9 trucos infalibles para aumentar la autonomía de un coche eléctrico
Una de las principales obsesiones de todo usuario de vehículos eléctricos es la autonomía, pues en muchos casos esta es insuficiente para realizar desplazamientos largos. Te contamos ocho trucos para aumentarla.
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Publicado: 27/12/2021 19:30
¿Alguna vez has pensado en tener un coche eléctrico pero te han asaltado las dudas sobre su autonomía y si realmente cumplirá con tus expectativas? No eres el único, pues actualmente este es uno de los principales temas de preocupación de los usuarios presentes y futuros de este tipo de vehículo.
Es cierto que los coches eléctricos han ido ganando en capacidad de cubrir kilómetros con una sola carga y ya es habitual encontrar modelos que superan los 400 km, pero en cualquier caso es importante conocer algunos aspectos que determinan la autonomía real de uno de estos vehículos. Te lo contamos.
1. Conducir con suavidad
Todo vehículo verá reducida su autonomía si el conductor lo maneja con brusquedad, especialmente en lo que a aceleraciones respecta. Es algo que se nota y mucho en los coches con motor térmico, pero es aún más vital en los eléctricos.
No olvidemos que la autonomía teórica de un vehículo ha sido calculada en circunstancias muy cercanas a las ideales, por lo que todo lo que sea conducir de manera atípica afectará.
Gracias al freno regenerativo podemos reducir el uso del freno y recuperar más energía
Por tanto, si queremos aumentar la autonomía todo lo posible, lo mejor es realizar aceleraciones progresivas y tranquilas, así como evitar también fuertes frenadas que posteriormente nos obliguen a recuperar mucha velocidad de manera intensa.
2. Velocidad constante
Este segundo punto guarda relación con el anterior, pues todo lo que sea conducir suave y evitar grandes cambios de velocidad nos permitirá rodar con mayor constancia. Esto redunda en un menor esfuerzo del motor eléctrico para mantener la velocidad, lo que a su vez reduce el consumo de energía.
Especialmente si circulamos por autovía o autopista, supone una gran diferencia mantener una velocidad constante, anticipando los adelantamientos y situaciones que puedan obligarnos a reducir o elevar la velocidad. Esto nos permite aprovechar las inercias y, además, a largo plazo es muy probable que acabemos llegando más rápido al punto de destino.
3. Distancia de seguridad
Cuando guardamos una distancia de seguridad adecuada con el resto de vehículos de la vía, no sólo circulamos más seguros, sino que además tocamos menos el freno y, por tanto, el acelerador, lo que redunda en un menor consumo de energía eléctrica y el consiguiente incremento de la autonomía.
Con tráfico intenso o a la hora de adelantar, siempre es mejor guardar mayor distancia para así poder modular la velocidad con antelación, lo que nos ayudará a ser más constantes y eficientes.
4. Gestión de la frenada regenerativa
El freno regenerativo es un dispositivo que incluyen los vehículos eléctricos y que sirve para recuperar parte de la energía empleada en mover las ruedas. Puedes conocer más detalles sobre su funcionamiento en el siguiente artículo.
En esencia, este sistema recupera la energía malgastada cuando no aceleramos, recargando las baterías. Los coches eléctricos cuentan con diferentes modos de recuperación de energía que van asociados a un efecto de retención similar al de los coches térmicos, lo que notamos cuando soltamos el acelerador con una marcha engranada.
Cuanto mayor sea el efecto de retención, mayor será también la recuperación de energía, por lo que podemos aprender a conducir de manera que podemos sustituir en parte el uso del freno por la retención del freno regenerativo.
Esto propicia dos beneficios: por un lado, aumentamos la autonomía al recuperar más energía. Por otro lado, usaremos menos los frenos y harán falta más kilómetros para sustituir las pastillas y los discos. Este tipo de conducción es especialmente eficaz en situaciones como la aproximación a un semáforo en rojo o a la hora de alcanzar a un vehículo más lento en la carretera, por ejemplo.
5. Ruta eficiente
En muchas ocasiones existen varias maneras de llegar a un mismo destino, pero no todas resultan igual de largas o eficientes. Puede ocurrir que para llegar a un punto concreto nos encontremos con dos rutas similares en tiempo y distancia, pero una de ellas nos permitirá consumir menos energía porque tendrá menos tráfico, kilómetros por ciudad, desniveles o curvas.
Una buena elección nos puede permitir alargar notablemente la autonomía en función de las características de la vía y la orografía, por lo que es algo que merece la pena tener en cuenta. Y es que, en ocasiones, la mejor ruta no es la más corta. Y si encima te ahorras una recarga, el ahorro de tiempo final es espectacular.
6. Recarga inteligente
Como ya hemos señalado en múltiples ocasiones, el coste de la recarga varía mucho en función del lugar y la hora en que realicemos la operación. Lo habitual es que el propietario de un coche eléctrico tenga un punto de recarga propio en su domicilio, lo que le permitirá aprovechar la noche para realizar una carga eficiente y económica.
Pero esto no afecta sólo al bolsillo, sino también a la autonomía, aunque más a largo plazo. La clave está en mejorar el mantenimiento y durabilidad de las baterías, que en determinadas circunstancias sufren un deterioro más acelerado.
Hablamos de la carga rápida, que reduce la autonomía de la batería a largo plazo si se utiliza con frecuencia, o la carga total, que hace que la misma también sufra en mayor medida. Lo ideal es realizar una carga convencional y, siempre que sea posible, hacerlo de manera frecuente manteniendo la autonomía entre un 20% y un 80% del total para preservar en mayor medida la integridad de la batería.
7. Climatización durante recarga
Los sistemas auxiliares de los vehículos eléctricos consumen bastante energía y pueden mermar la autonomía de manera ostensible, especialmente los de climatización.
Por eso, un buen modo de minimizar este efecto es aprovechar el periodo de recarga para ajustar la temperatura del habitáculo, para después simplemente mantener la misma. Eso hará que el coche realice el mayor esfuerzo durante la carga, reduciendo al mínimo la demanda cuando desenchufemos para circular.
8. Evitar peso innecesario
No es necesario explicar por qué cuesta más esfuerzo mover 1200 kg que 1300, por ejemplo. Por tanto, cuanto mayor sea la masa a trasladar, mayor energía deberá consumir nuestro coche y menor será la autonomía disponible.
Esto es igual para cualquier tipo de coche, por lo que nunca es aconsejable llevar más peso del necesario. No te estamos pidiendo que le digas a tu cuñado que vaya en autobús o que renuncies a la maleta en un viaje, pero sí que lleves lo imprescindible para cada momento.
En el maletero, llevaremos sólo lo que necesitemos y también nos ocuparemos de eliminar cofres o soportes para carga en el techo o la parte trasera, pues además de peso suponen un voluminoso freno aerodinámico que nos obligará a emplear mayor energía a igualdad de velocidad.
9. Control periódico de los neumáticos
Este también es un consejo aplicable a cualquier vehículo con ruedas, pues mantener la presión adecuada en los neumáticos nos permitirá obtener varios beneficios.
Dejando de lado el rendimiento o la seguridad (óptimo agarre y distancia de frenado), podremos consumir menos energía al reducir el rozamiento que la banda de rodadura ejerce sobre el asfalto. Sin embargo, con unos neumáticos dotados de presión insuficiente, la superficie de contacto aumentará y será necesario consumir más energía para contrarrestar dicho incremento del rozamiento.
Si además optamos por unos neumáticos de bajo consumo, diseñados especialmente para reducir el mencionado rozamiento, también notaremos un aumento de la autonomía sin por ello renunciar a las prestaciones.
Fotos: Unsplash | Pixlr X