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La vida, como en los circuitos, da vueltas y se repite para mostrarnos lo mismo ya vivido con anterioridad. La desgracia es que los malos ratos también vuelven y los de Honda, tipos muy inteligentes, no supieron interpretar bien su parte del guión.

12 min. lectura

Publicado: 26/05/2017 09:30

Llegaron con ansia de ganar, y dos años y medio después su meta es apenas acabar carreras; olvídate lo de puntuar, nada de llegar al pódium, y lo de ganar carreras es ya ciencia ficción. Atribulado destino para los que trabajan, invierten y son destinatarios de sujetar un pasado tan cargado de valores, logros y gloria pretérita. Honda no merece esto. Ni McLaren. Ni la Fórmula 1. Pero es lo que hay. Los japoneses subestimaron tamaña empresa y decidieron hacerlo a su manera.

Enhorabuena por elegir la reencarnación de Bruce Lee para embarcarse, pero en el deporte más caro y tecnificado del mundo salirse de la norma es querer romper piedras a manotazos y después llegan los lamentos. Con ambición e inversiones multimillonarias para ganar de manera instantánea buscaron a un piloto de campanillas, un Campeón del Mundo sediento de triunfos, y Alonso les encajaba en el plan.

El de Oviedo vio algo que le convenció y firmó para convertirse en el test driver más caro de la historia. No es que Fernando esté ahora cabreado con su destino, sino que emite señales claras y evidentes de que ya no quiere estar allí. Su historia de amor con el segundo equipo más laureado de la categoría, ‘un sueño hecho realidad’, tal y como dijo en 2007 cuando aterrizó por primera vez en Woking, se ha tornado en pesadilla de nuevo. No es que segundas partes nunca fueran buenas, es que esta ha sido casi peor que la primera; en la otra al menos ganaba carreras.

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El bicampeón ya se ha colocado en el mercado, "estoy libre, puedo ir a donde quiera", dijo tras la cuarta prueba inacabada de forma consecutiva. Cuando vio la puerta abierta para divertirse un poco, Indianápolis, sonrió por primera vez en mucho tiempo. En EEUU se alinearon las estrellas con McLaren y Honda poniendo la pasta, el motor y al piloto, en un intento de lavarse la cara en un año que va a terminar siendo peor incluso que el primero del fallido binomio.

ALO por su parte se ha adaptado a las Américas como a pocas cosas. No ya en el plano deportivo, con actuaciones sobresalientes en entrenos y el cualifáin, sino disfrutando de unas vivencias que hacía años que le resultaban desconocidas. Fernando Alonso creció y pasó una enorme parte de su vida inmerso en el pilotaje más amateur de todos: el Karting. Años de dormir junto a su padre, de interminables viajes en silencio hasta Italia, de sacrificios, de estancias low cost, del deporte más sacrificado.

Alonso buscaba de niño entre los neumáticos usados de otros participantes algún juego de gomas que aún pudieron servirle, no fue fácil pero esas carencias te acaban marcando quieras o no y vives todo esto de forma especial. En Indianápolis ha vuelto sobre sus pasos, ha revivido el pasado, se ha teletransportado a hace veinte años, por eso dice eso de “yo soy de aquí, soy de las carreras, siempre lo seré”.

Alonso no es de la Fórmula 1, sino de las carreras. No es de ir dando la mano a VIPs anónimos, de inaugurar concesionarios, de interminables entrevistas con enviados especiales. Es de atardeceres en los circuitos, de escuchar el encendido de motores casi a medianoche, de comer en un plato de plástico con un tenedor blanco al que le falta un diente Alonso ha sido más feliz durmiendo en una autocaravana del paddock yankee que en los últimos cinco o seis años en hoteles de cinco estrellas. Hasta tiene un tresillo por si tiene que dormir cerca algún amigo.

ALO ha disfrutado más en una semana que en los últimos años en la élite cuando lo devoraban la tristeza, las actuaciones grisáceas, y las explicaciones repetidas una y otra vez en el corralito. Todo esto hace pensar una sola cosa: ALO no volverá. Su contrato liquida al final de la temporada y puede hacer lo que le dé la gana.

Nico Rosberg, que espera a la hermanita (o hermanito) de Alaia, le ha enseñado el camino, "no persigas coches, persigue la felicidad". Viajes interminables, comidas a deshoras, gimnasio extremo, contratos, presiones, tener que ser simpático aunque quieras matar a alguien, jugarse el tipo para ser decimocuarto No, esto no va con el que se la jugó a muerte contra Schumacher en la 130R de Suzuka.

ALO ya es rico, y no es un tipo caprichoso. Gasta lo justito y tiene tal pila de billetes que los herederos que aún no tiene no se lo habrán podido gastar cuando les piquen el billete. Al asturiano se le está poniendo cara de que lo que va a hacer en lo sucesivo no va a ser por equipos, estructuras deportivas o colores, sino por sí mismo.

En McLaren son pesimistas al respecto, y creen que el corredor saldrá por la puerta a finales de año por más carrete que le den. Mucho tienen que cambiar las cosas para que esto no ocurra. De marcharse, la siguiente pregunta es ¿a dónde? Sólo Ferrari, Mercedes, y de manera previsible a medio plazo Red Bull puede ofrecer un coche competitivo.

Si Alonso se pira, sólo se iría uno de esos tres destinos, pero a ningún otro so pena de querer quedar sexto octavo décimo. Es aventurado decir qué hará. A día de hoy puede que no lo sepa ni él, pero no sería una sorpresa si se prejubila con un programa a dos o tres años vista para disputar pruebas de forma puntual, tipo 24 Horas de Le Mans, Daytona, Indy A Alonso ya no le brillan los ojos en la F1, pero si en otras cosas.

Honda lo tiene peor. Su dignidad está en juego, y aquello de Toyota, lo de irse sin ganar ni una chapa, no es que no vaya con ellos sino que puede ser un drama de calibre nacional para un país que necesita éxitos que sustenten el orgullo patrio. La industria nipona anda en entredicho, su tecnología, en otros tiempos punta de lanza del planeta, ya no seduce.

Sus relojes, cámaras de fotos y productos electrónicos no poseen el atractivo que tenían y otros jugadores, americanos y coreanos, les han usurpado el trono. Al menos sus motos siguen siendo aceptadas en todo el planeta y nadie les echa pata en eso, pero desde luego el brillo del que disfrutó su industria y economía a finales del siglo pasado no es la de ahora. Honda quiso volver por la puerta grande y se alió con uno de esos de los que no fallan, McLaren. Ya les fue bien con ellos hace años y esta vez no tendría que irles mucho peor.

Los inicios fueron duros, pero la continuación, tras los dos primeras temporada son aún peores. Los japos prometieron muchas cosas pero en invierno los de Woking se dieron cuenta de que este año iban a sufrir y se sintieron engañados por sus socios, de ahí la enorme tensión de la pretemporada. Una vez iniciado el calendario, cinco carreras, ocho abandonos, cero puntos y cierran la tabla de constructores.

En la F1 nadie está moviendo ni un dedo para ayudar a Honda.

Ni el peor dentista de una paramera centroafricana en su día de prácticas podría hacer tanto daño. Lo único bueno que han oido los orientales en todo este tiempo es que en Sauber les quieren. Nadie sabe muy bien cómo el segundo equipo si empezamos por la cola desea el motor menos dotado del mercado. Es absurdo; se juntarían el hambre con las ganas de comer, porque nadie que quiera crecer puede desear esos propulsores por muy buenas intenciones que tengan.

Sauber pasa las de Caín en el plano financiero desde hace tiempo, y muchos lo han visto claro los amarillos compran el equipo, y los suizos se han apresurado a negarlo. En la F1 nadie está moviendo ni un dedo para ayudar a Honda, y el paralelismo con la situación que vivió Renault al inicio de la era turbo es evidente y los galos acabaron pillándose Lotus. Todo adquiere aspecto de que puede ocurrir algo similar.

Honda tiene el dinero, y si su situación no la enjuga McLaren, es muy posible que quiera hacerlo como ellos entienden que pueden hacerlo mejor: como Juan Palomo, que yo me lo guiso y yo me lo como. Si no les va bien, al menos no tienen que salir de reuniones con la cabeza baja ante sus socios. Que a nadie extrañe si en un par de años, o puede que antes, Honda acaba montando su propia escudería, ya sea comprando una franquicia o instalándose de forma autónoma.

El plan de los japos es a medio-largo plazo y si vinieron es para quedarse una larga temporada. No se rendirán fácilmente y acabarán haciéndolo bien, pero tardarán. Siempre terminan haciendo lo mejor, pero les lleva tiempo, años. Son ciclos, dan vueltas, las cosas ya vistas vuelven. Nihil novum sub soleo.

Fotos: McLaren F1 | IndyCar

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