Zak, el exorcista
Con una careta de hockey cubriéndole la cara, la camisa que una vez fuera impoluta ahora estaría hecha jirones y salpicada de sangre, y blandiendo en las manos una humeante escopeta de cañones recortados. De esa guisa encaramado en lo alto del MTC de McLaren, apuntando el arma al cielo y dando gritos estaría Ron Dennis tras haber descargado una caja de munición sobre todos los cámaras de Amazon hasta no dejar ni uno vivo.
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Publicado: 20/02/2018 13:30
Por fortuna para los reporteros de la cibertelevisión, Dennis ya no asoma su afilada napia por Woking y esta escena forma parte de uno de esos “lo-que-hubiera-pasado-si”, pero apuesta tu dinero a que hubiera ocurrido algo muy parecido si el británico hubiera visto traspasar la barrera de entrada al equipo de rodaje. Las empresas son lo que son sus jefes. Con un superior de origen militar, es fácil que trabajes en un pequeño ejército, si tu jefe fue sacerdote muy posiblemente los valores espirituales tengan más espacio en el devenir diario, y si tu jefe (o jefa) fue bombero estate bien seguro que verás los mejores extintores del mercado colgados de las paredes.
En McLaren han tenido mucha suerte por sufrir un accidente de calibre bíblico. Y es que a veces tiene que ocurrirte algo verdaderamente grave para que cambies tu horizonte. Sin ese accidente, sin esa colisión en cadena, sin ese McCalvario iban a seguir haciendo lo de siempre mientras estarían sentados como un pato viendo a sus contrincantes dejándoles atrás. Tras años de patente declive, desde sus últimos títulos hasta el desastre sin paliativos del último trienio, no les ha tocado la lotería sino un ejecutivo distinto a todo lo visto hasta hoy: Zak Brown.
El ejecutivo californiano es el tipo destinado a poner boca arriba el equipo de Woking tras un accidente chungo, con varias vueltas de campana, explosión del motor, posterior incendio del vehículo al que se le han abierto todas las puertas con expulsión de sus pasajeros al unísono y fallo en los airbags. La piña no podía haber sido más intensa, aunque lo peor ya ha pasado. El segundo mejor equipo de la historia puede tener un año malo, lo que no se puede permitir es un declive continuado con un remate desastroso como el que ha protagonizado. Al éxito se puede llegar de una forma muy rápida con un poco de suerte y mucho ingenio, pregúntale a Ross Brawn, pero al abismo se puede caer tras unas pocas decisiones erradas.
El último título de los de Woking llegó en 2008, en las que un acertado Lewis Hamilton recabó su primera corona aprovechando los réditos de un coche excelente labrado en años anteriores, un equipo en plena forma, y una estructura que funcionaba enterita para él. La última victoria llegó en 2012, a manos de Jenson Button, y desde entonces la nada, el vacío en forma de resultados y esto puede ocurrirle a un equipo acostumbrado a perder pero no uno acostumbrado a ganar. Una de las claves de esto no es ya la palmatoria en forma de premios, el daño a la imagen o el desapego por los pilotos buenos de aterrizar allí, sino que a partir del séptimo clasificado no entras en el Grupo de Trabajo de la Fórmula 1, y con ello, de la toma de decisiones e influencia en las regulaciones.
Como el exorcista de la película, Zak se ha plantado ante una escalera sombría
Desde que Force India está dentro de ese grupo le va como nunca, sus resultados son sorprendentes y la publicidad le llueve como por arte de magia. Desde que McLaren está fuera de ese grupo les va como nunca les ha ido de mal, sus resultados son tristes, y la publicidad brilla por su ausencia. El alumno adelantó al maestro, y no olvidemos que los indios pasaron de ser penúltimos, justo donde están ahora los McLaren, a ser los mejores de los no ganadores.
Para que McLaren vuelva a dónde debería Zak Brown se erige en el eje angular, la piedra filosofal sobre la que pivotarlo todo. Como el exorcista de la película, Zak se ha plantado ante una escalera sombría a la que ha de ejecutar su magia y de momento el resultado es visible en forma de jugadas audaces y nunca vistas antes. Que Fernando Alonso disputase la Indy 500 a costa de perderse la carrera de Mónaco ya mostró en calado de la jugada y su resultado fue extraordinario desde el punto de vista mediático. La carrera yankee hacía años que no recababa la audiencia que obtuvo, la figura de Alonso dio un vuelco hacia mejor tras años de abandonos y resultados horrorosos, y el nombre de McLaren empieza a sonar para bien a pesar de lo mal que les va en las pistas. La siguiente jugada fue lo de Amazon.
Ron Dennis jamás, nunca, en ningún momento de su existencia sobre la tierra hubiera permitido entrar una cámara en su palacio. Sin embargo un equipo de Amazon Prime estuvo rondando las interioridades más recónditas de Woking en el momento más sensible de todo el año: la pretemporada. Viñeteando detalles técnicos muchos de sus planos fueron reveladores acerca de cómo es la vida en el interior de lo que hasta ahora era un absoluto misterio. Caras, gestos, reuniones muchos de ellos seguramente no preparados, pero si algo limitados a la hora de la expresividad, pero con un grado de transparencia impensable hace tan sólo un par de años.
La guinda a la cadena de Zakjugadas es la presencia de Alonso, hombre franquicia del equipo, en el Mobile World Congress. ‘Alonso va a ir a un mercadillo de telefonía’ dirán los más agoreros, pero no se dan cuenta de la jugada. Un piloto de carreras, que corre en varias categorías, en pruebas norteamericanas pero de calibre global, las 24 Horas de Le Mans con posibilidades de ganar, va a ser el protagonista durante todo un día de un evento en el que millones de ojos van a estar pendientes. Pero no son ojos cualesquiera. Son ojos, en muchos casos, propiedad de los amos de compañías tecnológicas, que son las que están dominando el mundo.
Brown ha sido el que ha empezado a dar bocados de dinosaurio y no picotazos de jilguero
Apple, Samsung, eBay, Youtube, Twitter, Netflix, Amazon, HBO, Spotify, Huawei, Siemens, Microsoft, Nokia, Telefonica, Sprint, Sony, LG, Orange, T-Mobile o cientos de empresas de todo el globo van a estar sentadas ante el bicampeón, van a estar mirando hacia la Fórmula 1. Brown es un pescador que tiene siempre lista su red, y el hombre que llevó a la F1 a empresas como Chandon, Martini, UPS, Johnnie Walker, Hilton o Lenovo sabe que sólo hay una cosa peor que el que se hable mucho de uno: que no se hable nada. Según fuentes del equipo tres nuevos patrocinadores llegan este año de forma paralela al de los motores Renault: Airgain, Dell y CNBC, todas relacionadas con las tecnologías, mercado patrocinatorio y de negocio paralelo a la F1 poco o nada explotado. No es que nadie lo viese, de hecho ya los hubo antes; es que Brown ha sido el que le ha empezado a dar bocados de dinosaurio y no picotazos de jilguero devolviéndoles algo bueno que llevarse a la boca.
El yankee ha traído la frescura, apertura, el showbisnes y una alegría de la que la Fórmula 1 carecía, desdeñaba o directamente rechazaba. En el mundo del Siglo XXI hay que dar que hablar, no basta con ser, y el que mejor lo ha entendido ha sido este tío. McLaren va a cambiar, va a cambiar mucho, y el resto de equipos deberían tomar nota no de lo deportivo, sino de una gestión más acorde con el futuro al que necesitan mirar en una época de cambios sociales de orden mayor. Zak viene de California donde está Hollywood, donde se hacían las películas del oeste. En aquellas películas, cuando los cowboys se adentraban en lo más desconocido del far west tenían que echar mano de un indio que olisquease el terreno, buscase ramas rotas, y huellas de pisadas para no perderse. En la F1 del futuro Zak es ese indio, el mismo que hacía de chamán en la tribu y espantaba a los malos espíritus, que haberlos haylos en Woking, pero cada vez menos.
Fotos: McLaren F1 | IndyCar