Lewis Hamilton, ¿el mejor de la historia?
Así que Lewis Hamilton ya es heptacampeón del mundo de F1, hito logrado tras su magnífica victoria en el pasado Gran Premio de Turquía. Con ello iguala a Michael Schumacher en títulos, piloto al que el inglés ha superado en muchos otros registros. De hecho, Hamilton es el detentor de los mejores números en la historia de la Formula 1. ¿Es por ello el mejor piloto de todos los tiempos?
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Publicado: 01/12/2020 21:00
Entramos así en el debate que, siendo sinceros, es estéril. La respuesta, por lo tanto, es que no, no lo es, ni puede serlo, porque comparar épocas es tan difícil como comparar la tecnología actual con la pretérita: hace veinte años, tu ordenador de casa no tenía la capacidad que tiene el móvil que llevas en el bolsillo, pero por aquél entonces, tu ordenador era lo último en rendimiento, capacidad y demás. ¿Era el mejor? Lo era. ¿Es el mejor de todos los tiempos?
De acuerdo, la comparación no es precisamente acertada. Pero quizás se entiende el argumento de base: los tiempos cambian y hay cosas que no son comparables. Sin embargo, vamos a tratar de desgranar si realmente Lewis Hamilton puede considerarse el mejor piloto o si por el contrario su situación se ve sustentada por el rendimiento del que se ha mostrado como el equipo más dominante de la historia del automovilismo.
Empecemos por aquí. Cuando Mercedes compitió en los años 1954 y 1955 también fue protagonista de un dominio de grandes dimensiones en la Fórmula 1. Veamos:
Año | GP | Victorias | Poles | V. Rápidas | Podios |
---|---|---|---|---|---|
1954 | 9 (ausente 2) | 4 (44'44%) | 4 (44'44%) | 4 (44'44%) | 7 (25'92%) |
1955 | 7 | 5 (71'42%) | 4 (57'14%) | 5 (71'42%) | 10 (47'61%) |
Como puede observarse, especialmente en 1955 fueron una potencia que arrasó a la competencia, y en 1954 no lo fue más porque estuvieron ausentes en dos Grandes Premios.
Los siete años que van desde la entrada en vigor de la normativa de motores híbrida en 2014 hasta este 2020 –incluido el GP de Turquía-, es demoledor en todos los frentes:
Año | GP | Victorias | Poles | V. Rápidas | Podios |
---|---|---|---|---|---|
2014 | 19 | 16 (84’2%) | 18 (94’7%) | 12 (63’1%) | 31 (54’3 %) |
2015 | 19 | 16 (84’2%) | 18 (94’7%) | 13 (68’4 %) | 32 (56’1%) |
2016 | 21 | 19 (90’5%) | 20 (95’2%) | 9 (42’9%) | 33 (52’4%) |
2017 | 20 | 12 (60%) | 15 (75%) | 9 (45%) | 26 (43’3%) |
2018 | 21 | 11 (52’4%) | 13 (61’9%) | 10 (47’6%) | 25 (39’7%) |
2019 | 21 | 15 (71’4 %) | 10 (47’6%) | 9 (42’9%) | 32 (50’8%) |
2020 | 15 (Bahrein) | 13 (86’7%) | 14 (93’3 %) | 8 (53’3 %) | 23 (51’1 %) |
Son sencillamente cifras impresionantes, que les han llevado a ganar los 7 títulos de pilotos y de constructores de manera consecutiva, y sólo en 2017 y 2018 –especialmente en este último año- tuvieron una bajada de resultados por la presencia de una Ferrari con un rendimiento a la altura en determinadas fases de la temporada. Pese a ello, las cifras de esos dos años mejoran las de otros equipos dominadores de la historia, por lo que siguen siendo magníficas. Lo que no es normal es el cómputo global, y especialmente este 2020.
Pues bien, hasta el año 2013 inclusive, Lewis Hamilton había disputado 129 Grandes Premios, obteniendo:
- 22 victorias (17’05%)
- 31 poles (24’03%)
- 13 vueltas rápidas (10’07%)
- 54 podios (41’86%)
Cifras muy respetables, sin duda, con un único título mundial en 2008. Una época en la que Hamilton vivió algunos años convulsos, especialmente en el periodo 2009-2011, que aun así no le impidieron mostrar puntualmente su talento natural en pista, pero que dejó cierto regusto amargo –legendarios son ya sus reiterados choques con Felipe Massa en 2011, la mayoría provocados por el inglés-, y el razonable temor de que Lewis se podía convertir en un talento quemado y perdido.
Entonces tomó una sabia decisión en 2012, que fue unirse a Mercedes F1 para 2013. Desde entonces, su única temporada relativamente mala ha sido la de 2016, porque perdió el campeonato del mundo frente a su compañero de equipo, Nico Rosberg, en la última carrera del año, pero obtuvo más victorias, más poles y más podios que el piloto campeón del mundo. Fuera de eso, el ascenso en las estadísticas del piloto inglés están siendo imparables. Desde 2014 hasta el GP de Bahrein de 2020 ha disputado 136 Grandes Premios, lo que nos da una cifra similar al periodo 2007-2013. Pues bien, en estos 136 Grandes Premios ha logrado:
- 73 victorias (53’67%)
- 56 poles (41'17%)
- 47 vueltas rápidas (34'55%)
- 110 podios (80'88%)
Es decir, en un mismo periodo de 7 temporadas, las cifras de Lewis Hamilton se han duplicado y triplicado, en un ascenso estadístico que le ha llevado a ser el piloto con más victorias, más pole position, más podios, más puntos, y empatado a 7 mundiales con Michael Schumacher. Por supuesto ese ascenso ha sido merecido y ganado en pista: hay otro piloto al lado que ha dispuesto del mismo monoplaza, y salvo el brillantísimo 2016 de Nico Rosberg, nadie le ha doblegado. Pero el sabor que dejan estos siete años son de incertidumbre, y se han alzado voces dentro y fuera del paddock que cuestionan la superioridad de Hamilton: Max Verstappen, por ejemplo, considera que el 90% de la parrilla ganaría con ese Mercedes. O maticemos, con todos esos Mercedes.
Eso nos lleva a la eterna discusión de piloto y máquina. Los hay –ciertamente oportunistas y tendenciosos- que abogan por una igualdad tecnológica para enfatizar el valor del piloto, y dirimir con coches iguales –o casi iguales- quién es realmente el mejor piloto de la parrilla. Pero eso significa obviar, en primer término, que las carreras de automovilismo son de coches, y que, por lo tanto, el disponer de una máquina bien realizada, rápida, fiable, efectiva, siempre ha sido una de los factores fundamentales en la ecuación para la consecución de la victoria, con ingenieros y mecánicos trabajando por disponer de un coche diferente y mejor al resto. En segundo término, efectivamente, está el piloto, que es quien debe guiar ese coche a la meta, pero sacando todo su potencial, o acercándose a ello, a fin de vencer al resto. Esa cualidad no puede ser desestimada con facilidad, como si cualquier piloto fuese capaz de llevar un coche a su límite. Eso no está a la altura de todos.
Por ponerlo en perspectiva, Valtteri Bottas sufre en muchas carreras contra coches inferiores en rendimiento a los Mercedes, algo que por ejemplo no ocurrió en el caso de Nico Rosberg, que estaba mucho más cerca del nivel de Hamilton –y fue subcampeón en 2014 y 2015-. El finlandés, en cuatro años con Mercedes, ha logrado sólo un subcampeonato, en 2019, y este 2020 va camino de lograrlo también, pero tras verse doblegado en algunas fases del año por Max Verstappen. En los más difíciles 2017 y 2018, pese a tener el mejor coche, no fue subcampeón. Y si vamos a otras épocas de dominios por parte de escuderías, Mark Webber no fue ni siquiera capaz de lograr un subcampeonato con aquellos –parecía- superlativos Red Bull con los que Sebastian Vettel fue tetracampeón del mundo. Por su parte, Rubens Barrichello logró sólo dos subcampeonatos de cinco hipotéticos, en 2002 y 2004, los años en los que los Ferrari de la era Schumacher sí que fueron netamente dominadores, pero el resto de años sufrió –y en 2009, con aquél espectacular Brawn, tampoco logró el subcampeonato-. Y esto sólo en tiempos muy recientes. Es decir, que el hecho de que el coche sea dominante con claridad, no significa que cualquiera ganaría el campeonato con él.
Por lo tanto, ¿es Lewis Hamilton el mejor piloto la historia? Lo que estamos viviendo es la combinación entre piloto y máquina más excepcional de todos los tiempos, superando a cualquier otra época de dominio que haya existido previamente, y que probablemente vaya a existir. Y aún queda 2021 antes del cambio normativo que –veremos- pretende despojar de su trono a Mercedes. Pero esta conjunción de elementos no puede servir para minusvalorar a la parte humana de la ecuación. Quizás algunos ejemplos puedan poner cierta perspectiva a este argumento.
Alberto Ascari fue el gran piloto de los primeros cuatro años del campeonato del mundo de pilotos, en parte ayudado por la ausencia de Juan Manuel Fangio en 1952 y parte de 1953. El italiano era rapidísimo y seguro, su carrera ideal era escaparse en cabeza desde el inicio y dejar a todos atrás. En 1950 y 1951, con los Alfa Romeo dominando, sólo logró 2 victorias, 2 poles y 6 podios. Con el cambio normativo y la llegada del Ferrari 500 F2, el italiano logró sus dos campeonatos del mundo de pilotos –no de F1, en realidad- en 1952 y 1953 en 17 carreras, con 11 victorias, 11 poles, 10 vueltas rápidas y 11 podios. Tras abandonar Ferrari para 1954, sólo logró 1 pole y dos vueltas rápidas antes de su fallecimiento en 1955.
Avancemos a Jim Clark, que también logró dos campeonatos del mundo, en 1963 y 1965. Debutó en 1960 con Lotus, pero no fue hasta la llegada del revolucionario Lotus 25 y su chasis monocasco en 1962 que el gran talento de Clark despuntó. En 1960 y 1961, ninguna victoria, ninguna pole, 1 vuelta rápida y 3 podios. En 1962 luchó por el mundial hasta la última carrera, logrando ese año 3 victorias, 6 poles, 5 vueltas rápidas y 3 podios. Las estadísticas se dispararon entre 1963 y 1965 –perdiendo el título en 1964-: en 29 Grandes Premios, logró 16 victorias, 18 poles, 16 vueltas rápidas y 18 podios. Y cuando en 1966, el Lotus flaqueó de nuevo con el cambio a la normativa de motores de 3 litros, sólo logró 1 victoria, 2 poles y 2 podios. Cuando en 1967, el fantástico Lotus 49 llegó para dominar, Jim Clark volvió a demostrar que estaba por encima de todos, y sólo su prematura muerte le privó, por ejemplo, del título de 1968 que ganaría su compañero Graham Hill.
Podríamos seguir con Stewart, Lauda, Prost, Senna, Schumacher, Alonso o Vettel. La tendencia es la misma o muy similar. Y a nadie en su sano juicio se le ocurriría cuestionar el indudable talento de estos pilotos, más allá de coches dominantes o no. Nadie duda que estos, y muchos otros, han sido grandes pilotos en la historia. Incluso algunos ni siquiera tienen un gran palmarés. ¿Qué hacemos con Stirling Moss, o con Chris Amon, o Ronnie Peterson o Gilles Villeneuve? Y me van a permitir que no me vaya más atrás, a los Nuvolari, Caracciola, Rosemeyer o Varzi. ¿Cuál de todos ellos es el mejor piloto de todos los tiempos? Lo se. Agota sólo con empezar a pensarlo.
Y sin embargo, hay un piloto que sigue brillando sobre todos ellos, que seguramente habrán echado en falta en estas líneas. Juan Manuel Fangio. El argentino sí que es posiblemente el más grande, porque ganó con cuatro marcas diferentes, fue siempre inteligente para elegir el equipo que contaba con el mejor material –rara vez compitió con coches que no fueran competitivos- y en 51 Grandes Premios mundialistas, logró 24 victorias (47’06%), 29 poles (56’86%), 23 vueltas rápidas (45’10%) y 35 podios (68’63%), durante ocho temporadas, logrando 5 títulos de campeón del mundo (62’5%) y dos subcampeonatos. Porcentajes imposibles de igualar. Y encima conseguidos en una época en la que el riesgo de morir cada vez que se salía a pista era elevadísimo.
Volvamos al inicio de este artículo. ¿Es Lewis Hamilton el mejor piloto de todos los tiempos? No. Y sí. No lo es porque es imposible saberlo empíricamente. Y sí que lo es porque se ha conjugado, como hicieron todos los grandes que en este deporte han sido, con una máquina que atesora año tras año el potencial para otorgar -a quien sepa explotarla al nivel que sólo los grandes talentos son capaces de conseguir- la posibilidad de demostrar su superioridad. Y sólo de esa combinación surge la excelencia que durante los últimos siete años ha desplegado Mercedes en los circuitos de todo el mundo, casi en exclusiva de la mano de Lewis Hamilton. No despreciemos la enorme dificultad de eso.