La nariz de Lewis Hamilton
Lewis Hamilton se ha comprado una fusta y unas espuelas para domar al cavallino rampante. Sir Ham hablará sus primeras palabras en italiano de aquí a poco, que tiene que ganarse a los tifosi, donde debería ser recibido con el calor que solo los italianos saben aplicar.
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Publicado: 02/02/2024 17:00
A nadie escapa que en este giro de los acontecimientos hay un defenestrado: Carlos Sainz. El madrileño ha cumplido como un señor durante su estadía en Maranello, pero Ferrari tenía un plan mejor; es por ello que las negociaciones en su renovación se parasen de manera abrupta justo antes de fructificar en un nuevo acuerdo.
En Maranello han sido prudentes, y para no ofender al madrileño se han limitado a anunciar, con estudiada austeridad, la llegada del británico en 2025. Todas las partes dejan un puñado de preguntas sobre la mesa, y hay una que resulta inquietante y que pocos se han planteado: ¿por qué se ha ido Lewis del equipo al que juró defender hasta la muerte?
«Los 39 tacos que expresa su DNI indican que ya vivió más de lo que está por llegar»
Hamilton ha estado relacionado con la marca Mercedes desde el mismo día de su llegada a la categoría en 2007. Mercedes fueron los motores que propulsaron sus primeras victorias, más tarde su primer título, y después dio nombre al equipo que le trajo seis coronas más. Ahora, bajarse de sus coches para irse al enemigo más encarnizado que ha tenido la firma en décadas, podría ser casi interpretado como una traición.
Hamilton, tras trifulcarse con su padre y ex manager, decidió tomar decisiones por su cuenta. Pasó de McLaren a Mercedes cuando vio que con la banda de Ron Dennis no llegarían títulos, y ciertamente no los ha vuelto a haber, acertó en irse de donde detectó que no habría paraíso.
En contra de la opinión general, desfiló en dirección hacia el equipo Mercedes, y prácticamente a todos nos pareció una locura; se iba de un equipo que ganaba carreras a otro que peleaba por colarse en los puntos cada domingo. Aquello parecía una de esas jugadas económicas que a veces muchos pilotos protagonizan; quiebros sin sentido y bien abrevados con billetes de a millón. Sin embargo, acertó y muchos quedamos como unos analistas torpes y cortos de miras.
La conclusión es sencilla: Lewis debe tener mejor olfato aún que su perro Roscoe, y es capaz de detectar lo que va a funcionar en el futuro. El misterio en el que pocos reparan reside en la normativa de 2026.
Para esa temporada, la FIA está acabando de cocinar un reglamento de motores, chasis y aerodinámica muy distinto al actual. Los coches serán más cortos, pequeños, ligeros, y la clave: que generen la mitad de carga aerodinámica que los actuales.
En las películas del oeste, los buenos sabían dónde estaban los cadáveres de sus amigos, asesinados por los malos, al ver buitres volando por encima. El de Stevenage ya los ha oteado, y ha detectado varias cosas.
Ha detectado que Red Bull, imbatibles hoy, van a sufrir en 2026 por dos razones. La primera es que la capacidad aero, donde son los mejores desde hace años, se va a ver neutralizada. Los coches azules hoy son inalcanzables, pero en 2026 pueden establecerse unas bases por las que pierdan esta ventaja.
A esto hay que añadir otro problema que va a sufrir. Ford les va a motorizar, son nuevos en la categoría tras años de estar fuera, y se sabe que la era híbrida es puñetera. El ejemplo de Honda es palmario. Acabaron triunfando como Los Chichos, pero por el camino se bebieron litros y litros de vinagre. El futuro RB22 va a tener esas dos cojeras de manera previsible, y Lewis ha oteado la oportunidad.
La otra causa por la que el nuevo jinete del cavallino se pira de Mercedes es el mismo por el que se marchó de McLaren en su momento: las expectativas de desarrollo.
Mercedes dominó a placer durante la Era Híbrida —ahora andamos en la Era Efecto Suelo—, y lo hizo sin apenas enemigos a su alrededor. Todo intento resultó fútil, y Toto Wolff se hizo multimillonario. Mantener un ciclo arrollador es imposible, al final, el agua entra por las grietas, y ya seas Ferrari-Schumacher, Red Bull-Vettel, Mercedes-Hamilton, o el actual Red Bull-Verstappen, que por la razón que sea, acabará sucumbiendo.
Por regulaciones, por cambios en la industria, por cansancio, por acomodarse o porque la cuerda se les acaba. Al final los ciclos acaban, y todos todos, terminan siendo superados por otros que les acaban encontrando las debilidades.
El propietario de Roscoe ha visto el futuro, y sabe, o al menos cree, que los de rojo serán el enemigo que pueda con Red Bull y deje atrás a Mercedes. Esto es lo que sospecha el abajo firmante (o arriba)
El devenir de Hamilton será menor del conocido. Los 39 tacos que expresa su DNI indican que ya vivió más de lo que está por llegar, pero con siete entorchados es un tipo por el que los equipos aún derrapan.
Hamilton es un carrerista enorme, que encarrila su carrera hacia un final que llegará bien entrado en la cuarentena. Lewis apuesta al rojo tras tantos años vestido con colores más sobrios, y da color a su vida, que el colorao siempre alegra. Lo que no ha dicho es lo que soltó Schumacher, aquello de que un campeón solo es un CAMPEÓN cuando lo es con Ferrari. Sir Ham tiene el olfato del que quizá carezcan otros, y ya lo ha demostrado antes.