Virutas F1Pollo asado
En uno de los veranos más calurosos de las últimas décadas no hay mayor maldición sobre la faz de la tierra que trabajar en un asador de pollos. En Ferrari el encargado de dar a la manivela es Mattia Binotto, y suda como nunca. Sin embargo, sonríe. Aunque igual Toto le da una tarde de estas.
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Publicado: 27/07/2022 17:30
Muchos observadores de testado criterio pusieron el grito en el cielo cuando nombraron al italiano como director ejecutivo de la escudería. Ingeniero de motores durante años, los analistas alegaban que no era un gestor, sino un técnico, y por ende alguien no habituado a políticas, briegas con el personal, y conductor de entidades tan complejas como es Ferrari. Pasado algo de tiempo, y con algo de perspectiva, es justo afirmar que desde que Mattia está al mando los resultados han ido de menos a más.
Este año los italianos han protagonizado una cadena de errores tontos, tropezones estratégicos, malos pitstops, averías y abandonos inesperados. Todo esto es tan cierto como que por primera vez en años tienen un coche al que le falta poco para ser dominador y se torna en eficiente herramienta desde el principio de la temporada en casi todas las asignaturas.
El volantazo
El optimismo reflejado a nivel interno durante la pretemporada da una pista de lo que está ocurriendo en las interioridades de la Scuderia. Muchos se rieron cuando este se extendió el rumor de esta felicidad, y el paso del tiempo indica que los italianos estaban en lo cierto: sabían que algo bueno les iba a ocurrir, les estaba ocurriendo. No hay simulador ni sistema informático que pueda prever el futuro del comportamiento de una escudería, pero si de un monoplaza. Por eso antes de poner el coche sobre el asfalto sabían que las cosas le estaban saliendo porque los sistemas de simulación, software y sobre todo los datos de túnel de viento estaban alineados tal y como esperaban. Es el último elemento, una de las piezas clave de la evolución roja.
En Mercedes andan barajando la posibilidad de reclamar ante FIA
Cuando llegó el ahora difunto Sergio Marchione abrió la cartera de par en par y una de sus adquisiciones más sonoras fue la de renovar el espectacular túnel de viento que hay a espaldas de la factoría en Maranello. Una de las marmitas de poción mágica de la velocidad estaba obsoleta, clonaron el de los suizos de Sauber, y el resultado era el lógico: éxito en esta área pasado un tiempo razonable.
Los túneles de viento tienden a arrojar resultados tangibles entre un año y medio y dos años tras su instalación; no es norma, pero si pauta habitual. El radical cambio de reglamentación en lo aerodinámico, creado en parte para restar preponderancia a los motores y dejar más espacio a cada equipo con independencia de su propulsor, está dando alegrías a una formación que ha pasado años sin grandes ideas en este negociado.
Ferrari está recomponiendo un equipo a nivel interno, intentando eliminar prácticas nocivas, trayectorias improductivas, y eso lleva tiempo. La teoría aplicada parece sencilla: de poner el foco en la competición se convertirían en reactivos, pero si Ferrari se concentra en Ferrari se volverán innovadores. Y esto es lo que parece haber pasado en algo sencillo, minúsculo, y que aún va a ser que hablar: su acelerador.
El incidente
El pasado domingo 24 de julio Charles Leclerc perdía la zaga de su coche cuando lideraba cómodamente el Gran Premio de Francia. Max Verstappen le lanzaba zarpazos desde su retaguardia aunque sin ritmo para poder darle caza. En Red Bull, aburridos de no poder hacer nada, cambiaron su estrategia y mandaron entrar a boxes al holandés para intentar otra cosa. Leclerc, impertérrito, siguió su avance a toda máquina en una carrera que parecía tener en el bolsillo… hasta que en la vuelta dieciocho perdió su coche. Se le fue de atrás en un aparente gesto de optimismo a la hora de pasar por esa curva para acabar contra las protecciones.
Tuvo muy mala suerte. En cualquier otra zona de la pista y ante las colosales escapatorias del Paul Ricard, hubiera supuesto un desgaste excesivo de sus neumáticos, entrada a cambiar, y a seguir bien. Pero no. El monoplaza número 16 se quedó incrustado en el muro. Mucho se ha hablado de que si fue error del piloto o un problema mecánico con un pedal de acelerador, origen de otro incidente en la prueba austriaca. En Ferrari salieron rápidamente a exculpar al coche y Leclerc entonó el mea culpa. Pero…
La sospecha
En Mercedes piensan otra cosa. Andan barajando la posibilidad de reclamar ante FIA la utilización de un pedal de acelerador ilegal, o al menos alegal, y que el ente regulador investigue. En principio los mandos del piloto basado en una fisonomía Fly-by-wire, sin cables mecánicos y con pulsos electrónicos no son contrarios a la normativa, pero los de Brackley quieren saber más. Que Ferrari negase de manera enérgica que el problema no residió en su coche, con un problema reiterado en una pieza sencilla, pero sensible, les tiene con la mosca tras la oreja y es por ello que sienten curiosidad ante el tema.
En Mercedes tienen un software que aplicado a los datos abiertos que se ofrece a los equipos emula una telemetría de equipos competidores. En el mix aplican datos como el posicionamiento GPS y la imagen de la cámara onboard, y la aplicación arroja una telemetría virtual y emulada con una aproximación bastante cercana a lo que pueden estar recibiendo de forma encriptada cada escudería con datos propios. El software elimina el escasísimo retardo de las señales recibidas desde los circuitos, suma, analiza y entrega el comportamiento de otros coches. Este software habló y el domingo dijo que el Ferrari de Leclerc dejaba de correr en la zona del accidente en las vueltas previas a la del accidente, momento en que seguía acelerado donde antes aparentaba el efecto de haber levantado el pie sobre el acelerador.
A nivel interno la sospecha es que si reclaman, la queja no va a prosperar porque la ilegalidad no estaría clara, pero si puede que consigan convencer a FIA para que dispare una investigación que podrían entorpecer el avance encarnado.
Mercedes empezó el año peor de lo esperado, y nadie piensa que puedan repellar por título alguno este año. Sin embargo, han mejorado de manera exponencial; con la carrera de Hungría a unos días, están a tan solo 44 puntos del segundo clasificado… Ferrari. Coronas puede que no, pero un subcampeonato de constructores es una pieza de caza mayor para los mayores ganadores de la última década.
La gente de Toto Wolff se mueve bien en los despachos, y el proveedor de motores del 40?% del mundial siempre parten con el as político en la manga. Si saben que la denuncia no llegaría a ninguna parte, cabe la posibilidad de que la dejen en suspenso a cambio de algún favor más adelante. Lo del acelerador no va a valer un campeonato, pero si hacerle la puñeta a un enemigo directo sin tener que ganárselo sobre el asfalto. Como diría Sun-Tzu en El arte de la guerra”: tírales todo lo que tengas. Incluso un pollo asado, si está a la mano.
Fotos: Scuderia Ferrari