Avería en el aire acondicionado del coche: ¡No vale con una simple recarga!
En España y otros países de clima cálido, el aire acondicionado es imprescindible en los vehículos por las altas temperaturas que alcanzan los habitáculos en verano. ¿Has notado que no enfría como antes? Esto es lo que debes saber para que no te engañen en el taller.
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Publicado: 07/10/2020 15:30
Hace unos años el aire acondicionado era considerado un lujo en los vehículos, pues la mayoría lo incorporaban como equipamiento opcional, excepto si se trataba de modelos de gama media/alta. Pero en España, actualmente, cualquier coche -por barato que sea- lleva el aire acondicionado de serie y el climatizador automático comienza a ser también bastante habitual. No es de extrañar, pues las temperaturas de la península -y las islas- en verano superan con facilidad los 30 ºC.
Todos hemos visto ofertas en los talleres y centros de mecánica rápida en las que se ofrece la recarga del aire acondicionado por un módico precio. Pues bien, lo primero que debemos tener claro en relación al sistema de aire acondicionado de un vehículo (y cualquier otro, en realidad), es que el «frío» no se gasta. Y que si el mecanismo deja de hacerlo es porque existe una avería que debemos reparar o estaremos tirando el dinero.
Cómo funciona un aparato de aire acondicionado
El principio de todos los sistemas de aire acondicionado a compresión, los más habituales, es el mismo: se trata de un circuito cerrado en el que se encuentra depositado un gas (generalmente R134a o el más moderno R1234yf). Un compresor hace que la temperatura del gas suba al comprimirlo en un pequeño espacio (los átomos se juntan y friccionan, calentándose), provocando que el gas pase a estado líquido.
«Nunca hay que recargar el gas sin haber detectado anteriormente la fuga»
Llegado ese momento, el líquido es expulsado a presión hacia los conductos del aire, absorbiendo la temperatura de los mismos y enfriando el aire que pasa por ellos y que posteriormente es insuflado al habitáculo tras haber pasado por el filtro de partículas, que lo purifica. A consecuencia de ello, el líquido ha vuelto a pasar a estado gaseoso, reiniciándose el proceso.
Este es, a grandes rasgos, el funcionamiento del sistema, que cuenta con todos estos elementos:
- Entradas de aire: el vehículo las incluye en la carrocería para tomar el aire del exterior.
- Compresor: como hemos avanzado, se encarga de comprimir el gas para que pueda pasar a estado líquido.
- Gas refrigerante: se acumula en un pequeño depósito y circula por el sistema de conductos.
- Condensador: hablamos de un dispositivo situado delante del radiador del coche y por el que pasa el gas comprimido, provocando el cambio de estado de gas a líquido.
- Válvula de expansión: es lo que llamamos evaporador y por ella es expulsado el líquido refrigerante que, al ser vaporizado, intercambia energía con el aire y pasa a estado gaseoso.
- Conductos: son tubos de goma por los que se establece la circulación del aire.
- Filtros de partículas del aire: se sitúan en la entrada de aire de los conductos al habitáculo.
- Ventiladores de impulsión: aceleran o disminuyen la velocidad y el flujo de aire por los conductos en función de las necesidades de los ocupantes del habitáculo.
Llegados a este punto, es evidente que el gas no se consume, sino que se transforma a líquido y viceversa en función de la etapa en la que se encuentre el proceso. Así pues, si nuestro sistema de aire acondicionado o climatización no enfría como debería, es porque hay una fuga de gas y el circuito se ha quedado vacío, lo que impide que el aire de los conductos se enfríe. De poco servirá recargarlo, pues tarde o temprano el gas volverá a escapar a la atmósfera.
Averías más comunes en el aire acondicionado
Así pues, ya hemos hablado de un posible primer fallo en el sistema de refrigeración de nuestro vehículo, que además suele ser el más común de todos. La causa es que todos los elementos del coche sufren continuos movimientos y vibraciones, además de condiciones de trabajo extremas, por lo que entra dentro de lo posible que se produzcan fugas o que los tubos se hayan vuelto porosos.
En cualquier caso, antes de recargar es necesario realizar una comprobación para identificar el punto de fuga, pero pueden producirse otras averías:
- El compresor de aire acondicionado: este elemento es vital en el proceso, como ya hemos visto anteriormente, por lo que si no cumple su función el gas no pasa a estado líquido y el aire de los conductos no se enfriará. Suele fallar por falta de mantenimiento o escasez de lubricación, generalmente a consecuencia de falta de estanqueidad que propicia la fuga del líquido refrigerante y el aceite. También puede ocurrir que un fallo eléctrico desactive el compresor y, en general, la reparación parcial o total del mismo no es excesivamente cara.
- El condensador: el cambio de estado a líquido produce calor a alta presión a través del condensador. Este puede sufrir fugas o no realizar bien su función a causa de la suciedad interior que impida un intercambio de calor adecuado. Uno de los síntomas es que el ventilador del condensador esté funcionando permanentemente.
- El fusible: una pieza tan pequeña y barata puede ocasionar que el sistema no funcione correctamente, aunque no lo parezca. La causa es que el compresor es accionado por el motor y, por tanto, seguirá funcionando. No ocurrirá lo mismo con el ventilador que impulsa el aire al habitáculo.
- El filtro de aire: su función es la de eliminar impurezas, pero si no se sustituye o limpia periódicamente, acabará taponándose y la eficacia del aire acondicionado se reducirá considerablemente.
Estas son, a grandes rasgos, las principales causas por las que tu aire acondicionado podría no funcionar correctamente, pero lo más importante es recordar la regla de oro: nunca hay que recargar el gas sin haber detectado anteriormente la fuga o el problema que hace que el sistema no enfríe correctamente. Y si nos dicen lo contrario es porque están intentando engañarnos o no cuentan con los conocimientos necesarios para ocuparse de nuestro vehículo.
Fotos: Pixabay