Virutas F1La sandía

Cuando el Virutas era fotero le mandaron una vez a la playa a captar un poco de atmósfera veraniega con la que empapelar páginas de una revista. Caminando por el rebalaje de La Carihuela, Torremolinos, se topó con una abuela con bata de guatiné muy encabronada y pegándole voces a media docena de mocosos que hacían agujeros justo donde llegaba la espuma de las olas.

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Publicado: 03/08/2017 18:30

Tras el rumor del agua, lo siguiente que sonó fue la zambullida de un signo de interrogación que presidía la escena; allí estaba pasando algo pero no había una respuesta clara.

Ocurre algo parecido en el Mundial de F1, algo bueno, y con lo de la Silly Season, los chapuzones, las olas y los calores del verano muchos se lo están perdiendo. El Mundial 2017 está siendo un correquetepillo como los que no disfrutábamos hace tiempo y no todos le están dando valor. La nueva F1, la de las ruedas gordas, nueva aerodinámica y coches más anchos ha destripado una horquilla cosida con grapas plateadas. Las diferencias entre los de arriba y abajo es afín a la ya conocida, aunque delante y en la zona media pasan cosas muy interesantes.

Si miramos de abajo a arriba resulta ruidosamente sonrojante para equipos de más fuste como los Force India han ido dejando atrás al grupo de “todos los demás”. Afianzan su cuarta plaza de forma discreta, sin alharacas, y camino de triplicar en puntos al quinto, Williams. Muchos agoreros vimos un horizonte peliagudo con los problemas de sus propietarios y sin embargo Bob Fernley, con pequeños cambios, mejoras muy bien elegidas, y una gestión acertada está dando clase a otros.

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Checo Pérez lleva ese coche hasta donde llega, pero Esteban Ocon, en su primer año completo como titular, está más cerca del mexicano de lo que se pudiera esperar de un tipo con tan exigua experiencia. La horquilla de tiempos suele estar entre una y dos décimas, cuando lo normal debería ser del doble o más.

Renault está demostrando que sabe mejorar el coche, aunque por el momento los resultados no acompañen todo lo que deberían.

Otra de las agradables sorpresas, muy de esperar por otra parte, es la consistente mejora de Renault en una trayectoria ya vista antes en los de Enstone. Su motor sigue estando por detrás de los Mercedes y Ferrari y por eso les cuesta un poco más, pero el fichaje de Hulk ha ejercido de KERS+DRS para los de Enstone, que están creciendo a pasos agigantados y de momento es el equipo que más ha mejorado desde que arrancó la temporada. A este ritmo y con un avance en su motor no sería de extrañar verles rozando el pódium el año que viene, si es que no lo pisan alguna vez, algo impensable el año pasado. Enorme progresión.

Red Bull es el único equipo capacitado para ganar carreras con los propulsores galos, pero siguen estando lastrados por un déficit de caballería que les impide ir a más. Hay que añadir un pequeño handicap a su rendimiento: lo inesperadamente fallón y nervioso que anda Verstappen. Su temporada, sin ser mala, no es la pronosticada.

Cuando acaba carreras nunca lo hace por detrás del quinto puesto, justo a donde puede llegar ese coche por si mismo… a las puertas del jardín de Mercedes y Ferrari, pero su socio australiano acumula una victoria y cinco pódiums por uno del belgolandés. Las tensiones internas en pos del coche pata negra que no posee se han filtrado y la situación no gusta en ninguna de ambas partes. A corregir, si estás hay que rendir, Max.

La zona noble es la que más alegrías está dando al aficionariado. Si antes eran dos pilotos de un mismo equipo los que se atizaban por una corona, ahora hay tres pilotos de dos equipos distintos. Resultados en mano Vettel está donde se ha ganado, Lewis anda peor de lo que se adivinaba, Bottas empezó titubeando y parece haberle cogido el acento al alemán que habla su coche… ¿pero Kimi? El finés tiene un coche ganador pero está quinto, con la mitad de puntos que su socio, y un Blues Brother por delante con un coche inferior.

Valtteri Bottas convence cada vez más a quienes dudaban de si era piloto para un equipo tan potente como Mercedes.

Si los títulos se repartieran en agosto, Kimi debería estar al menos en el pódium, y está bien fuera. Es muy posible que en Maranello le renueven para 2018, pero su rendimiento neto nunca ha estado donde debería. Con trallazos de brillantez de forma puntual jamás se ha quejado de su gente pero es posible que esté padeciendo el conocido y ya diagnosticado en muchas ocasiones a Ferrari Síndrome del Segundo Hijo. Raikkonen llegó antes al seno de la formación, y por lo tanto, las atenciones van al que aterrizó después. Si los de colorado trabajan sólo para un piloto, es el que habla alemán (e italiano)

Pero… ¿qué ha ocurrido para que veamos todo esto? ¿Que ha cambiado?

Mercedes llevaba tres años martirizando al resto con victorias inalcanzables pero esta temporada y de forma sorprendente le están robando la cartera. Su W08 está sucumbiendo ante la igualitaria eficacia del SF70-H de Ferrari y de momento le está ganando la partida al menos en el título de pilotos. Si el mundial de constructores cae de la mano para Mercedes en el ecuador del calendario es más por el acierto de su segundo corredor, Valtteri Bottas, que por el hasta ahora arrollador triunfo de los coches grises.

Ferrari ha conseguido plantar cara a Mercedes este año y Sebastian Vettel lleva las de ganar frente a Lewis Hamilton.

Sebas Vettel le gana el pulso a Hamilton tan sólo por catorce puntos, y esto no es que sea mucho, pero durante las últimas tres temporadas era impensable a cuenta del estrellado monólogo. El triunfo de Ferrari, con verdaderas posibilidades de ganar este título tras casi una década sin pillar EL título —que es el de pilotos—, lo tienen a la mano y hacía mucho que no disfrutábamos de una situación así.

Los Mercedes van muy bien en pistas rápidas tal y como se pudo observar en Silverstone, pero sufren en lentas como Mónaco y Hungría. Su evolución parece ahora algo más cachazuda y lenta, y puede estar dando señales de que el concepto esté alcanzando sus límites. A Ferrari sin embargo parecen sentarle bien los circuitos lentos y revirados, y les va peor en rápidos. A las flechas plateadas les irá bien correr en Spa, Monza y Suzuka, y los italianos sonríen pensando en Singapur, Abu Dhabi o Brasil. El resto de circuitos son ligeramente ventajosos, debido a su trazado, para Mercedes pero no de forma masiva. Será Lewis el encargado de recortar la diferencia con Frigodedo si quiere su cuarto entorchado.

La clave de la nueva situación reside en Maranello. Ferrari es un equipo muy grande, un verdadero transatlántico encarnado, y cambiar su rumbo es tarea compleja. En el plan industrial de Sergio Marchionne se encuentra el de vender la marca y para ello necesita que la escudería brille y con ello aumentar su valor. Cuando se renovó el impresionante túnel de viento con un coste de más de 35 millones de euros, al añadir ese, dicen, banco de análisis austriaco construido por AVL que se rumorea que tienen (o al menos usan) y sumar el simulador MOOG que les hizo Dallara… tendrían que llegar cambios y resultados. Uno de los grandes cambios de Ferrari ha llegado en el plano de la aerodinámica, asignatura suspensa durante años.

El padre de este avance no fue tanto James Allison sino los ingenieros Enrico Cardile y Simone Resta, y con todos esos caros juguetes que Marchionne puso a su disposición han logrado obtener un conjunto sumamente eficaz en curva rápida, algo que antes quedaba en entredicho. Ferrari ha dado un paso de gigante y los aficionados deberían reconocerlo y aplaudirlo. Si logran mantener a raya las evoluciones de Mercedes, si Kimi logra más dobletes-de-sábado, si logra sujetar los embates de Hamilton y retenerle en carreras en las que su socio salga primero es muy posible que veamos un final de temporada electrizante hasta la última curva, algo que se nos estaba olvidando y que sólo recuerdan los más viejos del lugar.

Räikkönen no rinde al nivel que se le supone a un piloto de Ferrari, pero ejecuta a la perfección las órdenes de equipo cuando consigue ponerse al nivel de Sebastian Vettel.

Hablando de viejos, la de la bata en la orilla de la playa seguía pegando voces, y abandonaba su oronda figura de manos en jarras para señalar con el dedo a un lado y otro. “Por aquí, por allí”. Tras observar la misteriosa escena con detenimiento el costumbrista misterio fue desvelado. Los presuntos implicados, devenidos en expertos tuneladores, estaban buscando la sandía que habían enterrado bajo las faldas del Mediterráneo y se les había perdido con el batir del salado líquido elemento.

O la encontraban o todos se quedarían sin postre. ¿Postre? Aún queda media temporada, prepárate para que al caballo le ataquen con flechas plateadas. Esperemos que la sangre no llegue al río, sin olvidar que hace poco no había ni río.

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