Memorias de Mónaco 1996: terminar era subir al podio

El Gran Premio de Mónaco fue la única ocasión en la historia en la que todo piloto que vio la bandera a cuadros subió al podio. En una carrera que empezó sobre mojado, los abandonos se fueron sucediendo hasta que quedó un sorprendente ganador. Francia fue protagonista absoluta. Tanto, que no ha vuelto a serlo.

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Publicado: 22/05/2015 09:30

La sexta prueba de la temporada 1996 se celebraba en el trazado urbano de Mónaco. Michael Schumacher marcó la pole en la jornada del sábado por delante del Williams Renault de Damon Hill, que dominaba el campeonato con solvencia. Era la primera pole para Ferrari en Mónaco desde 1979, y el alemán aspiraba a convertirla en el primer triunfo de los del Cavallino en el circuito monegasco desde 1981. El ‘Kaiser’ estaba en su primera temporada en Ferrari, pero echando un vistazo rápido a la parrilla de Mónaco, alguno pudo pensar que había fichado por McLaren. La razón estaba en el casco que lucía David Coulthard en la carrera, prestado por Michael, pues el del escocés había sufrido un problema. La salida, contra todo pronóstico, fue limpia, y no hubo toque alguno entre los 21 coches que iniciaron la carrera.

Pero la purga había comenzado incluso antes de ver los semáforos verdes, ya que Andrea Montermini había estrellado su Forti en la vuelta de reconocimiento. Jos Verstappen perdió el control de su Footwork en la primera curva y se salió, y en el primer giro vimos también uno de los dos cascos de Schumacher junto a las protecciones: el coche empotrado era el Ferrari y el piloto retirado era Michael, que decía adiós a la posibilidad de su primera victoria de rojo. Barrichello también abandonó en la primera vuelta, y los dos Minardi tuvieron un encontronazo que dejó fuera de carrera a ambos. Solo había pasado una vuelta y de los 22 pilotos que disputaban el mundial solo quedaban en pista 16. La vuelta 2 dio un respiro, pero el tercer giro volvió a dejar otra ‘víctima’, y el cuarto otra más. 14 monoplazas sobre el asfalto mojado, y subiendo.

Gerhard Berger sufrió un problema en la caja de cambios y tuvo que parar su Benetton en la vuelta 10, dejando el número de pilotos en 12. Damon Hill dominaba sin mayores problemas, con el Benetton de Alesi en la segunda plaza y el Ferrari de Irvine en la tercera. Cuarto era Frentzen con el Sauber y quinto Coulthard con el McLaren. Comenzaron a llegar las paradas y no hubo más abandonos hasta la vuelta 30. El caído en esa ocasión fue Martin Brundle. En pugna con Panis, Irvine, tercero, acabó frenando en seco para no chocarse contra las protecciones, y perdió toda opción de subir al podio con daños en el Ferrari. La carrera dio un giro mayor cuando, en la 40, el motor del Williams que lideraba la carrera se detuvo, y Hill dio por terminada su participación en el Gran Premio de Mónaco. Para entonces, Olivier Panis, que había salido 14º con el Ligier Mugen Honda, era ya tercero, y subió al segundo lugar. El liderato lo recogió Alesi, y dos franceses dominaban la prueba de un Principado que mantiene una estrecha relación con Francia.

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Era la vuelta 60 cuando la suspensión de Alesi le hacía retirarse, y Panis se puso primero. Esa misma vuelta, Luca Badoer y Villeneuve se tocarían por una fea (y sancionada) maniobra del italiano, y ambos acabaron fuera de carrera. Irvine perdió el control de su Ferrari, y contra él fueron a parar los finlandeses Mika Salo y Mika Hakkinen, dejando el número de pilotos activos en cuatro. Frentzen se dirigió a boxes y su compañero en Sauber, Herbert, era tercero. Con las dos horas superadas, la carrera llegó a su fin, y Olivier Panis cruzó en primera posición la línea de meta. Solo Coulthard, segundo, y Johnny Herbert, hicieron lo propio, registrando un nuevo récord: fue el gran premio en el que menos pilotos vieron la bandera a cuadros.

Por primera vez un francés ganaba en Fórmula 1 en Mónaco. Y no solo eso: Alesi se llevaba la vuelta rápida, y la escudería ganadora, Ligier, también era francesa. Un día tan completo para Francia en su país vecino que agotó su dosis de protagonismo y, desde entonces, casi 20 años después, ningún piloto de esa nacionalidad ha vuelto a ganar ni en Mónaco ni en ningún otro circuito de Fórmula 1. Fue la última victoria de Ligier, la última de un piloto francés y la última vuelta rápida de alguien de ese país hasta que Grosjean la consiguiera en 2012 en Barcelona. “Todos los pilotos sueñan con ganar en Mónaco al menos una vez”, decía Panis. Ninguno puede decir, como él, que el 100% de sus victorias en la categoría reina (solo consiguió una en toda su trayectoria) fueron allí. Con multitud de abandonos y una pizca grande de suerte, sí. Pero a quién le importa eso.

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