El SelF1e

​El palabro ‘selfie’ no viene en el diccionario de la RAE. Ni siquiera sale su adaptación al idioma de Cervantes: autofoto. No existe, no está, y a veces resulta necesario adoptar términos que en otras sociedades más prácticas ya tienen para definir cosas.

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Publicado: 05/04/2017 13:30

El palabro ‘selfie’ no viene en el diccionario de la RAE. Ni siquiera sale su adaptación al idioma de Cervantes: autofoto. No existe, no está, y a veces resulta necesario adoptar términos que en otras sociedades más prácticas ya tienen para definir cosas.

"Lo de Internet aún sigue siendo un turrón del duro que aún no se sabe morder."

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En el Siglo XXI y con la digitalización de los estratos más insospechados de la sociedad los valores están cambiando. En el mundo de la comunicación ha ocurrido una calcetinquesehadadolavueltación y si antes muy pocos medios hablaban de muchas cosas, ahora son millones de emisores los que concentran su mirada en muy pocas… y no se sale de ellas de manera natural si no es en modo prepago. La Fórmula 1 ha estado durante décadas acostumbrada a montar su circo y esperar a que los de la cabra y la trompeta sean otros, que les toquen las palmas de gratis y a no dejarse ni una chapa en publicidad. Eso ha quedó en manos medios especializados, televisiones paganas, agencias internacionales y diarios más o menos deportivos. Las teles de hoy son cada vez más un reducto sólo para abonados, las revistas mueren, los diarios venden cada vez menos, el universo se reduce y con ello el interés tiende a menguar. Lo de Internet aún sigue siendo un turrón del duro que aún no se sabe morder.

Una vez le preguntaron a un alto directivo de Coca Cola que si lo de su misteriosa Fórmula-que-solo-conocen-tres era el eje de su negocio. La respuesta no pudo ser más reveladora. El empresario dijo "el secreto es que de nuestro producto nunca se deje de hablar de él", o lo que lo mismo: que sea lo menos secreto posible. Un selfie no es más que eso, poner en circulación pública lo que de manera natural debería quedar en la intimidad, de ahí la necesidad que tiene nuestro deporte en hacerse muchos y hasta ahora se ha hecho muy pocos, y malos. Una empresa modelna se pule entre un siete y un diez por ciento de su beneficio en su promoción, y las hay como Red Bull que se funde hasta el veinticinco.

Existen ciertos paralelismo entre el cine y la F1: montas un show, dura un par de horas, vendes asientos, ves a tus estrellas favoritas, lo único tangible que hay en el intercambio es lo que te metas entre pecho y espalda, y una vez que has visto la peli o la carrera ya sabes como es el final para raramente volverla a ver. Sin embargo una cinta hollywoodiense de cierto fuste se cepilla el 50% de su presupuesto en darse pisto mientras que la F1 cero cartón, nasty de plasty.

La gente de Liberty no solamente sabe esto sino que son expertos en precisamente en dejar contenta a la gente a cambio de sus entradas, cuotas y manejos. Son americanos, y allí hay otra noción muy distinta del espectáculo y el negocio, dos de las patas que sustentan a la Fórmula 1. Si el selfie ha revolucionado la forma en que la gente se presenta ante el mundo, Liberty va a modificar esto, y de entrada ya ha dicho que vayamos preparando la cartera porque la retransmisión digital en base a una cuota como se hace con la música o las plataformas de cine. Desde ese momento la Fórmula 1 empezará a hacer publicidad de sí misma de manera ineludible… por primera vez en su historia.

Otra jugada pintoresca en este final de segunda década, muy poco publicitada y que a buen seguro otras escuderías miran con envidia, es el acuerdo al que ha llegado McLaren con Amazon Prime. El megabazar global de Jeff Bezos está emperrado en ser un transmisor de contenidos multimedia y se ha embarcado con la gente de Woking en documentar la vida interior de un equipo de carreras. Lo chulo, que también, no es que vayamos a poder ver escenas nunca antes vistas, sino que la F1 va a abrir(se) una ventana única.

En Liberty, sabedores que en su país pasta hay para reventar y conocimiento de su nuevo negocio existe poco, deben estar salivando al saber que los más de sesenta millones (si, 60 millones) de suscriptores del servicio Amazon Prime que hay de manera estimada en Trumplandia van a ver un Fórmula 1 cada vez que accedan al menú principal de su teletienda cibernética. “Matamos muchos pájaros de un tiro con esta jugada”, debió pensar Chase Carey, el bigotes de la F1 cuando supo de esto. “Nos metemos en los salones de los norteamericanos, asociamos la F1 a la tecnología y a lo digital, y colamos el deporte en lo que una vez fue Silicon Valley”. Amazon, Facebook, eBay, Yahoo, Apple, Microsoft, Google, IBM… empresas muy ajenas a esto de los coches, de las que chorrean dinero, y que ahora van a estar un poco más cerca.

"La F1 está cambiando de piel, esto es el comienzo".

Que no extrañe a nadie que las tecnológicas quieran posicionarse en la nueva Fórmula 1, la que llega de la mano de Ross Brawn, la de los nuevos motores, esa en la que ya hay un equipo norteamericano, la que se podrá ver en nuestras tablets y teléfonos móviles. Precisamente esa en la que BWT, una empresa alemana que hace jarras que filtran agua ha pintado de rosa los Force India, esa a la que Alfa Romeo quiere volver, en la que Porsche y Lamborghini andan pidiendo precios, y esa que está comenzando una transformación radical de su negocio y la manera que vamos a tener de percibirla. Esto empieza a oler a otra cosa y lo de las jarritas debería hacer pensar en una cosa: nuevos mercados. La F1 está cambiando de piel, esto es el comienzo.

Fotos: Red Bull Content Pool

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