Así nació el Mundial de Fórmula 1
Un 13 de mayo de 1950, el circuito de Silverstone, un antiguo aeropuerto militar ubicado en el corazón de Inglaterra, albergó la primera edición del Gran Premio de Gran Bretaña, que marcó el arranque de la Fórmula 1 moderna. Nino Farina, futuro primer campeón mundial, fue el vencedor de esa histórica prueba.
5 min. lectura
Publicado: 13/05/2015 17:00
Silverstone es conocido en el Reino Unido como “el hogar del automovilismo británico”. Pero el antiguo aeropuerto militar (condición que comparte con otros trazados como Castle Combe, Thruxton, Snetterton o Croft) puede presumir también de ser la cuna de la Fórmula 1, pues fue allí donde se celebró, el 13 de mayo de 2015, el primer Gran Premio de la historia del Campeonato del Mundo.
Woodcote, Copse, Becketts, Hangar Straight, Stowe, Club… Son denominaciones para los distintos puntos del trazado de Silverstone que perduran todavía, si bien la fisonomía de la pista, tras incontables reformas, diste mucho de la configuración inicial, que hacía uso de la carretera de circunvalación que unía los extremos de las tres pistas de aterrizaje del aeródromo. El resultado, un trazado ultrarrápido que permanecería casi inalterado hasta 1991, salvo por la inclusión de una chicane en Woodcote, durante mucho tiempo la última curva, pero que en esa edición inaugural era la primera que debían afrontar los pilotos. Y cuya única medida de protección eran los cientos de balas de paja diseminadas a lo largo del recorrido…
Suele decirse que todo tiene que cambiar para que nada cambie. En las décadas transcurridas, casi todo ha mutado en la Fórmula 1. Pero si en la actualidad una escudería, Mercedes, domina con brazo de hierro, no menor fue la tiranía de Alfa Romeo en aquel día de primavera al que la lluvia decidió respetar en el corazón de Inglaterra. Para alborozo de la familia real, que pudo dejarse los paraguas en casa: entre los más de 100.000 espectadores que se estima asistieron al evento, estaba el rey Jorge VI, acompañado por la reina Isabel, progenitores de la que dos años más tarde se convertiría en Isabel II, actual regente. Esa visita real jamás ha vuelto a producirse, por lo que cabe deducir que su graciosa majestad es más partidaria de los caballos de cuatro patas...
Volviendo a la acción: los cuatro Alfa 158 oficiales, pilotados por Nino Farina, Luigi Fagioli, un tal Juan Manuel Fangio y Reg Parnell, encabezaron por ese orden la parrilla de salida. El siguiente clasificado, el príncipe de Siam (actual Tailandia) Prince Birabongse Bhanudej, Prince Bira para sus amigos, fue el mejor de los demás con su Maserati, a casi dos segundos de la pole. Un total de 21 pilotos, de nueve nacionalidades distintas, conformaban la formación que recibió el banderazo de salida para intentar completar las 70 vueltas a las que estaba fijada la carrera.
Farina tomó el mando, seguido de cerca por Fagioli y Fangio. Cuentan las crónicas que, ante su insultante superioridad, los pilotos de Alfa se empeñaron en divertir al respetable alternándose en cabeza con sucesivos adelantamientos. En la vuelta 62, una fuga de aceite obligó a Fangio al abandono, y Farina acabó imponiéndose a Fagioli por poco más de dos segundos. El local Parnell –tras acabar con la vida de una liebre que pasaba por allí- fue tercero, a más de 50 segundos. El primer coche no Alfa, a más de dos vueltas, fue el Talbot-Lago del francés Yves Giraud-Cabantous, después de que el príncipe Bira tuviera que abandonar al quedarse sin combustible.
Muchas cosas han cambiado en el más de medio siglo transcurrido: coches, mecánicas, neumáticos, circuitos, estilo de conducción… Lo que permanece inalterado es la pasión que la máxima expresión del automovilismo deportivo despierta en millones de personas de todo el mundo. Una relación que nació en aquel lugar de Gran Bretaña que los aviones de guerra tuvieron a bien dejar libre para batallas igual de encarnizadas pero no tan sangrientas.
Fotos: Formula1.com, Wikipedia