua Florida’ y no por su vegetación. Aunque ya había asentamientos de indígenas, el primer occidental que puso sus pies allí fue el explorador Juan Ponce de León, que pasara a la historia como el incansable buscador de la fuente de la eterna juventud. Las raíces de Miami son tan españolas que la bandera de la ciudad es una cruz en forma de aspa roja que cruza de esquina a esquina… es la bandera de los Tercios españoles, la de San Andrés, la que representó a España durante siglos. El setenta por ciento de su población habla español, y tan solo usa el inglés un veinticinco. La inmigración latina hizo de Miami su reino, y no hizo más que ayudarla a crecer y desarrollarse.

Tanto es así que es la tercera ciudad más rica de Estados Unidos, y se ha ganado en varias ocasiones el título de ‘la más limpia de América’. Pero hay truco. El sheriff del condado —el jefe de Horatio Caine— receta una multa de cien dólares diarios a todo infiel que no mantenga su jardín limpio como una patena. Como llegue un municipal y considere que tu césped está más alto de lo que proponen las regulaciones, date por multado a razón de esos cien al día hasta que le pases la segadora. De ahí que Miami luzca siempre tan bonita en las fotos… y los hijos de los vecinos se ganen sus primeras pelas y desarrollen un espíritu emprendedor desde muy jóvenes. Allí lo del «mamá dame» tiene una respuesta fácil: «gánatelo y ya sabes por donde empezar, que mira como tiene el jardín el de enfrente». Ah, y ojo con comprarte un chabolo que haya estado desatendido durante un tiempo porque igual te obligan a pagar las multas acumuladas del propietario anterior.

Resultaría terrible que cientos de miles de familias acudiesen a su smackchiflante recinto y volviesen a casa devorados por los mosquitos

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Hace unos años se puso de moda tener una serpiente en casa. Ver las curvas de Salma Hayek bailando con un ofidio con los colores de BrawnGP en «Abierto hasta el amanecer» causó inquietud a muchos que quisieron replicar la escena en casa. El problema es que con los años se acabaron cansando de tener que echarle de comer a las bichas, dejarlas solas al irse de vacaciones, y algunas se acabaron zampando al gato o el perro (¡?). La solución fue irse a los everglades, o sea, a las zonas pantanosas del sur, y tirarlas al agua. Esto acabó jorobando el delicado ecosistema. Las serpientes se montaron un menú a base de pájaros, peces y los caimanes que se repartían plácidamente el espacio.

El desastre medioambiental estaba servido, así que las autoridades pusieron en marcha un plan de ataque: pagar a la gente para que capturase las serpientes. La caza suele hacerse de noche, que es cuando salen a cenar, y pagan por su longitud, generalmente a razón de 3.000 dólares la pieza. Hay colegas que se han forrado jugando a ser Cocodrilo Dundee. YouTube está infestado de vídeos explicando como lo hacen, y si, resulta espectacular, porque las pillan «a mano». Más de animales. En Miami están prohibidos los pitbull de ahí que uno de sus habitantes más célebres, el cantante Pitbull, gaste ese nombre para autoinculparse de vecino incómodo. «¿Que están prohibidos los pitbull? Pues aquí estoy yo», afirma dándose golpes en el pecho.

El parque de atracciones del ratoncito Mickey más grande y lustroso del planeta está en Orlando, al norte de Miami, y es una de las grandes atracciones del entorno. El problema es que Disneylandia está, como quien dice, a metros de zonas con enormes extensiones repletas de agua y vegetación. Resultaría terrible que cientos de miles de familias acudiesen a su smackchiflante recinto y volviesen a casa devorados por los mosquitos. La solución fue cazar un número representativo de aerobichos, analizar su ADN, y crear un aerosol que se los cargue solo a ellos sin tocar el resto de flora y fauna circundante. Varias avionetas fumigan, cargado con este insecticida hecho a medida, dos veces al día. El resultado es que le resulta más sencillo entrar en el recinto a un tanque que a un mosquito

Los americanos tienen una expresión que gustan lanzar a los vientos para jalearse: “el cielo es el límite”. Bueno… el cielo o las 62 plantas a las que limita la legislación actual a la hora de levantar edificios desde el nivel del suelo. Ese es el tope. Lo que se está haciendo es comprar decenas de edificios bien situados pero con las diez o doce plantas que dejaban construir hace unos años para dinamitarlos, y construir con ese nuevo límite. Hay varios proyectos en marcha en este sentido, y los precios previstos para sus apartamentos menos baratos es de cuarenta y ocho millones de dólares. Si, 48.

Virutas tiene un amigo que en 2012 se trasladó a la llamada ‘Magic City’, la Ciudad Mágica. «Me invitaron a un evento, una presentación, algo que no entendí demasiado bien. Era en un teatro, y estaba repleto de gente. Iba vestido con un polo y unos pantalones chinos, y parecía un marciano, el raro era yo. Estaba rodeado de gente muy joven, todos en chancletas, tatuados, con piercings, los pelos de colores. Todos ellos tenían una mochila y un ordenador portátil repleto de pegatinas. El tipo que hablaba vendía un producto digital que enfervoreció a los presentes. Todo el mundo se volvió loco y todos compraron de aquello. El que me llevó me preguntó que si me iba a meter. Y le dije que si estaba loco. Me fui. Ahora todos aquellos chalados compran edificios enteros, pasean en Ferraris, y tienen yates enormes. Era la presentación del Bitcoin. Todos son multimillonarios. Todos menos yo», cuenta riéndose. Y es que es en Miami la cibermoneda monta cada año uno de sus eventos más rimbobantes, y de hecho es Crypto.com la firma que patrocina el Gran Premio de Miami.

En palabras del viruamigo, «la Formula 1 aquí no es algo impactante, pero por las calles se empieza a apreciar que va a ocurrir algo grande. Desde hace meses llega gente que está montando el circuito, con unas instalaciones de un calibre que nunca se han visto aquí. Hay mucha publicidad, y huele a algo gordo. Hay reventas con precios muy altos porque las entradas se agotaron hace meses en poco más de media hora. Va a ser un bombazo para la ciudad y para la Fórmula 1. ¿Lo de los yates? Alucinas porque lo de los yates es genial. Aquí hay mucho dinero, muchos ricos, y si eres rico has de tener un cochazo y un yate.

¿La gente no se lleva una silla plegable a la playa? Pues aquí te puedes llevar tu barco, para ver la carrera de desde él, como en Mónaco. Han montado una especie de lago artificial en el centro del circuito, que creo que ni tienen profundidad para poner en marcha los motores, no pueden navegar. Si quieres poner allí tu barco, llamas, te suben con una grua tu yate en un tráiler enorme, y te lo vuelven a descargar en el agua de ese lago. Cuando acaba la carrera, te lo llevan de vuelta al mar. Cuesta una locura aunque aquí hay dinero para todo (risas) Es una ciudad muy rica. Están construyendo una terminal para cruceros valorada en 300 millones de dólares, es el puerto de cruceros más grande del mundo».

Si vas al Gran Premio y te quedas con ganas de más coches, siempre podrás irte al Miami Auto Museum, propiedad de Michael Dezer, un tipo que se mueve por la ciudad con un Bugatti Divo que cuesta cinco millones de euros. En el museo te toparás con más de 1.000 vehículos entre mecánicas militares, históricas, deportivas o procedentes del cine. Uno de ellos es el Rolls-Royce Phantom III que usaba el malo en Goldfinger, varios Batmoviles originales, el de los Cazafantasmas, el DeLorean de Regreso al futuro, el Ford 1948 de Grease o el coche de Mad Max. También la Vespa original que condujo Dezer a los 16 años. Solo en Miami podrías subir con ella, o con tu coche habitual, hasta la puerta de tu casa si es que vives en una planta sesenta. Es justo la altura de la Porsche Tower. Y es que tienen un ascensor robotizado que te remite aparcar tu coche en la puerta de tu casa; no en el portal, no, en-la-misma-puerta-de-entrada… aunque vivas en el ático a 195 metros del suelo. Por todo esto, y por lo que prometen desde la organización, sabes que van a hacer palidecer a lo que se arma en el Gran Premio de Abu Dhabi. Miami subirá el listón. Así que bienvenido Miami… bienvenido a Miami.

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