Un tribunal baraja la caída libre del motor Diesel en Alemania
Faltan dos días para saber si en Alemania podrán empezarse a poner trabas a la circulación de los diésel a nivel local, lo cual provocará grandes cambios en la movilidad de los alemanes. El fallo judicial puede tener un efecto en cadena en otros países del entorno.
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Publicado: 20/02/2018 21:00
El próximo jueves puede tomarse una decisión histórica en el Tribunal Federal de Leipzig (Alemania). Los jueces tienen que decidir si los ayuntamientos pueden poner trabas a la circulación de los diésel más contaminantes basándose en datos sobre contaminación atmosférica. De fallar a favor del sí, pueden provocar una auténtica tormenta.
Antes de que estallase el escándalo del Dieselgate, varias entidades -como el ICCT- se habían dado cuenta de que las emisiones de partículas (PM) y óxidos de nitrógeno (NOx) de los motores diésel eran muy superiores a las declaradas por los fabricantes. Se suponía que, legalmente, se cumplían los límites tras haber hecho las pertinentes homologaciones en laboratorio.
Pero todo resultó ser un fraude, ya que los fabricantes retorcieron el reglamento al máximo para que sus coches pudiesen pasar el examen aunque luego fuesen plantas contaminantes con ruedas. Es lo mismo que decir que un estudiante ha aprobado un examen a base de "chuletas" y luego no se acuerda de nada. En consecuencia, la contaminación no disminuyó en la medida esperada.
La ONG Deutsche Umwelthilfe, defensora del medio ambiente, llevó a los tribunales las elevadas emisiones contaminantes que se estaban registrando en varias ciudades alemanas. Ahora mismo unas 90 ciudades del país superan los límites fijados por la Unión Europea, y eso ha de cortarse de alguna forma.
De acuerdo a la Agencia Europea de Medio Ambiente, en Alemania las emisiones excesivas de NOx casusaron más de 10.000 muertes prematuras en el año 2012. El principal responsable de la emisión de ese gas es el parque de vehículos diésel, en un 70% nada más y nada menos. Por lo tanto, parece claro contra quién hay que ir.
Aunque se lograron fallos en algunos tribunales de ámbito local, fabricantes y landers (regiones) apelaron, por lo que la batalla jurídica llegó a una instancia superior. Ahí se ha quedado la pelota, a la espera del fallo del citado tribunal. Es tiempo de que el derecho actúe.
Si se dota a los ayuntamientos de los instrumentos legales para producir restricciones circulatorias (fahrverbote en alemán) habrá un enorme problema para los usuarios de los vehículos diésel. Su deseabilidad será menor, por lo que los valores residuales caerán: se ganará menos dinero al venderlos, y los que tengan un leasing o renting tendrán que pagar más.
Esto también puede acelerar el declive de las ventas de los diésel, que a nivel europeo ya han caído por debajo del 50% y eso nos lleva a la situación que había en 1999. Perder ventas de diésel implica grandes pérdidas para los principales fabricantes europeos, los que más fuerte apostaron por el gasóleo dado su dominio fáctico del mercado.
En Europa ya se han pronunciado ayuntamientos, regiones y países para limitar o prohibir la circulación de vehículos de combustión interna -los diésel van primero- en años próximos y dependiendo de su nivel de emisiones. Los últimos en tener problemas serán los menos contaminantes, los Euro 6, pero los más antiguos estarán de los primeros en dejar de circular.
A río revuelto, ganancia de pescadores. Si el mercado de ocasión alemán se empieza a saturar de diésel que pierden valor, serán compras atractivas para quienes no vean problemas para circular a corto y medio plazo en sus zonas. Al final la mano invisible del mercado acaba poniendo las cosas en su sitio.
Mientras tanto, la lista de fabricantes que reniegan del gasóleo aumenta. Primero fue Lexus, después Volvo (a medio plazo), a continuación Jaguar Land Rover, y los últimos son PSA (a medio plazo) y Porsche, que ha retirado ya los modelos Macan S Diesel y Panamera 4S Diesel. La necesidad por tener versiones más ecológicas y alternativas crece, poniendo a algunos fabricantes en un brete, más inversiones hacen falta.
Suena a un equilibrado de karma, los fabricantes perderán miles de millones de euros por el cambio acelerado del diésel a otras tecnologías, compensando todo el dinero que ganaron con la expansión del gasóleo y todo lo que se ahorraron en evitar que sus motores ahora estén envenenando a millones de europeos todos los días. Lo comido por lo servido.