Abarth 595C TurismoLa transmisión MTA de Abarth, deliciosamente odiosa
Analizamos la caja de cambios manual con embrague robotizado MTA "Abarth Competizione" empleada por el fabricante italiano en uno de sus modelos más exclusivos: El Abarth 595C Turismo. La transmisión MTA del pequeño deportivo descapotable puede resultar divertida y frustrante a partes iguales. Requiere de tiempo y paciencia adaptarse a ella ¿merece la pena?
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Publicado: 15/08/2013 08:00
Uno de los deportivos más pequeños, divertidos y económicos del mercado es el Abarth 500. Hemos podido disfrutar de una variante muy especial, el Abarth 595C Turismo: 160 CV de serie, descapotable gracias a su techo de lona corredizo y con una estética apasionante. Aparentemente perfecto… hasta que nos ponemos en marcha.
El 595C Turismo está disponible exclusivamente con una transmisión manual robotizada, que ha sido un sempiterno objeto de controversia mientras el coqueto Abarth nos ha acompañado. Mis compañeros Fran Valle, Javier Onrubia y un servidor hemos disfrutado al volante de esta pequeña bomba italiana, pero todas nuestras conversaciones acababan girando sobre la conveniencia de este tipo de cambio.
La caja de cambios manual de cinco velocidades con embrague robotizado de accionamiento eléctrico empleada por Abarth recibe el nombre de MTA “Abarth Competizione”, que sencillamente es la abreviatura de Manual Transmission Automated, y gestiona el envío a las ruedas de la potencia del motor 1.4 T-Jet.
Una particularidad del MTA es que en lugar de una tradicional palanca de cambios tenemos cuatro botones para manejar la transmisión: “1” para poner la primera marcha, “N” para el punto muerto, “R” para engranar la marcha atrás y “A/M” para pasar del modo totalmente automático al manual secuencial y viceversa. Para subir y bajar marchas de manera manual hay que recurrir a las levas tras el volante.
Arrancamos y no hace falta recorrer muchos kilómetros en el modo automático para comenzar a odiar el MTA. Cada vez que cambia de marcha mientras aceleramos, nos proporciona un incómodo meneo que lleva nuestra cabeza hacia delante y hacia atrás. Haciendo una conducción deportiva, más agresiva, el efecto se incrementa y resulta aún más molesto al tiempo que los escapes nos regalan una detonación de vez en cuando.
Es normal, porque eso es lo que suelen hacer todas las cajas robotizadas de un solo embrague, que tienen imposible igualar la rapidez y suavidad de una transmisión de doble embrague.
La solución para ganar en delicadeza al subir de marchas es apretar el botón “A/M” y pasar al modo manual secuencial. Al ser el conductor el que debe cambiar de marcha con las levas, se pueden saber el punto de cambio con antelación y así levantar el pie del acelerador a tiempo para que la caja efectúe la transición con mucha más delicadeza.
Parece fácil, pero requiere de tiempo y paciencia clavar el momento exacto que evita ese golpe longitudinal en nuestras cervicales. Es cuestión de práctica. A pesar de todo, a unos nos ha gustado más que a otros (reconozco que estoy en el segundo grupo) pero en lo que sí estábamos de acuerdo es que con el cambio manual de 5 velocidades de Abarth, el 595 habría incrementado su dosis de diversión, que ya de por sí resulta muy alta.
Uno puede pensar que con este tipo de transmisión automática se gana en comodidad, aunque se pierde en deportividad. Y así es pero ¿alguien se compraría un Abarth sin que las sensaciones deportivas estén entre sus preferencias? Al fin y al cabo, si vas a hacer una conducción relajada podría ser una opción sensata adquirir un racional Fiat 500C.
Como la transmisión con embrague robotizado no hace del Abarth 595 un mejor coche ¿para qué tenerla? Si quieres un modelo como éste no lo dudes, decántate por el cambio manual porque es una propuesta más deportiva, refinada y lógica en su conjunto.