Coches RarunosDacia MD 87, el Ford GT 40 de la Rumanía comunista
En los años 80, en Rumanía surgió el único Dacia con motor central de la historia. El Dacia MD 87 estaba destinado a competir en los rallies y su origen modesto no fue obstáculo para que se convirtiese en un coche espectacular.
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Publicado: 05/04/2020 12:00
A Nikolai Cosmescu le apasionaban los coches y siendo adolescente quedó maravillado con el Ford GT 40, el gran deportivo americano de finales de los años 60 que se hizo con la victoria en las 24 Horas de Le Mans cuatro veces consecutivas. Dos décadas más tarde la afición le llevó a ser ingeniero en IATSA, la Compañía de Asistencia Técnica y Servicio de Automóviles de Dacia, el lugar donde nacieron algunos modelos especiales y de competición de la marca rumana.
Su trabajo había servido para desarrollar el Dacia 1410 Sport, el modelo más popular de la marca rumana en el campeonato nacional de rally. El Sport derivaba del Dacia 1300 que no era más que un Renault 12 fabricado bajo licencia y del que el fabricante rumano había hecho todas las variantes posibles (berlina, coupé, furgoneta, pickup…) porque era el principal modelo al que tenía acceso la clase trabajadora en la Rumanía comunista.
Un origen modesto para lo más parecido a un “deportivo” que había en tierras rumanas. A Cosmescu siempre le había llamado la atención la manera en la que algunos modelos se convertían en iconos automovilísticos gracias a su paso por el mundo de la competición pero estaba claro que el Dacia 1410 Sport, cuya versión más potente entregaba 65 CV, no iba a ser uno de esos iconos.
Pero se preguntaba cómo sería un Dacia siguiendo los atributos de los grandes deportivos, es decir, motor central y tracción trasera. Un GT 40 rumano, salvando las distancias. Plantearse aquella idea ya era una locura en un país comunista que, bajo las garras del dictador Nicolae Ceausescu, estaba atravesando una grave recesión económica en aquellos años 80.
Cosmescu trabajó en algunos dibujos que presentó al director del centro y otros ingenieros. La ausencia de respuesta en realidad era una respuesta. El proyecto era demasiado atrevido para la época, el desarrollo sería largo y en general muy costoso. El ingeniero buscó simplificar al máximo la idea y pensó que partiendo de la base del Dacia Sport con una nueva trasera y manteniendo la mecánica del coche de calle todo parecía más razonable.
Su visión la plasmó en un dibujo a escala 1:5 extremadamente preciso y riguroso que se presentó a la comisión técnica y económica que debía validar la propuesta. Por un lado se mantenía el clasicismo representado por Dacia 1300 y por otro se incorporaban elementos revolucionarios nunca antes vistos en un coche en Rumanía.
Convertir a un Dacia ordinario en algo extraordinario. Los miembros de la comisión no sabían muy bien cómo iba a poder conjugarse esa visión conservadora con las sofisticadas innovaciones que se proponían pero estaban tan impresionados que querían ver dónde iba todo aquello. El proyecto recibió luz verde y Cosmescu se puso manos a la obra.
Creado en sólo tres meses
Se rodeó de un pequeño equipo para el desarrollo de un prototipo y el trabajo no pudo ser más eficiente: en sólo tres meses estuvo listo. Un tiempo récord y eso contando con que hubo un poco de retraso porque tuvieron que volver a pintar el coche ya que el color rojo con el que lo habían pintado la primera vez no era lo suficientemente profundo y llamativo.
En principio se iba a bautizar como Dacia Lynx MD 87 pero finalmente se simplificó a Dacia MD 87, usando dos letras y dos números como el GT 40. Las dos letras hacían referencia a las iniciales de los nombres de la esposa e hijo del ingeniero (Mónica y Dragos). Aunque era el año 1986, la cifra se correspondía con el año en el que esperaban poder producir el vehículo en una pequeña serie.
Mecánicamente era un 1410 Sport al que se le habían reubicado todos los elementos. El motor estaba en posición central y entregaba su fuerza a las ruedas traseras, bajo el capó delantero se colocaron los ventiladores para refrigerar el propulsor y una rueda de repuesto, el depósito de combustible se colocó donde antes estaba la transmisión. Se pusieron frenos de disco en las cuatro ruedas y se incluyó un freno de mano hidráulico para ayudar al piloto a derrapar de forma controlada.
Tenía el propulsor de gasolina de 1,4 litros del Dacia Sport y las prestaciones no eran demasiado elevadas pero el coche era muy ligero entregando apenas 890 kg en la báscula. Tenía una clara tendencia al sobreviraje, algo frecuente en deportivos con esta configuración de motor central y propulsión posterior, así que requería un piloto hábil al volante.
El deportivo era extremadamente bajo, apenas tenía 1,07 m de altura, y tenía un interior biplaza. La única unidad construida del MD 87 participó en algunas competiciones de rally con el equipo oficial de la marca aunque eso sucedió en contadas ocasiones. Debutó en 1990 con victoria con el piloto Ionel Mălăuț a los mandos y con George Grigorescu de copiloto.
El deportivo de Dacia nunca dio problemas mecánicos y se mostró viable a nivel técnico y económico pero, sin embargo, no pasó de la fase de prototipo. Cosmescu era el coordinador del proyecto pero por encima tenía un supervisor directo con el que tuvo desavenencias que supusieron el abandono la transición a la serie.
En 1992 recibió una restauración y pasó a denominarse Dacia MD 87 Evo 2. El capó, la parrilla y el paragolpes delanteros habían sido rediseñados y el capó trasero recurría a ligera fibra de vidrio y añadía un nuevo alerón algo más discreto. El rasgo más notable de esta renovación fue la incorporación de unos faros escamoteables, sin duda inspirados en el Toyota MR2. Así mejoró su aerodinámica y subrayó su ligereza.
Sin embargo su tiempo había pasado. El dictador Ceausescu había caído, el país estaba cambiando y abriéndose al mundo y los equipos de competición podían acceder a coches occidentales más avanzados que los nacionales. El prototipo de Dacia mantenía el mismo pequeño motor así que prestacionalmente ya no era competitivo.
Desde luego, cualquier parecido con el vanguardista e innovador Ford GT 40 es mera coincidencia. El Dacia MD 87 era mucho simple aprovechando la plataforma y el motor de un coche popular pero sin duda era un deportivo excepcional, es admirable que algo así fuera creado en Rumanía bajo la dictadura comunista y desde luego merece conocerse su historia en la sección Coches Rarunos.
No se sabe qué ocurrió con aquel prototipo. Muchos dicen que fue destruido pero, si ese fue el caso, tampoco se sabe dónde fueron almacenados sus componentes ¿Y si aún existiese oculto en alguna nave? Desde luego, si el Dacia MD 87 volviese a asomar algún día a buen seguro se convertiría en el clásico más codiciado y caro de la historia de Dacia.
Fuente: Sovietauto, Adevarul