¿Cómo nos afecta la alteración del kilometraje del coche?
Aunque no es necesario para circular, los coches salen de fábrica con un medidor de kilometraje, el odómetro o cuentakilómetros. Pueden ser tanto analógicos como digitales, y su alteración puede tener consecuencias poco agradables. Vamos a ver de qué forma nos afecta.
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Publicado: 22/04/2015 08:00
La práctica de quitarle kilómetros a un coche se conoce en el argot como trucar el cuentakilómetros o afeitarlo. Al reducir esa cifra, aumentaría el valor de mercado del coche, puesto que tendría apariencia de tener menos uso ante un comprador incauto. Es un método de fraude que afecta a los compradores de coches usados.
Alterar un cuentakilómetros analógico requiere más trabajo, porque hay que desmontar el tablero, pero uno digital puede manipularse con unas sencillas herramientas, y sin quitar un solo tornillo. Dependiendo del modelo, es algo más complicado o más fácil: a fin de cuentas es una cifra guardada en una memoria electrónica (EEPROM).
El kilometraje es, junto a la fecha de primera matriculación, el principal factor para determinar el valor de un vehículo
No solo afecta al valor de mercado, también a los intervalos de mantenimiento. Por ejemplo, si un coche tiene 200.000 km, se rebaja 100.000 km, y hay que "cambiar la distribución" a los 250.000 km, el nuevo dueño no hará ese mantenimiento hasta los 350.000 km. Eso significa que el riesgo de avería (y de las caras) aumenta considerablemente. Además, cuanto mayor sea el kilometraje real, es más fácil que salgan averías por desgaste.
Las ITV son nuestras aliadas
Desde 2009, en algunas comunidades autónomas se han apuntado los kilómetros de los vehículos inspeccionados, tanto en la ficha técnica, como en un registro informático. Desde el 1 de enero de 2014 eso es obligatorio. Si no podemos ver claramente las cifras de la tarjeta de inspección técnica, podremos solicitar esos datos y comprobar si los kilómetros no son reales.
En el caso de coches que han pasado por servicios oficiales de mantenimiento, también es fácil comprobar el engaño, ya que se apuntan en cada servicio programado. Si hablamos de talleres independientes, esto ya es más complicado de averiguar. Cuanta más documentación podamos tener del coche en cuestión, mejor. El "afeitado" habitual es de 70.000-100.000 km por debajo del real.
Si nos han "bajado" los kilómetros, y ha afectado al precio, es un delito de estafa
Si el vendedor se ha llevado más de 400 euros de diferencia, es un delito y se puede denunciar ante las autoridades. Disponemos de tres años para darnos cuenta del engaño, pidiendo o bien la devolución íntegra del dinero, o quedarnos con el coche y exigir la diferencia de precio correspondiente.
Por debajo de 400 euros podemos resolverlo a través de una Oficina Municipal de Información al Consumidor (OMIC).
El autoclub RACC dio el año pasado preocupantes cifras: en torno al 5-12% de los vehículos de ocasión tienen el kilometraje alterado, y sube hasta el 30% a nivel europeo, pese a que en algunos países esta práctica es delito (con y sin ánimo de lucro). El mayor margen para los estafadores está en aquellos modelos (sin alterar) entre 100.000 y 200.000 km, por la depreciación que sufren en esta franja de uso.
Si no contamos con datos de ITV ni de servicio oficial, existen indicios para comprobar si nos intentan estafar. En el interior del coche hay elementos de desgaste, como el cuero del volante, la tapicería o los propios pedales (todos a la vez): si tienen mucha paliza con menos de 100.000 km deberemos desconfiar inmediatamente
También nos puede alertar cualquier ruido, aunque para esto hay que tener los oídos entrenados
Los defraudadores pueden ser tanto particulares como profesionales, de vez en cuando la policía desarticula estas estafas, estando varios compraventas implicados en una zona, sin ánimo de generalizar. En el caso de los cuentakilómetros analógicos, debemos desconfiar de cifras desalineadas o que se muevan al dar un golpe seco al tablero, eso es más razonable en coches con más de 15-20 años a sus espaldas.
No obstante, existe la posibilidad de alterar los kilómetros de forma legítima, por ejemplo si nuestro tablero de instrumentos muere y ponemos uno de desguace con una cifra diferente, para que refleje la cantidad real. Si no se hace con propósito de lucrarnos -estafando a un tercero- nadie nos lo impide.