Volvo se desprende de sus socios chinos: Geely pierde parte de sus acciones, aunque seguirá apoyándolos

Hoy en día, con un mundo tan conectado y con mercados tan globalizados, resulta muy complicado emprender la guerra por tu cuenta. La competitividad en la industria del automóvil se ha disparado desde el nacimiento de China como potencia mundial. El país vive un gran frenesí comercial. Su industria gana peso y algunas de las empresas principales se atreven con otros mercados. Volvo es uno de los fabricantes más históricos y reconocidos de la industria, pero desde hace años están atados a uno de las grandes corporaciones chinas, el Grupo Geely.

La marca sueca, con sede en Gotemburgo, es una de las más queridas y deseadas a nivel internacional. En sus casi 100 años de historia ha pasado por diferentes etapas y fases. Mundialmente conocidos por su seguridad, los ingenieros nórdicos han sido los precursores de algunos avances importantes en el sector como la introducción de los cinturones de seguridad. Su calidad de fabricación, así como la ejecución de sus vehículos les permite lucir el reconocimiento de marca premium. La más fuerte frente a las todopoderosas firmas alemanas.

El Grupo Geely sigue siendo el accionista mayoritario de Volvo

Sin embargo, si echamos un vistazo a la historia de la compañía, no siempre ha vividos grandes momentos de éxito y esplendor. La marca de turismos sólo era una pequeña parte del Grupo Volvo. Los directivos de la compañía decidieron en 1999 vender la división de coches para centrarse exclusivamente en vehículos pesados y de construcción. Fue entonces cuando Ford vio la ocasión de hacerse con una importante marca europea y para comprarla se gastó nada menos que 6.45 billones de dólares. Una cifra que jamás conseguiría rentabilizar. Durante su etapa americana, Volvo nunca fue la marca que todos habíamos conocido, aunque hubo lanzamientos tan acertados como los del Volvo XC60.

A pesar de ciertos éxitos momentáneos, en 2008, Ford empezó a buscar a alguien para venderle la compañía. Ya por entonces un desconocido fabricante chino empezó a tomar especial protagonismo, el Grupo Geely. En 2010 se concretó una operación por valor de 1.8 billones de dólares para hacerse con el control del 82,1% de la compañía. Fue entonces cuando la compañía entró en una nueva gracias al gran aporte económico de China. En estos años hemos visto como la marca sueca ha ido redirigiendo sus esfuerzos al campo electrificado. Ahora afrontan la mayor renovación de gama de toda su historia. La nueva etapa arranca con el lanzamiento del Volvo EX90.

Los mercados no han recibido la noticia con alegría. Geely se ha deshecho del 3,4% de la compañía por un valor neto de 350 millones de dólares. 100 millones de acciones menos que han provocado una desestabilización en los mercados, a pesar de que el Grupo Geely ha reconocido abiertamente que seguirá dando apoyo y tecnología a la marca. Geely sigue siendo el accionista mayoritario. De hecho, desde China han reconocido que los ingresos de la venta de las acciones se destinarán a impulsar el desarrollo de tecnología y de la marca que acaba de presentar su primer monovolumen, el Volvo EM90. Mientras tanto, el Volvo EX30 sigue con su etapa de lanzamiento. Todo el mundo lo reconoce como un coche llamado a ser un gran éxito.