Virutas F1La crisálida
Cuando Virutas era niño, una de las aficiones ajenas que suscitaba su más precoz envidia, era la colección de gusanos de seda de sus compañeros de clase. Sus coetáneos de la Educación General Básica los guardaban en grises cajas de zapatos a las que les hacían agujeros “para que respirasen”.
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Publicado: 22/09/2017 17:30
Para poder respirar y crecer ha tenido que salir Carlos Sainz de Toro Rosso. Aún no está claro si se presentará en Malasia vestido de azul o amarillo unos cuatro millones de indemnización a Jolyon Palmer habrían de asomar por alguna parte pero queda claro que en 2018 no repetirá por cuarto año consecutivo un panorama superado y que no le iba a conducir a ningún sitio verdaderamente interesante. Mejor seguramente sí, pero ganador difícilmente.
Carlos llegó hace tres años a la Fórmula 1 con un título, uno de los pocos que posee, pero que certificaba la calidad que atesoran sus manos: el de las World Series. En la última prueba de 2014, en Jerez, le arrebató en apretada lucha la corona a Roberto Merhi tras un crecimiento personal de orden exponencial. Llegó a la máxima categoría sin hacer ruido, agazapado tras la sombra del rimbombante y ruidoso Max Verstappen, al que superó en las clasificatorias de viernes, y al que en carrera estaba casi emparejado a pesar de sus espíritus distintos.
El madrileño demostró que estaba mucho más a la par del holandés de lo que la tabla de puntos mostraban, pero su tapia insalvable es que el Doktor Marko ya tenía su plan trazado. Al inicio del año siguiente y tras el primer despiste de Daniil Kvyat, Max ascendió al equipo pata negra y se degradó al ruso al coche pata coja. Desde ese mismo día Daniil ha sido arrasado por su compinche ibérico cuando en buena lógica debería haber sido justo al revés. Durante esa primera temporada y durante el periodo que convivieron bajo el mismo techo, el amigo de Putin enganchó cuatro puntos, por cuarenta y cuatro del español en una proporción de once a uno. Demoledor.
Este año y a falta de un tercio del calendario, Daniil acumula cuatro puntos por cuarenta y ocho del minimatador doce a uno con un plus añadido, una medalla al valor colgada del pecho: ese cuarto puesto en Singapur, la mejor posición de un Toro Rosso en casi una década. En la ciudad-estado asiática Carlos se llevó con todo el merecimiento las dos orejas, el rabo, la pata y hasta la puerta grande para su casa con una actuación tan brillante como un jamón de Swarovski.
Los gusanos de seda no brillan, pero pasan de ser algo viscoso a algo vistoso si se les dota de un entorno adecuado, un periodo de maduración necesario, y unas condiciones levemente favorables. Como los gusanos de seda, los pilotos y no solo las personas en que habitan, son entidades mutantes que tienen su propio ciclo vital. Nacen, crecen, suben a los pódiums, y se retiran. Un piloto atascado en una trinchera calentita es un piloto que no crece, se puede anquilosar y esa no es una buena cosa para un joven prometedor y de los de largo recorrido como promete este.
Un piloto atascado en una trinchera calentita es un piloto que no crece, se puede anquilosar
Esto es lo que puede pasarle a Checo Pérez en su quinto año en Force India dentro de una excelente escudería pero que tal y como es a día de hoy, ha tocado techo. Es lo que podría haberle ocurrido a Fernando Alonso si en 2018 hubiera seguido un año más en McLaren-Honda. Es lo que le va a ocurrir a Felipe Massa de seguir en Williams. Más de lo mismo, sin cambios, sin crecimiento, con un proyecto prolongado que acaba siendo como un chicle que acaba perdiendo su sabor y sin unas metas exponenciales que encandilen, que envenenen y que enciendan lo mejor que cada corredor lleva dentro.
Un año más, un cuarto de Carlos con un coche que muy difícilmente puede pasar del décimo puesto superar a Ferrari, Mercedes, Red Bull, Force India y Williams sería una temporada desperdiciada desde el punto de vista deportivo. Cambiar de colores, de proyecto, ver caras nuevas, nuevas perspectivas es casi una necesidad vital. Sainz ha superado a su compañero, a su coche, y a su actual situación y por eso necesitaba dar un salto so pena de que se le quedasen las piernas dormidas. Con un contrato válido hasta 2019 el paso obvio hubiera sido marcharse a Red Bull, aunque Ric y Max dejan poco sitio allí de momento. Las aguas andan revueltas por allí.
El holandés se queja de su coche se le rompe y no corre como estaba previsto, lo que le conduce a que la mitad de sus participaciones de este año hayan acabado antes de cruzar la meta. Su compañero austral, que está como nunca, parece el Donkey Kong tirándole piñas desde lo alto de la tabla cerca de acumular no el doble sino el triple de puntos. El de Perth anda también caliente y ha amagado con buscar la puerta porque sabe que su coche es canela en rama pero con el motor Renault le va a resultar complicado de narices ganar nada hasta que en 2021 llegue un cambio. Si quieres vencer, hasta finales de 2020 vas a necesitar un Mercedes o un Ferrari, así que a lo mejor es momento de pillar las de Villadiego antes de marchitarte.
Ante la tesitura, a Carlos le han meneado el culo desde Renault, una escudería de corte medio, con presupuesto de tipo medio, y una plantilla de tipo medio que este año a la chita callando ha crecido mucho más de lo que parece y no se lo ha pensado dos veces para salir como un cohete con ná que le han dejado. En donde los gabachos se aprecia un notable crecimiento en su personal, y la llegada de Nico Hulkenberg ha ayudado a que a falta de seis pruebas hayan quintuplicado su acopio de puntos con respecto al año pasado. A su lado, Jolyon Palmer consiguió sus primeros del año en la última carrera-y-muchas-gracias, pero no ha sido la tónica de su temporada; le huele el culo a tren. Ese coche, en manos de Carlos hubiera recaudado otro tipo de beneficios netos, de los pagaderos en jurdeles de curso legal.
El de Madrid no va a llegar el año que viene a Renault y va a ganar carreras. Sería una lotería para que su equipo no tiene papeletas, pero poco a poco están contratando gente, armando y desarrollando una formación que necesita su tiempo de maduración, sin olvidar que cuando Renault se inscribe como escudería siempre acaba ganando. El Doktor Marko tiene a Carlos sujeto con una de esas correas que les ponen a los perros, que son como elásticas y los amos le dan a un botón, y se enrollan para arrimar de vuelta a los cánidos a sus piernas; jugará como cedido.
Si el equipo Renault mejora con pequeños pero visibles pasos, su motor va a ir a mejor.
Si dejan crecer tranquilo a Carlos Sainz de forma paralela a su nueva formación durante el periodo de tres años, a medio plazo, es muy posible que le veamos en disposición de ganar alguna carrera antes del final de ese ciclo. Si el equipo Renault mejora con pequeños pero visibles pasos, su motor va a ir a mejor. Siempre ocurre, y le ocurrió hasta a Honda, el segundo año de un diseño nuevo siempre es mejor que tras una primera temporada. Las mecánicas se mejoran, son más eficientes, consumen menos y se vuelven más fiables.
Con un motor mejor, con una escudería mejor, con un piloto mejor este mismo año, y con un duo mucho más pujante y experimentado que aquel con el que inició su nueva singladura (Magnussen/Palmer) es bastante posible que los del rombo acaben 2018 en la zona de entre el cuarto y el sexto mejor equipos, en lucha directa con Force India, Williams, dejando atrás con bastantes posibilidades a Toro Rosso y con la interesante lucha contra unos que llevarán sus mismos motores: McLaren. Otro punto de interés morboso será que es muy posible, sobre todo al final de la temporada, que sendos coches amarillos se encuentren en posición de alcanzar el cajón.
Hulk sostiene un poco honroso récord: el mayor número de carreras disputadas sin pisarlo, algo que tampoco ha logrado nunca Carlos Sainz, con la disculpa de haber corrido con un solo equipo y llevar menos tiempo en el negocio. Va a ser divertido observar cual de los dos es el primero en lograrlo. Algo más. En el caso de Carlos será muy interesante ver los cambios en la fisonomía de sus carreras, la forma de atacar los fines de semana y sus resultados netos al pasar de un Toro Rosso con motor Renault a un Renault con motor Renault. En todo caso, todo va a crecer a su alrededor, su panorama será distinto y algo bueno va a salir de todo ello sin duda alguna la crisálida ya está tejiéndose, la transformación viene de camino.
La crisálida ya está tejiéndose, la transformación viene de camino
El otro camino era largo. Iban lejos de su barrio, a una zona cercana al campo de fútbol de la ciudad, un trayecto que hoy toma apenas cinco minutos en coche pero hace cuarenta años era un periplo impensable si no eras adulto. Los gusanos eran grises, feos, y crecían hasta multiplicar su tamaño varias veces. Una vez adquirido su tamaño ideal se envolvían en una bolsa natural, una especie de saco de dormir, del que semanas más tarde acababa emergiendo una bella mariposa. Salían despacio, desplegaban sus alas, y acababan echando a volar, justo donde ni el Virutas-niño ni sus compañeros de clase, podrían acabar nunca. Allí sólo quedaba aquella suerte de domicilio temporal del color de la seda, que es amarilla tostada, casi del mismo color que la carrocería de los Renault.
Fotos: Red Bull Content Pool | Renault F1