Cómo clasificar coches híbridos, ¿en qué se diferencian?
Esta tecnología es tan antigua como el propio automóvil, aunque ha empezado a ser un producto de masas desde hace poco tiempo. Con este artículo verás que diferencias hay de una solución a otra, dependiendo de lo que se busque hay soluciones más adecuadas que otras.
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Publicado: 26/04/2015 18:45
Para empezar, en un coche híbrido tenemos dos tipos de motorización diferentes y un acumulador de energía, no debemos confundirnos con una motorización que acepta combustibles diferentes. Estos motores se complementan para dar lugar a una mayor eficiencia, hay dos tipos fundamentales:
- Híbrido eléctrico: Uno o más motores eléctricos colaboran con un motor de combustión interna convencional, recuperan energía eléctrica en baterías
- Híbrido de aire comprimido: gracias a la compresión y descompresión del aire, se puede ayudar a un motor convencional, recuperan energía cinética en un depósito
Tampoco hay que confundirse con coches de pila de combustible, ya que solo tienen un tipo de motor: eléctrico. Por omisión, cuando hablemos de híbridos, serán híbridos eléctricos. Los de aire comprimido siguen siendo experimentales, no están maduros para comercializarse aún. PSA Peugeot Citroën cree en ellos, pero pocos fabricantes más.
Los motores convencionales funcionan con gasolina, gasóleo, GLP...
Desde finales de los años 90, los principales fabricantes que han apoyado la tecnología híbrida han sido Audi (brevemente), Toyota, Honda y Ford. En una segunda fase se metieron en el ajo BMW, General Motors, Lexus, Mercedes, PSA Peugeot Citroën y Volkswagen-Audi. La lista sigue creciendo, pocos fabricantes se resisten a probar esta tecnología.
Clasificación por integración eléctrica
En el escalón más bajo tenemos a los microhíbridos, que recuperan energía cinética y la almacenan en una batería de mayor capacidad a la normal. Dicha energía se usa para arrancar el motor -se detiene cuando no es necesario- y ayudar al sistema eléctrico, aunque no es un medio de propulsión como tal. En otras palabras, un Stop&Start eléctrico, solo es eficaz en zona urbana.
A mayor complejidad, mayor coste, no siempre mayor beneficio
Consideraremos un híbrido cuando llegue al nivel de semihíbrido. Aquí el motor eléctrico cobra un papel más importante, aportando fuerza al motor convencional y recuperando más energía en baterías de mayor capacidad. Dicho motor no será capaz de mover el coche desde parado por su poca potencia, pero puede empujar, puntualmente, sin que el motor convencional haga esfuerzo (en marcha, sin consumir).
El motor eléctrico es más importante en el híbrido puro, donde tenemos la posibilidad de mover el coche sin que el motor de gasolina esté encendido ni acoplado a la transmisión. Evidentemente, el nivel de potencia es superior, y se comportan de forma muy similar a un eléctrico, pero con poca velocidad y aceleraciones muy suaves. Su autonomía eléctrica es mínima, una consecuencia de su diseño.
Hasta aquí, la electricidad que alimenta a los motores eléctricos viene de los excedentes de potencia del motor convencional, a través de un generador, o por lo que se recupera de frenar o levantar el pie del acelerador y dejar al coche rodar por inercia. Es decir, no se recargan si no están en marcha.
En un nivel superior tenemos al híbrido enchufable, cuentan con baterías más grandes aún, como 10 veces por encima de un modelo no enchufable equivalente. Al haber más energía, pueden rodar a mayor velocidad sin combustible, solo con electricidad, y aguantan mayor aceleración.
Eso sí, el motor principal sigue siendo el convencional, sin él no dan su potencia máxima. Siempre que pisemos el acelerador a fondo, los caballos que faltan serán aportados por el motor principal. Los eléctricos, tengan la potencia que tengan, están limitados por la potencia que pueden entregarles las baterías.
Los híbridos enchufables son muy parecidos a un eléctrico a velocidades de 100-130 km/h o menos, cuando ruedan en modo "emisión cero". Por esa característica se les permitirá entrar a sitios donde solo los eléctricos estén autorizados, porque no influyen en la contaminación en zonas urbanas.
Sobre un eléctrico tienen la ventaja de recargarse más rápido (almacenan menor energía) y de no tener problemas de autonomía si baja el nivel de las baterías. Sobre un coche convencional, ahorran mucho combustible en distancias cortas (te explicamos cómo), pero pasados los 50- 60 km son prácticamente híbridos convencionales.
No es factible recargar sus baterías solo a base de recuperación, necesitaríamos kilómetros de cuestas hacia abajo. Se pueden recargar con gasolina o gasóleo, pero es un proceso muy poco eficiente y solo merece la pena si tenemos que circular en modo eléctrico por narices más adelante. Sobre un híbrido solo son competitivos a corta distancia, a media y larga son antieconómicos.
Clasificación por modo de funcionamiento
Aquí nos interesa saber cómo funciona el motor convencional, y cómo el eléctrico. Si el motor eléctrico es el único que mueve las ruedas, y el convencional se usa solo para generar electricidad, sin conexión mecánica a las ruedas, hablamos de un híbrido en serie.
Normalmente, ambos tipos de motores están conectados a las ruedas, y trabajan de forma cooperativa, en este caso hablaríamos de un híbrido en paralelo. Esto significa que todos los semihíbridos son de facto también en paralelo, ambos motores están acoplados y trabajan solidariamente.
Por último, puede darse el caso de que el motor de gasolina pueda funcionar a la vez como generador o como impulsor, indistintamente, eso es un híbrido combinado. Por definición, también los híbridos puros son híbridos combinados, una cosa lleva a la otra.