Virutas F1Sin Andretti perdemos todos
Ha sido como cuando al coyote el correcaminos le arroja un piano desde lo alto de un cerro. Lo de Andretti ha sido inesperado, y para las entendederas de muchos, indebido, inadecuado, y una oportunidad de crecer perdida.
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Publicado: 01/02/2024 12:30
Con Andretti gana la Fórmula 1 y sobre todo, Andretti, pero sin ellos no gana nadie. FIA dijo sí, pero la sección comercial, dirigida por Liberty, que no. Y es raro de narices, porque la palabra final en decisiones de calado, y esta lo era, la suelen tener en Denver.
Denver está casi en el centro geográfico de los Estados Unidos, y el centro emocional de los estadounidenses que aman la velocidad están los Andretti, la familia real del automovilismo patrio. Decir que no a esta tribu, al menos hasta 2028, es como poner un kiosco de helados en mitad de los jardines de Versalles: un desatino.
Cambio de paradigma financiero
La última vez que la F1 abrió la puerta, la franquicia costaba de balde, y aunque tampoco había un saco infinito de ellas, las escuderías no pagaban nada a cambio. Hispania, más tarde HRT; Lotus, devenidos en Caterham años después, y Virgin, que acabaron siendo Marussia, entraron en el Olimpo de la aceleración con relativa facilidad.
Lo peor de todo es que se emite un mensaje peligroso: «Esto es nuestro y no hay sitio para ti»
Entonces la F1 no albergaba el valor que si tiene hoy, se acababan de pirar Toyota, BMW, Ford, y Honda, el cuadro se estaba quedando muy desangelado. No solo la foto era peor, sino que la categoría se acercaba de manera alarmante al límite de los dieciséis coches en parrilla que requieren los contratos con los promotores locales. A menos coches de esas cifra, hubieran comenzado los jaleos legales. Hispania, Lotus y Virgin rellenaban una necesidad.
Ahora, la F1 gana el doble que cuando Bernie Ecclestone la vendió, que con las limitaciones presupuestarias los equipos empiezan a no saber muy bien que hacer con tanta pasta. Para fundirla, se embarcan en lo de Le Mans, o aventuras con barcos, como Mercedes y Ferrari, o se ponen a diseñar coches de calle, como Red Bull. Está bien eso de ser rico.
Más dinero, pero solo para mí
Las escuderías son el verdadero eje del negocio, y cuando se han ganado ese espacio, no lo quieren compartir, no quieren mirar hacia fuera. La F1 ahora habla con acento yanqui, allí se disputan tres carreras, se rumorean otras que seguramente llegarán como Chicago, Detroit o New Jersey, y se trata del mercado comercial más grande del mundo, donde se venden miles de entradas a cambio de miles de euros.
La F1 es una vieja de setenta y cinco tacos, aunque respira y camina como una deseable modelo de pasarela. Por eso ahora la rondan más que nunca, y todos le piden salir con ella. Más circuitos, más países, más recaudación a repartir, y más dinero para todos. El paso lógico es que hubiera más participantes, sobre todo cuando aportan mucho y restan poco.
Andretti es un nombre importante y aporta brillo, pero la clave real es lo que traen detrás: General Motors y Cadillac. Con ellos, más peso en la industria, más promoción alrededor de la categoría, y engordar un pavo ya grande. No solo eso. GM y Ford tendrían su propia batalla, añadirían salsa, y dicho sea de paso, a los últimos no se les puso pega alguna porque venían bien.
La Fórmula 1 se ha confabulado contra lo del repartir el mucho con uno más. Si se trata solo de dinero, ¿por qué no han negociado? Los americanos están muy acostumbrados a pagar por lo que compran, ya sea un producto, un servicio o un acceso. Con el músculo de GM no debería ser un enorme problema, y podría diluirse esa financiación como un gasto más a años vista.
El amigo americano
Tener un equipo estadounidense de cierta prestancia en la F1 añade y no resta, y con la actual curva de crecimiento de la facturación, la tajada de una nueva formación quedaría amortiguada en dos o tres años. (Haas llegó y muchas gracias, pero no está consiguiendo las cotas de eficacia, popularidad y competitividad deseada)
Lo peor de todo es que se emite un mensaje peligroso: «Esto es nuestro y no hay sitio para ti». Y eso lo reciben Toyota, Honda —de los que se dice podrían quedarse Aston Martin en unos años—, Hyundai, los chinos de Geely que ya han husmeado, o los de Porsche, que se rindieron sin poder recalar en equipo alguno como motoristas. No es un mensaje constructivo.
Y a Michael Andretti, Mario, y al nieto Marco, todos pilotos, desearles lo mejor, que no cejen en el empeño, y que en 2028 se abre otra ventana. Peor va a ser el destino de los empleados que ya trabajan en Inglaterra para el nonato equipo de F1. A todos ellos, en ausencia de instalaciones, los entrevistaron en un Costa Coffee de Oxford. Son gente que merecían otro destino que este, que se les abre a corto plazo. Una oportunidad perdida, de momento, para ellos, y otra para la F1 de mejorar lo que ya es bueno. Y no olvidemos algo: todo lo que no crece, muere.