Crisis de los microchips y semiconductores: ¿cuánto durará y qué soluciones hay?
El sector automotriz se ha visto muy perjudicado por diversos acontecimientos en los últimos dos años, pero seguramente el que más preocupe sea la crisis de los microchips y semiconductores. Analizamos el presente y el futuro de este asunto.
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Publicado: 15/04/2022 12:00
La pandemia, la crisis energética, la invasión rusa en Ucrania… todos estos sucesos han alterado enormemente la economía mundial y la hoja de ruta de empresas de todo el mundo en un entorno que ya apuntaba a un estancamiento financiero.
Y, en lo tocante al sector de la automoción, la crisis de los microchips en todo el mundo ha terminado por hundir muchas de las aspiraciones y previsiones de ventas y producción de los fabricantes.
El sector de la automoción es sólo una pequeña parte de un gran pastel formado por todos los productores tecnológicos
En la actualidad, faltan coches y los que se fabrican tardan varios meses en estar disponibles para sus compradores. Otra consecuencia de la escasez de microchips es que determinados modelos se han priorizado sobre otros. Y, a nivel laboral, los paros, reducción de turnos o incluso ERTES y despidos están a la orden del día en las factorías de todo el mundo.
Pero, ¿cuándo terminará esta crisis de los microchips provocada por la escasez de los materiales semiconductores con los que se fabrican? Vamos a profundizar en ello.
¿Cuándo se termina la crisis de los microchips?
La pregunta del millón no tiene una respuesta clara, pues ni los propios altos cargos de los diferentes fabricantes se ponen de acuerdo entre sí.
Y es que no todos se encuentran en la misma situación, ya que algunos cuentan con acuerdos que les permiten hacer acopio de componentes a futuro, impidiendo a otros fabricantes acceder a ellos. No sólo eso, además los estudios más recientes apuntan que en este momento únicamente se instala un 5% de microchips de última generación, siendo el 95% restante versiones antiguas.
Recientemente, General Motors vaticinó una notable mejoría del problema durante la segunda mitad de 2022, afirmando que sería posible cubrir el 80% de las necesidades del mercado automotriz.
En cambio, el director financiero del Grupo Volkswagen, Arno Antliz, es mucho más pesimista, señalando que no espera un cambio relevante en la situación actual hasta 2023 y una estabilización de las provisiones de microchips hasta 2024.
BMW, que en un principio había previsto solventar la crisis este mismo año, ha tenido que revisar sus expectativas y ya habla de esperar al menos hasta finales de 2023. Vaticinio que también realiza Daimler.
La crisis de los semiconductores
El microchip es el producto final, pero para poder ser fabricado son necesarios una serie de materiales. Entre ellos destacan los denominados semiconductores, generalmente el silicio.
Habitualmente, el proceso consiste en utilizar una oblea de este material en forma cristalina para transferir a su superficie un patrón desde una fotomáscara. Es lo que conocemos como técnica de fotolitografía para la elaboración de circuitos electrónicos.
El origen de esta crisis lo encontramos en el COVID-19 y la pandemia provocada por este virus. Y es que el confinamiento surgido a nivel mundial provocó dos cosas: un parón en la extracción de materias primas (entre ellos semiconductores como el silicio) y en la producción de componentes, pero también un importante crecimiento en la demanda de dispositivos electrónicos para hacer frente al confinamiento y al teletrabajo.
La alta demanda y la crisis de stock generaron, por un lado, una producción insuficiente. Y por otro, una prominente subida de los precios que ha acabado potenciando el problema y echando por tierra las perspectivas de solución más optimistas.
Si a esto le sumamos la crisis del transporte, la energía, la guerra ruso-ucraniana y la creciente y recurrente crisis del COVID en Asia, el menú completo para la incertidumbre y la inestabilidad está servido.
Soluciones a la crisis del microchip
No será sencillo acabar con esta crisis, pero los fabricantes y productores llevan meses trabajando en ello.
Lo primero que debemos tener claro es que el sector de la automoción es sólo una pequeña parte de un gran pastel formado por todos los productores tecnológicos del mundo.
Los microchips están presentes en todo tipo de objetos: móviles, tarjetas de crédito, maquinaria, electrodomésticos… hoy en día todo está controlado electrónicamente en mayor o menor medida y este diminuto componente lo hace posible.
Además de la escasez de producción, los altos precios y la alta demanda, el principal problema al que se enfrentan la mayor parte de fabricantes de todo el mundo es la alta dependencia de Asia.
Es en este continente donde se encuentran los principales productores, con Taiwán, China y Corea del Sur acaparando el 87% de la producción mundial. Singapur, Malasia y Japón también contribuyen al dominio asiático, siendo únicamente Estados Unidos y Alemania quienes cuentan con potencial para inmiscuirse entre todos ellos.
Con vistas a reducir dicha dependencia, muchos países, productores y fabricantes europeos y americanos han decidido invertir en nuevas instalaciones que les permitan fabricar microchips por sí mismos y reducir así la tiranía asiática. Algo así como lo que ocurre con el gas ruso en Europa.
Eso sí, los asiáticos no se están quedando atrás. TSMC planea invertir la friolera de 100.000 millones de dólares hasta 2024, mientras Samsung ya anunció la próxima creación de una fábrica de 17.000 millones de dólares en Texas como parte de una mareante inversión de 205.000 millones que incluye tanto chips como biofarmacéutica y telecomunicaciones.
SMIC, que es el mayor fabricante chino, ya ha anunciado que invertirá 8.900 millones en una nueva planta en Shanghái. Además, la Administración estadounidense de Joe Biden cuenta con un plan de 50.000 millones de dólares para impulsar la producción de chips en Estados Unidos. De hecho, Intel ya tiene planteada una inversión de 20.000 millones para su futura factoría de Ohio, que aspira a ser la mayor del mundo.
Pero todas estas medidas no suponen una solución a corto plazo, de ahí que algunos fabricantes no prevean salir de esta pesadilla hasta dentro de al menos dos años. Más aún teniendo en cuenta la recurrente crisis sanitaria por COVID en Asia, que vuelve a sufrir cifras preocupantes de contagios y también confinamientos.
Microchips y semiconductores en España
La situación global es esta, ¿pero qué ocurre en España? Nuestro país no es relevante en el mercado mundial, aunque cuenta con 20 fabricantes. El pasado mes de noviembre, cuatro compañías (Wiyo, Imasenic, Kdpof e ICMálaga) anunciaron la creación de la primera asociación industrial de semiconductores española. El objetivo es claro: combatir la crisis y ganar competitividad en un entorno hostil como el actual.
Por su parte, el Gobierno de España también se ha puesto manos a la obra, anunciando recientemente el llamado PERTE de los microchips. El mencionado Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica sobre microchips y semiconductores va a conllevar una inversión pública de 11.000 millones de euros. En cualquier caso, se trata de una inversión escasa en lo que se refiere a otros países y productores mundiales, por lo que no es probable que España avance en exceso en el panorama internacional de los microchips.
En resumen, la crisis de los microchips y semiconductores no tiene visos de desaparecer a corto plazo, pues los problemas que la han originado aún no se han solucionado y las medidas destinadas a ello tardarán en surtir efecto. La industria del motor no tiene más remedio que armarse de paciencia y seguir actuando en un clima de incertidumbre y cautela.
Fotos: Unsplash | Volkswagen Prensa