Europa necesita los combustibles sintéticos en su lucha contra la contaminación, pero pone muchas trabas

Durante décadas, más de un siglo en realidad, el mundo de la automoción sólo ha entendido de combustibles fósiles. Derivados del petroleo que han alimentado nuestros motores para llevarnos cada vez más y más lejos. Sin embargo, presentan dos grandes problemas, su limitada cantidad y la contaminación que provocan. Europa está decidida a erradicar las emisiones contaminantes del tráfico rodado. La apuesta se centra, principalmente, en lo eléctrico, pero expertos en la materia aseguran que serán necesarias otras fuentes.

Toda la industria tiene el año 2035 marcado en rojo. En ahora 12 años, el Viejo Continente dirá adiós a la venta de vehículos con motores de combustión, incluyendo furgonetas. Muchas marcas han anunciado su transición antes de la fecha límite, pero abrazar exclusivamente la electrificación puede ser un arma de doble filo. Europa cuenta con pocos recursos minerales para la extracción y creación de baterías que apoyen esa movilidad eléctrica. Dependemos de otros países, principalmente China, lo que puede ser motivo de inestabilidad comercial.

Los expertos demandan cambios en la normativa para los combustibles sintéticos

Las marcas barajan otras propuestas como el hidrógeno. El elemento más abundante del universo puede ser una fuente inagotable de energía, pero por ahora los científicos no han dado con la solución para generarlo de forma sostenible. Requiere exageradas dosis de energía para su creación y, por lo tanto, ahora mismo no resulta factible. Otra alternativa, que suena cada vez con más fuerza, son los combustibles sintéticos. Fabricantes como Porsche o Audi lideran la carrera por desarrollar los primeros e-fuel que eliminen la necesidad de realizar tan agresivo cambio en el formato de movilidad. Alemania ha luchado para incluirlos en la lista de excepciones para el año 2035.

Sin embargo, por muy prometedores que suenen, Europa sabe que tras ellos puede darse un caso similar al del hidrógeno. Actualmente son caros de producir y eso supone que, de seguir el camino actual, los combustibles alternativos sólo serán viables para una minoría adinerada. En el futuro, el precio de los e-fuels dependerá de dos factores: una normativa que facilite su desarrollo, de cara a reducir los costes de producción, y una política fiscal que empuje en la misma dirección. Los expertos imploran cambios en la normativa, pero desde las instituciones europeas no hacen más que sumar exigencias a una larga lista de condiciones.

Para que un combustible sintético sea realmente eficaz en la lucha contra el medioambiente debe ser neutro en carbono. La Unión Europea obligará a que los e-fuel sean 100% neutros para poder ser usados a partir de 2035. Se pueden producir con energía verde, pero su coste se dispara. Lo que supone volver a la casilla de salida. Los expertos aseguran que sin los carburantes alternativos será prácticamente imposible que el continente alcance su objetivo de neutralidad. No hay que olvidar que los coches eléctricos también contaminan, principalmente en lo que a composición de batería se refiere.

Muchas marcas están explorando soluciones alternativas. Hace unos meses, Stellantis dejó a todo el mundo con la boca abierta al asegurar que 28 millones de coches ya pueden funcionar perfectamente con e-fuel. Motores en circulación que no requieren ningún tipo de modificación para adaptarse a los combustibles sintéticos y dejar de emitir gases contaminantes. BMW también ha asegurado que sus motores ya están homologados para los e-fuel, siempre y cuando la normativa actual no sufra modificaciones, algo que, visto lo visto parece improbable dadas las cada vez más numerosas exigencias de Europa.