GP CanadáMemorias de Canadá 1995: quizás Jean no conducía solo

Schumacher se dirigía hacia la victoria en el Gran Premio de Canadá de 1995, pero una avería en su Benetton impidió que subiera al escalón más alto del podio. Recogió el liderato de carrera y el posterior triunfo un piloto que, tal vez, no pilotaba solo. Os contamos el gran premio de F1 con un vídeo resumen incluido.

8 min. lectura

Publicado: 05/06/2014 10:30

Michael Schumacher, campeón del año anterior, había ganado tres de las cinco primeras carreras de 1995 con el Benetton. Las otras dos habían sido para Damon Hill con el Williams, y eran los dos grandes favoritos para la sexta prueba del año. Schumacher dominaba el mundial, con Hill segundo y ambos muy alejados de los dos Ferraris, donde Berger era tercero y Jean Alesi cuarto. Llegaba el Gran Premio de Canadá, y Schumacher marcaba el mejor tiempo en clasificación, saliendo en primera línea justo por delante de Damon Hill. El alemán arrancó sin problemas, y en los primeros compases de carrera, Herbert y Hakkinen se chocaron y tuvieron que abandonar, pese a haber salido 6º y 7º respectivamente.

Quinto había partido Jean Alesi y cuarto su compañero Berger. El tercero era Coulthard, que se salió de pista tras un trompo y puso fin a su participación en aquel gran premio. Alesi aprovechó esa maniobra para adelantar a su compañero Berger y ponerse tercero. Los Ferrari comenzaron a recortar tiempo a Hill, que era segundo. Cuando se acercaban a varios pilotos doblados, Jean Alesi consiguió pasar a Hill para regocijo de las gradas, y ya era segundo. Poco después Berger hizo lo propio y Hill caía al cuarto lugar. Pero, varias vueltas más tarde, Berger se quedó sin gasolina y consiguió llegar justísimo hasta boxes por la inercia de la marcha que llevaba el coche. Regresó a pista alejado ya de su compañero y de Hill, sus rivales por el podio.

Schumacher sacaba más de medio minuto a Alesi, que tenía tras de sí a diez segundos a Damon Hill. Sin embargo, en la vuelta 50, a 18 del final, abandonaba Hill por un problema en la caja de cambios. Schumacher se encaminaba hacia su cuarta victoria de la temporada. Alesi, que había pilotado muy rápido, se conformaba con el que iba a ser su tercer segundo puesto de lo que llevaba de campeonato. Pero no estaba todo decidido. Barrichello era tercero con el Jordan, seguido de Irvine, su compañero.

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Schumacher no tenía rival, pero a doce vueltas del final, sufrió una avería en su Benetton y fue perdiendo posiciones. Consiguió llegar hasta boxes y el equipo le cambió el volante, pero cuando regresó a pista ya no tenía opciones de ganar. Se había esfumado una victoria que parecía segura. El liderato de carrera pasaba a Jean Alesi, un piloto talentoso (especialmente en lluvia) que aún no conocía lo que era ganar en Fórmula 1. Por su parte, y ya sin opciones de podio, su compañero Berger tuvo una colisión con Martin Brundle en la vuelta 61 que provocó el abandono de ambos.

Alesi iba primero, muy por delante de los dos Jordan. Pero aún podían suceder cosas, y es que Alesi no era un piloto que tuviera mucha fortuna. Pero aquel día no corría solo, las gradas del circuito Gilles Villeneuve estaban con él. El francés llevaba en su Ferrari el número 27, el mismo con el que, en 1982, había fallecido el propio Gilles Villeneuve, ídolo local que a partir del día de su muerte dio nombre al trazado canadiense. Alesi pilotaba con el aliento de los tifosi ferraristas y con el apoyo, desde quién sabe dónde, del canadiense Gilles Villeneuve, que quería volver a ver desde lo alto a un coche rojo ganando en su país, algo que no sucedía desde 1985.

Las posiciones no se movieron y Alesi vio la bandera a cuadros en primera posición. La grada explotó de alegría. Veían en Jean, con su monoplaza con el Cavallino y el 27 pintados, a su añorado Gilles. Bajo el casco del ganador, las lágrimas de alguien que había tenido mala suerte hasta ese día, un piloto que había perdido la opción de estrenarse en Monza un año antes, cuando sufrió una avería mientras lideraba la carrera. Un francés de origen italiano que ese día cumplía años y que, de pequeño, había querido pilotar un Ferrari justamente por Gilles Villeneuve, su ídolo. Aquella derrota en Monza le dolió más que ninguna otra: dejar escapar la oportunidad de ganar ante su afición le hizo llenarse de rabia. Esa rabia la soltó en Canadá, otro circuito de mayoría ferrarista, donde cumplía su gran deseo de ganar con la Scuderia. Los aficionados, vestidos de rojo, invadieron la pista incluso cuando otros pilotos aún no habían terminado. La victoria significaba el liderato de Ferrari en el campeonato de constructores, pero no solo eso: también Ferrari superaba a Mclaren como escudería con mayor número de victorias en la historia. mientras que Schumacher seguía dominando el mundial de pilotos.

Lleno de satisfacción, y ya volviendo al pit-lane para subir al podio, Alesi cometió el único error del día, y al entrar en quinta marcha en una curva, su Ferrari se rompió. Fue recogido por Schumacher, que le subió a su Benetton y le dio un paseo triunfal de regreso al paddock. Casualmente el propio Schumacher sería anunciado cuatro carreras después como fichaje de Ferrari, aunque quien abandonó el equipo fue Alesi y nunca fueron compañeros. Aquella victoria de Alesi fue de esas que no molestan a nadie. No volvió a ganar jamás en las seis temporadas que le quedaban en Fórmula 1. Ese día el francés lo había merecido, su trayectoria exigía por fin un triunfo y, además, contaba con el apoyo del fallecido Gilles Villeneuve en el circuito que llevaba su nombre. Porque, quizás, Jean no conducía solo.

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