GP de Montreux 1934, solamente una vez
Al este de Suiza, en el cantón de Vaud, se ubica la ciudad de Montreux. Justo en el lado más oriental del lago Leman, la ciudad es actualmente famosa por su festival de jazz o porque Freddy Mercury era un residente habitual del lugar. Pero por una vez, la tranquilidad del lugar se quebró con el sonido de motores.
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Publicado: 03/06/2023 15:00
Tenemos que remontarnos al año 1934. Suiza tenía desde 1931 el precioso circuito de Bremgarten, a las afueras de Berna, en activo, aunque sólo había celebrado carreras de motos. Se trataba de un circuito rutero entre bosques. También se había disputado el GP de Ginebra en 1931, en Meyrin, aunque de trágico recuerdo. Aún así, el Automóvil Club de Suiza, en colaboración con el cantón de Vaud y las asociaciones de motor de la ciudad idearon de nuevo una carrera en un circuito urbano en la ciudad.
De hecho, iba a ser la primera vez que los coches de Gran Premio correrían en Suiza, porque el I Gran Premio nacional estaba previsto para agosto de ese año en Berna, mientras que la carrera de Montreux estaba prevista para el 3 de junio. El inconveniente era que el Eifelrennen, una carrera con mucha más tradición y solera en el calendario internacional, estaba prevista para el mismo día. Eso implicaba que los tremendos monoplazas de Mercedes-Benz y de Auto Union no concurriesen a la carrera suiza y se centrasen, lógicamente, en la que se correría en Nürburgring.
La historia del Gran Premio de Montreux, Suiza
Eso también suponía que las grandes estrellas del momento no participasen en Montreux -los Caracciola, Nuvolari, Chiron, von Brauchitsch o Stuck, por citar a algunos-, sino que tan sólo hubiese una inscripción de 12 pilotos. La Scuderia Ferrari, con los Alfa Romeo Tipo B/P3, estaba presente, y era el equipo más fuerte en liza. Gracias a ellos, de hecho, iba a participar el gran Achille Varzi, este sí uno de las más rutilantes estrellas del automovilismo. Sus compañeros serían el jovencísimo y talentoso Guy Moll, que estaba impresionando ese año en el seno de la Scuderia -había ganado nada menos que el GP de Mónaco- y Carlo Felice Trossi, piloto de nivel que había sido presidente de la Scuderia Ferrari en 1932.
Aparte del Maserati 26M oficial en manos de Goffredo Zehender, el resto eran competidores privados pero competitivos. Pierre Veyron en su Bugatti T51, Philippe Étancelin en un Maserati 8CM o Raymond Sommer en un Alfa Romeo Monza. Todos ellos sabían lo que eran ganar carreras, de Gran Premio o de sports, de modo que, bien mirado, la parrilla para Montreux no carecía de interés. Los organizadores no escatimaron en gastos, con un coste de 100.000 francos para montar el circuito.
Un circuito de 3.320 metros -una longitud muy similar a la de Mónaco, que tenía por entonces 3.180 metros- con sentido antihorario. La salida estaba en la parte del lago, cerca del mercado -donde se alza la famosa estatua del vocalista de Queen-, en la Grand Rue. Desde allí, pasado el Casino se llegaba a una curva de noventa grados en el Hotel Palace para tomar la actual Rue Nestlé. Tras una sucesión izquierda-derecha, se desembocaba en una recta, paralela a la principal, en la Avenue des Alpes, que llevaba a una chicane en la Iglesia Apostólica, y desde ahí a la horquilla de Mirabeau, que marcaba el retorno hacia la recta de meta, primero por la Rue Vernex, y tras un enlace izquierda-derecha donde hoy está el auditorio del festival de jazz, volver a la Grand Rue para llegar a los boxes, la tribuna principal y el punto de inicio del circuito.
GP de Montreux de 1934, los entrenamientos libres
El jueves 31 de mayo, de 8 a 9 de la mañana, tuvo lugar la primera sesión de entrenamientos. La lluvia fue la verdadera protagonista, de modo que sólo cuatro pilotos probaron el nuevo trazado, con Étancelin haciendo testimonialmente el mejor tiempo. El viernes 1 de junio fue la segunda sesión de pruebas, también de una hora, comenzando a las 14 horas bajo un intenso sol. En consecuencia, los tiempos bajaron doce segundos, con Guy Moll marcando un 1’57, superando a Étancelin y a Trossi, mientras Varzi se encontraba a seis segundos del mejor tiempo. Finalmente, el sábado a las 8 tuvo lugar la última hora de pruebas, con la pista secándose por la lluvia nocturna.
En esta sesión acabó de definirse la parrilla de salida. Así, Philippe Étancelin extrajo todo el potencial de su Maserati y rebajó cuatro segundos su anterior registro para lograr la pole con un tiempo de 1’54, seguido en primera línea por Whitney Straight en un Maserati 8CM privado. Guy Moll, que no pudo mejorar su tiempo del viernes, sería tercero, mientras que Achille Varzi, que redujo en tres segundos su mejor tiempo, se conformó con salir octavo gracias a su 2’00. Por su parte, Trossi partiría sexto, en mitad de la parrilla, con un 1’59 que era su mejor tiempo del viernes, incapaz también de mejorar su registro el sábado.
El domingo, Montreux amaneció en mitad de una tormenta que se prolongaba desde la noche. Las dudas sobre la disputa de la carrera empezaron a surgir, pero a media mañana, súbitamente, el sol hizo acto de presencia para no dejar de lucir el resto de la jornada. Y así, las gradas se llenaron, pero también los balcones y ventanas de los hermosos edificios de la ciudad, ansiosa por estrenarse en el mundo de la competición. Ese momento llegó a las 14 horas, cuando el presidente del Automóvil Club de Suiza, Edwin Mende, bajó la bandera.
La carrera del GP de Montreux de 1934
Étancelin no dio opción desde el inicio y tomó el mando por delante de Straight, Moll, Benoît Falchetto, Trossi Hamilton y Varzi. Enseguida se pudo comprobar que en las estrechas calles suizas iba a ser muy difícil adelantar, de modo que Étancelin empezó a abrir hueco, mientras Moll trataba de adelantar para poder seguirlo. Lo lograría pasada la vuelta cinco, igual que Varzi progresaba hasta la cuarta posición, superando entre otros a Trossi. Pero Moll empezaría a tener problemas con pérdidas de aceite en su Tipo B/P3, y tuvo que detenerse en boxes durante mucho tiempo, cayendo a último lugar. Al final se retiraría en la vuelta cuarenta y dos.
Llegados a las 20 vueltas, Étancelin había abierto una distancia de cuarenta y un segundos sobre Straight, que se veía perseguido de cerca por Varzi y Trossi, pero incapaces de ponerse a su estela y superarle. Sería un problema mecánico el que les ayudaría en la vuelta treinta y ocho. Straight tenía una pérdida de aceite que manchaba sus gafas y tenía que parar a limpiarlas cayendo al cuarto lugar, de modo que Varzi y Trossi ocuparon las posiciones de podio. Pero eso no significaba que se acercasen al líder: mediada la carrera, la diferencia era de más de un minuto, en una carrera soberbia del francés en el liderato.
Justo en ese momento, como si se hubiera despertado de un rutinario letargo, Achille Varzi empezó a ser el más rápido, con diferencia, en las calles de Montreux. Había vueltas que recortaba uno o dos segundos, con su estilo pulcro y efectivo. Étancelin respondía, pero lentamente la distancia se reducía. El punto álgido llegó en la vuelta sesenta y cinco de las noventa programadas, cuando el liderato se había reducido a veintinueve segundos y Varzi parecía lanzado hacia el primer puesto. Pero su Tipo B/P3, una de las geniales obras de Vittorio Jano, tuvo la misma pérdida de aceite que Moll, lo que le hizo parar en boxes. Limpió sus gafas, revisaron el problema, y volvíó en tercer lugar, pero doblado por el líder.
La victoria de Trossi en el GP de Montreux de 1934
Un Étancelin que a falta de veinte vueltas era líder por más de un minuto. Pero entonces fue Trossi el que destapó la quintaesencia de su pilotaje y empezó a reducir la distancia. La situación para Étancelin no era preocupante hasta que sus frenos tuvieron una fuerte bajada de rendimiento, agotados por el esfuerzo en el circuito urbano. Ahí fue cuando la distancia empezó a caer del orden de los seis y siete segundos por vuelta. De hecho, Varzi llegó a desdoblarse, pero la amenaza era Trossi. El público estaba entusiasmado ante la situación: la resistencia del líder con un pilotaje controlado frente a la acometida del perseguidor.
A cinco vueltas para el final, el liderato era aún de trece segundos. Pero Trossi estaba desencadenado, marcando la vuelta rápida con un tiempo de 1’52’’8, más rápido que la pole position. A falta de dos vueltas, los retrovisores del Maserati 8CM reflejaron la silueta roja de un Alfa Romeo acercándose sin piedad. Étancelin sólo pudo verlo pasar y Trossi se alejó hacia la victoria, lo que le reportó 15.000 francos por el triunfo más otros 2.000 por la vuelta rápida y 200 extra por ser el líder al final. Étancelin se embolsó los 9.000 del segundo puesto, más otros 1.600 por ser líder cada diez vueltas. Había llegado a sólo 7’3 segundos, mientras que Achille Varzi era tercero con vuelta perdida y 5.000 francos en premios. Sólo ocho pilotos acabaron la carrera.
Los coches nunca volvieron a competir en Montreux. Entre otros motivos, las pérdidas económicas y la fuerte irrupción de Bremgarten como sede del motor en el país. Pero curiosamente, en Montreux los coches quedaron fuertemente enraizados. Allí se ha venido disputando durante mucho tiempo un evento de clásicos que recuerda que una vez, la ciudad conocida por la tranquilidad y el jazz albergó un Gran Premio.