Calefacción en un coche eléctrico: ¿cómo funciona y cuánto gasta?
La calefacción en un coche dotado de motor de combustión es un problema sencillo de resolver. Pero, ¿qué ocurre con los vehículos eléctricos, que no cuentan con una fuente de energía térmica? Vamos a verlo.
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Publicado: 01/04/2021 17:30
Los vehículos convencionales utilizan un motor de combustión para impulsarse a través de la generación de energía térmica. Pero la eficiencia energética de los propulsores de este tipo es, en el mejor de los casos, del 50%, pues el resto se pierde en forma de calor.
Es ese calor el que un coche dotado de motor de combustión aprovecha para calentar el habitáculo y garantizar el bienestar de los ocupantes. Pero, en el caso de un coche eléctrico, dicho sistema no es posible porque el calor generado por el sistema no es suficiente (hablamos de valores de eficiencia energética superiores al 85%).
«Calentar el habitáculo en los fríos días de invierno puede llegar a ser un serio inconveniente para la autonomía»
No faltan sistemas, en cualquier caso, para generar calor en el habitáculo de un vehículo eléctrico. El problema es que casi todos ellos consumen energía de las baterías y, por tanto, la autonomía del coche se verá afectada.
No hace falta decir que la autonomía es uno de los mayores problemas de los vehículos eléctricos actuales, por lo que tener que prescindir de una parte de la misma para calentar el habitáculo en los fríos días de invierno en zonas de temperaturas extremas puede llegar a ser un serio inconveniente.
Sistemas de calefacción en coches eléctricos
¿Cómo resuelven en la actualidad este asunto los fabricantes? A continuación vamos a ver los métodos presentes y futuros, unos más efectivos que otros.
Resistencias eléctricas o bombas de calor
Es el sistema más convencional y consiste en la generación de calor a través del calentamiento de resistencias eléctricas que, a su vez, calientan el líquido del circuito de calefacción.
Vehículos como el Nissan Leaf o el Renault Zoe utilizan ya otra variante: la bomba de calor, que resulta mucho más eficiente desde el punto de vista energético. En cualquier caso, ambos sistemas requieren energía de la batería, por lo que restan autonomía al vehículo.
La recarga como aliada
Uno de los sistemas que algunos fabricantes utilizan es el aprovechamiento del proceso de recarga de las baterías del vehículo.
A través de un programador, el vehículo se sirve de parte de la energía recibida a través del punto de recarga para calentar el habitáculo a través de emisores eléctricos, de manera que la autonomía no se ve afectada y el ocupante se sube al coche con una temperatura previamente fijada.
Así, mantener un ambiente agradable en el habitáculo una vez en marcha es mucho más sencillo y demanda una cantidad sensiblemente inferior de energía proveniente de las baterías. Obviamente, para que este sistema sea realmente efectivo es necesario un buen aislamiento en el vehículo y la colaboración de sus ocupantes, pues abrir las ventanillas o las puertas echará por tierra el ahorro de energía previamente conseguido.
Etanol
Este sistema fue inicialmente desarrollado por Volvo para el C30 eléctrico y consiste en el uso del etanol o alcohol etílico como combustible a través de unos quemadores que calientan el habitáculo y otros sistemas del vehículo.
El etanol es barato y cuenta con un alto poder energético, por lo que un depósito de unos 25 litros puede bastar para calentar un habitáculo durante un mes en climas fríos. Otra ventaja es que se trata de un sistema completamente independiente del sistema eléctrico del coche, por lo que no restará autonomía, pero existe el inconveniente de que es un depósito a controlar y rellenar por parte del usuario.
Proyecto Jospel
Este proyecto, iniciado en 2014 y financiado por la Unión Europea, pretende reducir el inconveniente de la menor autonomía de los vehículos eléctricos para así hacerlo más atractivo y competitivo en relación a los coches de motor térmico.
Los primeros resultados, desvelados en 2019, hablan de un ahorro de hasta un 57% de la energía empleada por los sistemas de calefacción en vehículos eléctricos y busca aprovechar el concepto de calor radiante.
El sistema se centra en irradiar calor en las zonas cercanas a los ocupantes a través del efecto Joules, que consiste en calentar un metal a través de corrientes eléctricas.
Pero como los habitáculos de los vehículos están fabricados en su mayor parte con materiales plásticos, a estos se les añaden nanopartículas conductoras que lo hagan posible.
Gracias al uso de paneles de plástico de este tipo, se pueden calefactar puertas, suelo, techo, asientos, etc. Según los estudios realizados por organizaciones como Durplastics o el Centro Tecnológico de Automoción de Galicia, el confort es superior al del sistema tradicional y el ahorro de energía es de un 30%.
Pero existe otro 27% adicional de ahorro energético a través de la analítica de datos proporcionados por sensores de medición instalados en el vehículo y que permiten optimizar el consumo, o de materiales más avanzados.
Ejemplos de ello son las recomendaciones de conducción ecológica del sistema o el acristalamiento más ligero en plástico transparente con partículas que reflejan la radiación solar en caso de necesidad de refrigeración del habitáculo.
¿Cuánto gasta la calefacción de un coche eléctrico?
La respuesta a esta pregunta depende de las circunstancias y de cada vehículo. No es lo mismo calentar un habitáculo grande que pequeño, o hacerlo por la mañana tras una helada invernal que en una fresca mañana de otoño o primavera.
En cualquier caso, por lo general la calefacción de un coche eléctrico dotado de sistema convencional en invierno exigirá una reducción de la autonomía de entre un 6 y un 10% en condiciones normales. En el siguiente enlace puedes ver los resultados de una prueba de autonomía realizada por FCE con un Smart eléctrico.
Fotos: Pixabay