Coches rarunosConvair Model 118, el coche volador que se estrelló por error

Muchos han soñado con crear un automóvil volador y pocos han estado tan cerca como Ted Hall en los años 40. Lo tenía todo para triunfar: sus prototipos funcionaban perfectamente y era el boom de la aviación civil pero un desliz lo echó todo por tierra.

Convair Model 118, el coche volador que se estrelló por error
El Convair Model 118 era un coche volador plenamente funcional

11 min. lectura

Publicado: 29/03/2020 10:00

La idea de un automóvil que también pueda volar es algo en lo que ha estado trabajando la humanidad desde hace décadas. A pesar de que ya hemos sido capaces de crear máquinas capaces de superar la velocidad del sonido o salir fuera de nuestro planeta, el coche volador todavía se resiste a ser algo tangible y se sigue viendo como algo ‘del futuro’.

Son cientos los que han intentado hacer realidad este sueño de tener un vehículo personal capaz de volar y cientos los que han fracasado. El protagonista de esta edición de Coches Rarunos fue uno de los intentos más prometedores y también uno de los fracasos más sonoros en los años 40: el Convair Model 118 y su precursor el Model 116.

El ingenio aeronáutico estadounidense Theodore Parsons ‘Ted’ Hall era el ingeniero jefe de desarrollo de la compañía Consolidated Aircraft Corporation en San Diego, California. Con él en la empresa se habían realizado algunos aviones realmente notables durante la II Guerra Mundial como el hidroavión Consolidated PBY Catalina o el bombardero Consolidated B-24 Liberator.

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El Model 116 fue el primer coche volador de Hall y realizó 66 vuelos de prueba con éxito

A Hall se le había ocurrido la idea de realizar un coche volador y en 1938 comenzó a utilizar sus ratos libres para desarrollar algunas cosas en este sentido. En su empresa vieron potencial a esta idea y en 1941 Consolidated sugirió al Cuerpo Aéreo del Ejército de los Estados Unidos que este tipo de vehículo podría ser útil para transportar soldados de fuerzas especiales detrás de las líneas enemigas. El Gobierno no quedó muy convencido y se olvidó de ello cuando se metió de lleno en el conflicto en diciembre de 1941.

En 1943 Consolidated Aircraft Corporation se fusionó con la compañía Vultee Aircraft Incorporated y pasó a llamarse Consolidated Vultee Aircraft Corporation; Convair para los amigos. Llegó 1944 y con el fin de la gran guerra en el horizonte las compañías aéreas empezaron a pensar en proyectos de aviación civiles.

Entonces Ted Hall recuperó su idea de coche volador. Pensó que con la llegada de la paz aquella enorme cantidad de pilotos entrenados durante el conflicto querrían continuar volando una vez que terminara la guerra a bordo de aviones ligeros y privados. Mucha gente querría su propio avión personal. El coche volador para las masas sería un boom.

La carrocería del Model 116 se modificó de manera rudimentaria para ser más aerodinámica

Convair no mostró interés por retomar aquello y Hall se fue de la empresa persiguiendo su sueño. Tras unos infructuosos meses de vinculación con la división Southern Aircraft de la compañía Portable Products Corporation, el desarrollo no terminaba de avanzar. Sin embargo, el destino se empeñó en que Hall y su anterior empresa estuvieran destinados a entenderse y, en 1946, Convair finalmente decidió financiar el proyecto de su ex ingeniero.

El coche escogido era un Crosley de dos plazas. Se escogió este modelo por sus formas razonablemente aerodinámicas aunque se realizaron modificaciones para optimizar aún más el flujo de aire. En tierra se podía liberar de sus alas y desplazarse como un coche normal y corriente mediante un motor de 26 CV refrigerado por aire.

El fuselaje del avión era el propio automóvil y a éste se enganchaba una estructura removible con las alas, la cola, una hélice de madera y un motor bóxer de cuatro cilindros Franklin 4A4 de 130 CV. Se sujetaba sólo con tres enganches. Todo el conjunto, incluido el coche, apenas pesaba 691 kg y mostraba una envergadura de 10,05 m y una altura de 2,5 m.

El Model 118, evolución del 116, tenía el aspecto de un coche convencional cuando se quitaba la estructura con alas

El motor Franklin, por supuesto, se encargaba de mover el vehículo cuando estaba en el aire y el techo del coche estaba especialmente diseñado para sujetarse al artilugio sin soltarse. El vehículo alcanzaba los 100 km/h en tierra y los 181 km/h en el aire. Al menos en teoría, claro.

La idea era bastante prometedora. Tanto que la importante revista Popular Mechanics se hizo eco del asunto y mostró el proyecto al público en su número de abril de 1946. Lo bautizaba como Convair Model 116 y estaba creando expectación. Quizá esta vez sí, quizá esta vez alguien había dado con la tecla de cómo hacer un coche volador.

Llegó el momento. El primer vuelo del Convair Model 116 fue en 12 de julio de 1946 con el piloto Russell Rogers a los mandos y todo fue de maravilla. De hecho, en total se realizaron 66 vuelos de prueba con este único prototipo. Funcionaba. Aquello funcionaba y era prometedor.

El primer prototipo del Model 118 en pleno vuelo

Con el éxito de los tests, Hall se animó a evolucionar su vehículo para que fuera más sofisticado de cara a su desarrollo en producción. Si el negocio iba viento en popa y los cálculos acertaban en su producción en masa se podrían vender unas 160.000 unidades e incluso se podría alquilar en algunos aeropuertos para turistas u hombres de negocios.

Hall hizo tres prototipos (un 116 y dos 118) y consiguió que los tres volaran

Esta actualización del Model 116 dio origen al Convair Model 118, también conocido de manera oficiosa como ConvAirCar o como Hall Flying Automobile. El coche recibió un diseño mucho más atractivo y su interior se configuró con cuatro plazas para que fuera más práctico. En la parte aeronáutica, el motor Franklin asociado al monoplano fue sustituido por un propulsor Lycoming O-435C con 190 CV, es decir, mucha más potencia que su predecesor lo que le permitía superar los 200 km/h en vuelo.

El conductor (¿o habría que decir piloto?) tenía dos sistemas de control separados. Por un lado un volante convencional para la operación en tierra y por otro una palanca que retraía hacia el techo de la cabina para manejar el vehículo cuando estaba en vuelo. El 1 de noviembre de 1947 se estrenó y realizó un par de vuelos de demostración sin problemas.

El primer Model 118 quedó destruido en el impacto pero la estructura alada no sufrió grandes daños

El 18 de noviembre realizaron otra prueba pero las cosas cambiaron drásticamente. Tras un vuelo de una hora el Model 118 se quedó sin gasolina y se estrelló irremediablemente. Afortunadamente el piloto Reuben Snodgrass sólo sufrió heridas leves pero, sin embargo, el coche volador sufrió daños severos ¿Cómo es posible que no hubieran detectado que había poco combustible?

Antes del vuelo habían comprobado que el depósito estaba lleno pero se habían fijado en el indicador del depósito que usaba el coche en sus desplazamientos terrestres. La estructura con las alas, que contaba con otro motor, también tenía su propio depósito de combustible y su propio indicador… que nadie miró. Fue un error humano completamente estúpido.

A partir de aquí todo fue cuesta abajo. El coche volador había tenido algunos problemas porque era más pesado de lo deseable y resultaba algo inestable porque sufría vibraciones en la cola. Por supuesto el accidente no ayudó y la llegada de una nueva gerencia a Convair hacía que el proyecto pendiera de un hilo.

El segundo prototipo del Model 118 también consiguió volar con éxito

Aun así con los restos del primer prototipo se creó un segundo Model 118, en color negro, y realizó un exitoso vuelo de prueba el 28 de enero de 1948 con el piloto W.G. Griswold a los mandos. Pero para entonces ya no consiguió captar el interés del público y antes de la llegada del verano Convair decidió que aquello no iba a ningún sitio y se desvinculó del proyecto.

Devolvió los derechos y el prototipo al ingeniero a través de su compañía Theodore Hall Engineering. Siendo imposible encontrar otro inversor la aventura del coche volador de Hall nunca llegó a producción. El prototipo terminó en el Museo del Aire y el Espacio de San Diego hasta que un gran incendio arrasó el edificio en 1978. El prototipo se destruyó junto a numerosos aviones, artefactos, libros y material de archivo. Ninguno de los coches voladores diseñados en el siglo XX se llegó a producir en masa y sigue siendo un anhelo inalcanzable para la humanidad.

Fuente: San Diego Air and Space Museum Library and Archives, Ingenium Channel

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