El monoplaza de competición que Bentley desarrolló en secreto en los sesenta
Desarrollado en secreto en 1965, a partir de un bastidor que en teoría debía ser el prototipo de presentación de los nuevos Bentley T-Series, este esbelto monoplaza fue creado tanto para competición como para su uso en carretera. Prácticamente olvidada por el tiempo, el desarrollo de esta pieza única se realizó contradiciendo la política del Grupo Rolls Royce, que prohibía todo lo relacionado con la competición.
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Publicado: 23/08/2016 18:00
En sus primeros años de existencia, Bentley estuvo fuertemente ligada al mundo de la competición. Hoy día todavía son recordadas aquellas primeras cinco victorias de la marca británica en las 24 Horas de Le Mans, la mayoría de ellas obra de los célebres Bentley Boys. Sin embargo, a principio de la década de los treinta Rolls Royce adquiría la firma de Crewe, eliminando toda posibilidad de que la marca volviera a los circuitos, a pesar del excelente palmarés deportivo obtenido en la década anterior, debido a la política de Rolls de no entrar nunca en competición.
Por lo que hasta que Bentley pasó a formar parte del Grupo Volkswagen AG, los verdaderos artífices de la victoria de esta en Le Mans 2003, la firma británica tuvo prohibido pisar oficialmente los circuitos o fabricar vehículos destinados a competición durante cerca de 70 años, salvo el modelo que aparece en las imágenes, lo que lo convierte en uno de los modelos más raros y especiales de la marca fundada por Walter Owen Bentley, aunque nunca ha tenido el lugar que se merece en la historia de la firma.
Corría el año 1965 cuando Rolls Roycedecidió fabricar dos chasis para crear sendos vehículos de exhibición para presentar la nueva generación de los Rolls Royce Silver Shadow y su gemelo Bentley T-Series de 1966. sin embargo, uno de esos dos bastidores no llegó a convertirse en el show car que debería haber sido.
Fue el propio director de marketing de Rolls Royce, John Craig, quien en secreto, vendía ese segundo bastidor a Barry Eastick, del Bentley Drivers Club, para desarrollar un vehículo de carreras, contradiciendo gravemente la normativa interna de Rolls Royce.
El nuevo modelo fue dibujado por Alan Padgett, el legendario diseñador de Bentley, y la carrocería de aluminio fue construida por el especialista británico de monoplazas Lyncar Engineering. El motor escogido era el V8 de aluminio de cárter seco y 6.23 litros de Rolls Royce, que fue dispuesto curiosamente en posición central pero por delante del cockpit, al contrario de lo que es estilaba desde hacía ya unos años en las competiciones internacionales.
Las formas del monoplaza resultan algo más grandes de lo que solía ser habitual en esa época para este tipo de monoplazas. La carrocería, si bien dispone de la forma de puro tradicional, cuenta con todas sus superficies planas, dibujando en su sección transversal un rectángulo con sus aristas redondeadas y el exiguo habitáculo tampoco se encuentra centrado, sino desplazado a la derecha, como si de un biplaza se tratase.
Curiosamente, este vehículo no fue construido exclusivamente para competición, ya que estaba ideado también para emplearlo en carretera, de una manera similar a lo que representan modelos como el BAC Mono, vehículos matriculables desarrollados con tecnología de competición, Por ello, tenía dos configuraciones mecánicas, alimentado por carburadores para carretera y añadiendo carburadores dobles y un compresor para la configuración de carrera.
Este prototipo único, de número de bastidor 2 SSS C-2, fue empleado durante años en Reino Unido, tanto en carretera como en competición, sin entrar en competiciones de relevancia. En los últimos tiempos ha estado a la venta sin éxito en los Estados Unidos, en el concesionario de Florida de Gateway Classics Cars con una etiqueta de precio cercana a los 2 millones de dólares, de donde proceden las imágenes del modelo.
Este fin de semana ha sido una de las piezas más raras de la subasta de Russo and Steele en Monterey, donde también se dieron cita algunas piezas muy raras y exclusivas, como el prototipo PB2-1 del Ford GT, el primer ejemplar de pre-producción del modelo, destinado de pruebas eléctricas y de fiabilidad.
Su condición de vehículo realizado en parte de manera externa a la marca ha condicionado gravemente su importancia histórica y por tanto, su valoración como clásico. Ya que a pesar de ser evidentemente una pieza única desarrollada a partir del bastidor de un Bentley T-Series y el motor V8 de la casa británica, este nunca ha tenido la debida consideración por parte de la historia, convirtiéndose en una mera anécdota del legado de la firma de Crewe.
Fuente: Russo and SteeleFotos: Russo and Steele