Opinión​¡Qué viene el coco!

La era de los motores híbridos tuboalimentados cuenta con un total de 43 Grandes Premios a lo largo de poco más de dos temporadas. En ese periodo, Mercedes ha conseguido 36 victorias y 41 poles. Números que demuestran sin ningún atisbo de duda el majestuoso dominio ejercido por la marca de la estrella.

"Renault desarrolló hasta la excelencia toda la parte electrónica del motor"

Mercedes recogió el testigo de Red Bull, que igualmente manejó la Fórmula 1 casi a su antojo durante cuatro temporadas, en las que también consiguió todos los títulos en juego aunque, eso sí, con cifras algo menos llamativas. Uno de los principales artífices del éxito de Red Bull fue su socio motorista: Renault. La marca francesa, trabajando estrechamente con Adrian Newey y su equipo de ingenieros, desarrolló hasta la excelencia toda la parte electrónica del motor, consiguiendo maximizar el concepto principal de los monoplazas de aquella época: el efecto Coanda. La combinación de dicho efecto aerodinámico y los mapas motor creados por los ingenieros de Renault, dieron como resultado varios monoplazas que pueden ser calificados sin pudor como auténticas obra de arte de la ingeniería.

Pero la era turbo volvió y, aunque precisamente Renault había sido la precursora de la anterior de finales de los 70 e inicios de los 80, la marca francesa subestimó la magnitud del reto, que además incorporaba los sistemas de recuperación de energía para dar como resultado los propulsores más complejos de la historia de la categoría.

"Renault creía que no recibía su cuota de reconocimiento en un éxito en el que había participado de un modo determinante"

Renault recortó personal durante el proceso de desarrollo del nuevo concepto mientras Mercedes hacía todo lo contrario y eso, unido al malestar con Red Bull, dio como resultado un periodo muy tormentoso en el que la marca llegó a plantearse abandonar la Fórmula 1. ¿La causa del desencuentro entre Renault y Red Bull? El motorista creía que no recibía su cuota correspondiente de reconocimiento en un éxito en el que había participado de un modo mucho más determinante de lo que la gente piensa incluso hoy. Ello propició el acuerdo con Infiniti y, tras dos primeros años desastrosos a nivel de rendimiento del motor híbrido y acusaciones públicas de todo tipo, finalmente se acordó continuar la relación, pero bajo la denominación de TAG Heuer y con Toro Rosso optando por motores Ferrari desfasados.

Pero Renault no huyó. Muy al contrario, decidió adquirir Lotus, volver como constructor, reinvertir en la factoría de Viry Chatillon y contratar a nuevo personal, entre los que se encuentra Mario Illien, co-fundador de Ilmor -compañía que desarrolló los motores Mercedes durante su exitosa relación con McLaren en los tiempos de Mika Häkkinen-. Conjuntamente, Red Bull puso a su disposición sus modernas instalaciones, en las que cuenta con, posiblemente, la tecnología de simulación más avanzada de la parrilla.

Renault siempre ha sabido hacer buenos motores. Lo ha demostrado a lo largo de toda su historia. Y ahora que cuenta con los recursos necesarios y un equipo con potencial y recursos que complementan sus necesidades, está de vuelta.

"Todo el mundo sabe que sólo Red Bull puede destronar a Mercedes"

Que Red Bull haya renovado su contrato y, además, haya traído de vuelta a Toro Rosso sólo significa una cosa: Renault sabe lo que hace y, sobre todo, les ha demostrado que puede conseguirlo. La última evolución estrenada este fin de semana así lo corrobora.

Aún no sabemos si Daniel Ricciardo ganará en Mónaco e iniciará la vuelta de Renault a donde debió estar desde el inicio. Pero Mercedes haría bien en preocuparse a medio plazo. No sólo porque los franceses hayan invertido la tendencia, sino porque todo el mundo en la Fórmula 1 sabe que, a pesar de lo que diga Ron Dennis, el único equipo que puede desbancar a Mercedes del trono es Red Bull. Red Bull-TAG Heuer para ser exactos. Y justos.

Fotos: Renault Sport