Inyección de agua, el secreto de los 500 CV del BMW M4 GTS

Hace unas horas que la división M de BMW ha sacado a la luz su nueva y espectacular criatura, el BMW M4 GTS. Éste nos adelanta tecnologías futuras, como la inyección de agua, el verdadero secreto de su altísimo rendimiento.

7 min. lectura

Publicado: 07/10/2015 11:10

El motor del M4 GTS esconde muchos secretos y una puesta a punto sumamente precisa

La inyección de agua no es nada nuevo, pero por primera vez un coche de calle es capaz de emplearla para mejorar significativamente su rendimiento. El BMW M4 GTS adelanta tecnologías que dentro de poco iremos viendo en otros modelos y rivales. Un desarrollo técnico sin precedentes y que esconde una preparación de alta precisión.

Hay que remontarse a la década de los 80 para ver la última vez en que un coche empleó el sistema de inyección de agua. Los siempre recordados coches del Grupo B de Rallyes hicieron de esta tecnología su mejor arma, aunque el abuso de ella provocó que se alcanzaran potencias tan desorbitadas que resultaban peligrosas para pilotos y espectadores, por lo que se prohibió su uso.

No así, esta tecnología es más común encontrarla en el mundo de la aviación. Desde principios de siglo los cazas han utilizado la inyección de agua para sacar el máximo provecho de sus motores. Una ayuda especialmente necesaria en momentos de alta exigencia, tales como el despegue o ciertas maniobras en el aire.

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Pero volvamos a la tierra. Hay que decir que el M4 GTS no es el primer coche de BMW en contar con este equipo de precisión. El primero en ponerlo a prueba fue el BMW M4 Safety Car del Mundial de Moto GP 2015. Lo que en aquella ocasión se nos presentó como algo extraordinario, a día de hoy los ingenieros de BMW han conseguido hacerlo posible en el mundo real.

El agua proviene de un depósito en el maletero y es un circuito diferente al de refrigeración

Explicación técnica

La potencia de un motor térmico está limitada físicamente por diversos factores. Uno de ellos es la temperatura existente en las cámaras de combustión. Cada motor presenta un rango óptimo de temperatura, y si esta se supera empiezan a aparecer las poco deseadas autodetonaciones, provocando una pérdida de potencia y en el peor de los casos una destrucción del motor. En este caso el uso de los turbos puede agravar el problema, ya que el Intercooler emplea parte de los gases del escape para redirigirlos una vez más a las cámaras de combustión.

En un coche normal de calle esto no supone ningún problema, porque aunque la temperatura de los gases es elevada, aproximadamente 160º, el motor no acostumbrará a entrar en un nivel de carga de máxima exigencia. Pero no así en un coche cuyo único objetivo es obtener el máximo rendimiento posible en todo momento. Y es aquí cuando la inyección de agua obra su milagro, ampliando el margen de uso del motor hasta la autodetonación.

Tres inyectores vaporizan agua, a una presión aproximada de 10 bares en, en el colector de aire. Estos, habiendo pasado ya por el sistema de refrigeración del Intercooler presentan una temperatura demasiado elevada para que el motor sea capaz de aprovechar al máximo sus capacidades. Por ello el agua inyectada en forma de neblina es capaz de reducir la temperatura de esos gases en unos 25º, siendo posible aumentar el avance de la chispa, obteniendo un resultado muy próximo al óptimo, en todo momento.

Haciendo un punto y aparte, hay que decir que esta agua proviene de un depósito de cinco litros ubicado en el doble fondo del maletero. El uso del sistema dependerá del nivel de exigencia al que estos sometiendo el motor. BMW estima que en un día de circuito, exprimiendo el motor hasta el último centímetro cúbico, el depósito del agua deberá rellenarse a la par que el de gasolina. Pero en un uso más normal esté requerirá que lo rellenemos cada tres o cinco repostajes. En caso de que el agua se agote el motor entrará en modo de seguridad, reduciendo su potencia y alertando al conductor de la necesidad de agua.

Volviendo a los datos, el resultado salta a la vista, más compresión, más rendimiento, más potencia. Gracias a ello vemos como el M4 GTS mejora su potencia un 16% con respecto a un M4 convencional, llegando a los 500 caballos. Lo mismo pasa con el par, que crece un 10% hasta situarse en 600 Nm, disponibles en un amplio margen, entre las 4.000 y las 5.500 revoluciones. Estos datos ahondan en unas prestaciones de infarto: de 0 a 100 Km/h en 3,8 segundos y velocidad punta de 305 Km/h (electrónicamente regulada).

Por último y no menos importante, la inyección de agua no solo permite un mayor rendimiento, sino que también obra milagros en los consumos. Al ser un motor más eficiente, la mezcla de aire y carburante siempre es precisa, lo que provoca que no se derroche gasolina en las cámaras de combustión. Oficialmente el BMW M4 GTS es capaz de conformarse con 8,3 litros de gasolina cada 100 kilómetros, la misma cifra que su hermano el BMW M4. Sorprendente.

En situaciones de máxima exigencia la inyección de agua mantiene el aire de combustión en su punto óptimo de temperatura

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