Los beneficios de la carga lenta en los coches eléctricos

La sociedad actual tiende a priorizar la inmediatez por encima de muchos otros atributos, como la calidad o el beneficio a largo plazo. El automóvil eléctrico no es ajeno a ello y los usuarios demandan a los fabricantes procesos más rápidos y efectivos que se adapten a su ritmo de vida.

Los beneficios de la carga lenta en los coches eléctricos
Los puntos de carga de las ciudades suelen ser de tipo 3. - Pixabay

7 min. lectura

Publicado: 25/06/2020 17:30

Mayor autonomía y más rapidez de carga: esos son los factores clave -junto con la rebaja de los costes- que los usuarios de automóviles demandan para apostar definitivamente por el automóvil eléctrico. En el primer caso se están dando pasos agigantados a medida que la tecnología se desarrolla, mientras que en el segundo los puntos de carga también evolucionan a un ritmo que satisfaga las demandas del mercado.

Pero, ¿es realmente mejor para nosotros, como usuarios de un vehículo eléctrico, buscar los puntos de carga rápida siempre que nos sea posible? No como norma habitual y es lo que vamos a analizar en las siguientes líneas.

Como usuarios de un vehículo eléctrico, nos conviene valorar los beneficios de una carga lenta

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Aunque el mercado de los vehículos eléctricos está creciendo a un ritmo inferior al que muchos desearían y algunos otros proclaman (supone poco más del 1% del parque automovilístico español), es evidente que gana cada vez más presencia en el mercado y, poco a poco, comienza a ser normal ver puntos de carga de este tipo de movilidad en los centros comerciales o espacios públicos de nuestras ciudades.

No en vano, las matriculaciones de 2019 crecieron en un 56,3%, llegando a una cifra total de 24.261 unidades. De todas ellas, 10.047 fueron impulsadas por propietarios particulares de turismos, pues cada vez son más quienes apuestan por este tipo de alternativa a los tradicionales vehículos de combustión, que sufren el acoso y la presión fiscal y medioambiental de los organismos públicos a través de las normativas de emisiones y la limitación de la circulación o el aparcamiento en grandes urbes.

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Según Ganvam, Asociación Nacional de Vendedores de Vehículos a Motor, Reparación y Recambios, la previsión de ventas para 2020 -previa al coronavirus- era tres veces superior a la del año pasado, por lo que comienza a ganar cada vez más importancia la pregunta que muchos nos hacemos a la hora de intentar analizar si la movilidad eléctrica tiene futuro real como principal motor de la automoción: ¿sería capaz la red eléctrica de suministrar energía a los millones de vehículos que harían falta para cubrir nuestras necesidades actuales?

La carga lenta, clave de futuro

Hoy en día, quien se plantea adquirir un vehículo eléctrico presta atención a dos cuestiones principales: la autonomía y el tiempo de carga. El alcance de las baterías es cada vez mayor a consecuencia de los avances que las empresas tecnológicas consiguen y en los últimos años la evolución está siendo espectacular. Y en lo que respecta a la segunda, la curva de desarrollo es similar.

Ahora bien, nos encontramos en un punto en el que la importancia de la autonomía y la velocidad de carga ganan o pierden importancia en función de nuestras circunstancias y rutinas, pero en líneas generales se ha instaurado la creencia de que cuanto más rápido, mejor. No es el caso en algunos aspectos, pues la carga lenta tiene dos principales ventajas que no ofrece la carga rápida.

Por un lado, la carga lenta evita el exceso de demanda de la red eléctrica y permite suministrar con normalidad a muchos millones de vehículos, pues no en vano una carga lenta de 16 amperios es prácticamente equivalente al consumo máximo de una vivienda. Ello permitiría, por tanto, un crecimiento mucho más sostenible y racional del parque automovilístico eléctrico, ocasionando una transición menos traumática para las redes de suministro.

Por otro, la carga lenta permite que las baterías de los vehículos mantengan un estado de conservación superior, permitiendo al propietario disfrutar de una autonomía y uso del vehículo óptimos durante mucho más tiempo. Por esa razón, fabricantes como BMW, Volkswagen, Nissan o Hyundai recomiendan a sus clientes el uso de la carga lenta.

Actualmente, existen cuatro modos de carga, siendo el de tipo 3 el más aconsejable por combinar velocidad, seguridad y fiabilidad de un modo más equilibrado. Esta modalidad ofrece corrientes máximas de hasta 32 amperios (A), por lo que permite una buena conservación de las baterías -a diferencia del modo 4- sin someterlas a sobrecalentamiento por propiciar tiempos de recarga excesivamente largos, como ocurre con el modo 1.

Obviamente nos encontraremos situaciones en las que la carga rápida de tipo 4 sea necesaria, bien porque hayamos parado en mitad de un viaje y necesitemos reanudar la marcha con celeridad o por cualquier otra cuestión similar. Pero, como usuarios de un vehículo eléctrico, nos conviene valorar los beneficios de una carga lenta que no sólo nos permitirá disfrutar de un buen nivel de autonomía de nuestro coche durante más tiempo, sino que parece ser clave en el desarrollo de la industria y su implantación definitiva en el mercado.

Fotos: Pixabay

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