Alemania, la Autobahn hacia el coche eléctrico
Alemania va camino de convertirse en el tercer mercado mundial de coches enchufables después de Estados Unidos y Japón. Ahora mismo ese puesto lo ocupa Noruega, que ha dado un gran salto a lo eléctrico en cuota, aunque es un mercado pequeño en volumen.
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Publicado: 13/02/2018 21:30
En 2009 la canciller Angela Merkel fantaseó con tener un millón de vehículos enchufables en las carreteras alemanas hacia 2020. Ese objetivo acabó siendo revisado, dado que era imposible alcanzarlo al ritmo de las matriculaciones y considerando la capacidad de producción de los fabricantes. Poco a poco, eso va cambiando.
Según Bloomberg New Energy Finance, en 2018 las ventas de enchufables (híbridos enchufables y eléctricos) pueden aumentar un 64% interanualmente -eso es mucho- y llegar al umbral de las 82.000 matriculaciones en un escenario conservador. Es un número discreto frente a 3,4 millones de matriculaciones en total, pero es un buen número. Puede ser el doble del año pasado, no lo descartemos.
Uno de los factores que están potenciando ese crecimiento es la capilaridad que está consiguiendo la infraestructura de recarga, entre el sector público y el empujón que le están dando algunos fabricantes "locales" que normalmente compiten entre ellos: BMW, Ford, Daimler y Volkswagen (incluyendo Porsche).
También es una forma de competir con fabricantes japoneses que están imponiendo su propio sistema, CHAdeMO, adaptado a modelos como el Nissan Leaf. Una red más abundante adaptada a modelos japoneses no beneficia precisamente el atractivo comercial de los europeos.
Por otro lado, una red de recarga bien planteada permite a los alemanes (y a gente de paso) a poder realizar viajes de largo recorrido minimizando los inconvenientes, las paradas y los desvíos. Este país cuenta con una excelente red de autopistas que se proyectó antes de la Segunda Guerra Mundial, en muchos aspectos una envidia para el resto de europeos. Ahora es mucho más fácil recorrer esa red que hace cinco años.
De media, se puede localizar un punto de carga cada 40 km², aunque hay desigualdades entre "landers"
Hay más de 8.500 puntos de recarga, de acuerdo a Statista. La red permite hacer recorridos siguiendo las rutas principales, aunque se empieza a complicar un poco cuando se utilizan rutas secundarias y locales. Es más difícil encontrar puntos de recarga rápida y hay que ser más previsores. Con los Tesla, también, pero en las rutas principales, se puede de punta a punta con relativa comodidad y velocidades medias aceptables.
La red de recarga es uno de los factores que más animan a los compradores a dar el salto, sobre todo en un país tan extenso. De cara al futuro irán mejorando las entregas de potencia, de modo que los nuevos modelos que tengan baterías de mayor capacidad podrán moverse casi con la libertad y rapidez de un coche convencional. Eso sí, pasados los 130 km/h, los enchufables pierden rápidamente competitividad, a alta velocidad el motor convencional seguirá teniendo su atractivo.
Baterías más grandes implican mayores velocidades de carga rápida para que la espera sea razonable, menos de una hora. No todos los puntos de recarga se pueden dimensionar a 40 kW o más, que ya son recargas muy rápidas, pero la industria automovilística está poniendo dinero para incentivar la demanda.
Tampoco hay que perder de vista los incentivos: 4.000 euros de subvención para eléctricos y 3.000 para híbridos enchufables, permitiendo que estos modelos sean más asequibles para el ciudadano medio. Además, hay presupuestados 300 millones de euros para potenciar el despliegue de la infraestructura de recarga. Pueden llegar nuevas medidas cuando el gobierno se ponga a funcionar en serio.
Alemania es el primer mercado automovilístico europeo, lo que allí acontezca influye por contagio a los demás. España es el quinto mercado, tras británicos, franceses e italianos. Si a los fabricantes les sale más rentable el negocio de lo eléctrico, nos beneficiamos todos en modelos más atractivos, sobre todo en relación a su precio.
Esto es ya imparable, la tercera oleada de eléctricos viene para quedarse y está destinada a cambiar para siempre la movilidad en el viejo continente. Las tendencias apuntan a una adopción a velocidad creciente, de forma que el coche de combustión tradicional caiga antes de que se acabe el petróleo que pueda consumir.
No obstante, esta revolución tiene sus riesgos. Algunos fabricantes creen que puede haber problemas en su cadena logística si el cambio se hace rápidamente. Por otro lado, las subvenciones y las ayudas no van a ser eternas, llegado el momento, los coches se venderán "solos" sin necesidad de tanto estímulo.