A pesar de su reciente cambio de nombre a Circuito Cataluña-Barcelona (pagado por el ayuntamiento de la Ciudad Condal), Montmeló sigue siendo una de las formas más comunes de denominar a este trazado.
Se trata de una de las pistas clave del calendario de la Fórmula 1. Para empezar, porque ocho de las 12 jornadas de tests que tienen los equipos permitidas se realizan en el Circuito Cataluña-Barcelona. Es decir, se trata del lugar donde los ingenieros prueban más cosas y recogen más datos. Por otro lado, su actual ubicación en el calendario como quinto Gran Premio y primera carrera europea (cercano a las sedes de los equipos) hace que sea el lugar óptimo para incorporar las primeras grandes evoluciones en los monoplazas.
Además, las características de Montmeló lo convierten en un circuito tremendamente exigente y en el que se necesita un coche muy equilibrado en todos los aspectos. Sus 16 curvas (nueve a derechas y siete a izquierdas) exigen a los monoplazas una alta carga aerodinámica y también una buena velocidad punta y capacidad de tracción. En 2013 se incorpora una nueva novedad ya que la FIA ha habilitado dos zonas para la detección y activación del DRS: en la recta principal y entre las curvas nueve (Campsa) y 10.