5 coches innovadores que fueron un fracaso
Quisieron aportar tecnología avanzada a su tiempo y terminaron su vida antes de tiempo: estos coches innovadores que fracasaron son buenos ejemplos de cómo el ser humano a veces no está preparado para grandes saltos tecnológicos. ¡Marcaron un antes y un después!
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Publicado: 21/01/2019 14:30
Estos coches innovadores fueron un fracaso: ofrecieron elementos demasiado adelantados a su tiempo y los clientes potenciales no supieron ver su potencial. Probablemente, en todos los casos hay dos elementos en común: un precio demasiado alto, ya que la tecnología implementada en el vehículo era elevada, y un diseño demasiado atrevido y futurista, que no supo entrar por los ojos de la gente.
El resultado fue un fracaso comercial, aunque cualquiera de estos cinco coches deberían estar en el libro de la historia del automóvil por su particular manera de ver el mundo y por los avances que presentaron.
Chrysler Airflow
La aerodinámica es hoy uno de los factores clave a la hora de diseñar un coche: mejora la eficiencia y el dinamismo. Es clave para conseguir un buen coche en todos los aspectos, pero en 1934, la aerodinámica solamente era relevante en los aviones, para que pudieran volar. Sin más. En los coches, nadie lo tenía en cuenta, hasta que Carl Breer decidió visitar a los hermanos Wright y utilizar su túnel del viento para diseñar un coche. Su parrilla tendida, su parabrisas partido o las ruedas delanteras carenadas fueron innovaciones que marcaron un antes y un después a nivel aerodinámico.
Pero más allá de eso, el Chrysler Airflow también fue un coche clave a la hora de definir el reparto de pesos, ya que fue el primer coche en adelantar el habitáculo y colocarlo entre ambos ejes, en lugar de colocar a los pasajeros, principalmente, sobre el eje trasero. El resultado fue un 50% de peso en cada eje una vez que los pasajeros estaban subidos. El Chrysler Airflow fue el primer coche en mejorar el dinamismo gracias a la aerodinámica y al reparto de pesos.
¿El resultado del mercado? Debido a su carrocería y a la tecnología tan moderna que equipaban, este Chrysler tuvo muchos fallos de fabricación y fue un fracaso comercial: por ejemplo, en 1936, el Airflow comercializó 6.275 unidades, mientras que su gemelo ‘convencional’, el Airstream, vendió 52.000 coches. ¡El precio de innovar cuando el mercado no está preparado!
Audi A2
Si la aerodinámica es clave para conseguir ser eficiente y alcanzar un buen comportamiento dinámico, el peso también lo es, quizás incluso más. El Audi A2 fue un coche incomprendido, un ejercicio de ingeniería de Audi que terminó con un fracaso comercial pero con otras muchas cosas positivas. Se trata del primer modelo de producción masiva y bajo precio con una carrocería de aluminio, lo que le permitiría conseguir un peso de 900 kg, realmente ligero.
Esto, junto a una aerodinámica muy cuidada, un habitáculo espacioso y un maletero de casi 400 litros, colocaron a este compacto como uno de los coches más completos del mercado. Desafortunadamente, el Audi A2 tuvo muchos elementos en contra, como unos motores poco potentes, un diseño que costaba de digerir y un precio demasiado elevado dada su gran carga tecnológica. Estos factores condenaron al primer coche capaz de conseguir un consumo medio por debajo de los 3 litros a los 100 km al fracaso: en sus seis años de vida apenas se fabricaron 176.000 ejemplares, lejos de otros modelos similares como el Mercedes Clase A, que vendía más de un millón.
Tucker Torpedo
Suspensión independiente, frenos de disco en las cuatro ruedas, faros direccionables, un coeficiente aerodinámico de 0,27 Cx, volante multifunción, parabrisas de seguridad, llantas de magnesio. Todo este aluvión de equipamiento y tecnología podrían ser de cualquier coche actual, pero en realidad, era equipamiento disponible en el Tucker Torpedo de 1948. ¡Sí, amigos, tiene 70 años de vida! Este coche supuso un órdago al orden establecido y supuso un soplo de aire fresco tras los duros años de la Segunda Guerra Mundial.
En aquella época, el país no estaba para grandes alardes y las ‘big3’ de Detroit, Ford, General Motors y Chrysler, luchaban por recuperar aceptables cifras de ventas con productos sencillos y rentables, baratos y fiables. Preston Thomas Tucker decidió aprovechar ese momento de pausa a nivel de tecnología y lanzar su propia marca, una marca que dejó al mundo con la boca abierta, el Elon Musk de su tiempo. Finalmente, las grandes marcas comenzaron una campaña de desprestigio que terminó con una investigación abierta por el Departamento de Comercio de EEUU protagonizada por un senador de Michigan afín a las grandes marcas tradicionales. ¡Terminaron con ella! Era demasiado avanzada para existir en una época tan convulsa.
Renault Avantime
El Renault Avantime fue un coche futurista: probablemente a día de hoy todavía sigue chocando, pero quizás dentro de unos cuantos años, su diseño se pueda ver sorprendentemente actual. Corría el año 2001 y la llegada del nuevo milenio introdujo una corriente de cambio e innovación que también llegó al ámbito de las cuatro ruedas.
El Avantime pretendía ofrecer una especie de monovolumen de altas prestaciones, espacio interior generoso y una estética única, gracias a sus formas y a detalles únicos como sus dos gigantescas puertas de 1,4 metros de largo. Un producto innovador que fracasó estrepitosamente: su producción apenas duró un par de años, hasta el 2003, con 8.557 ejemplares fabricados.
Peugeot 1007
Lo que a primeras parecía una innovación interesante y algo bueno, terminó convirtiéndose en un mal sueño. Sin dudas, el Peugeot 1007 estuvo a punto de poner en graves apuros económicos a la marca del Grupo PSA. ¿Por qué? Pues por estar en el momento inadecuado. Fue un modelo innovador, gracias a una solución interesante: sustituir las puertas tradicionales por dos puertas correderas eléctricas. Sus formas de monovolumen y su tamaño compacto parecían la solución ideal para conquistar la ciudad: amplio, práctico y que se podía aparcar en cualquier hueco y salir del coche sin problemas.
Lamentablemente, el coche era demasiado caro y las soluciones innovadoras eran positivas por un lado pero negativas por otro, como por ejemplo al añadir peso al conjunto y lastrar sus prestaciones. Peugeot perdió casi 1.900 millones de euros con este coche, por lo que como podrás imaginar, la firma de París no quiere ni volver a ver puertas correderas en un turismo.