De fabricantes de automóviles a proveedores de movilidad
La nueva movilidad es una de las cuatro megatendencias que afronta el sector del automóvil a lo largo de este siglo, además de la electrificación, la conducción autónoma y la digitalización. Es un cambio de paradigma muy diferente al de fabricar para vender.
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Publicado: 16/11/2021 23:00
Mucho están cambiando las cosas en el sector del automóvil en muy poco tiempo. Para varias generaciones el automóvil significó libertad, autonomía e independencia, ya fuese una motocicleta o un coche, y este fue uno de los pilares del crecimiento de la llamada «clase media» después de las dos grandes guerras mundiales.
Sin embargo, actualmente ya no existe una relación estrecha entre el automóvil y esos conceptos, al menos no de la misma forma. Tradicionalmente, el que ha querido un automóvil lo ha tenido que comprar, nuevo o usado, o recurrir puntualmente a empresas de alquiler o préstamos de familiares o amigos. Puede acabar siendo al revés.
Siendo el automóvil cada vez más gravado a impuestos y tasas de todo tipo, y teniendo las nuevas generaciones una escala de prioridades vitales distintas (amén de un poder adquisitivo menguante), la libertad, la autonomía y la independencia ya no se consiguen necesariamente poseyendo un automóvil. Solo hay que ver las cifras de emisiones de permisos de conducir y ventas de vehículos entre los más jóvenes. Ni mucho menos es un fenómeno exclusivo de España.
Las nuevas posibilidades que nos brinda la tecnología permiten que no haga falta una persona para darnos las llaves de un vehículo para poder usarlo. Tampoco hace falta pagar en efectivo, ni realizar reservas con una conversación telefónica, ni visitar presencialmente a alguien para hacer papeleo. Basta un teléfono móvil y una tarjeta bancaria.
Hace décadas no tenía mucho sentido que hubiese una flota de vehículos aparcada en las ciudades para que cualquier abonado pudiese usarlos o ser tarificado exclusivamente por el uso. Igual podría haber funcionado en una sociedad donde la ética tuviese una penetración máxima, incluso fiándose de que los usuarios dejarían las monedas exactas en vehículos abiertos. Lo sé, suena a utópico.
Si más gente usa los mismos vehículos, harán falta muchos menos, a largo plazo es un quebradero de cabeza para los fabricantes
Nada de eso es un problema hoy día. Hay una creciente tendencia a demandar movilidad, que no automóviles, por lo que hay que proporcionar un servicio más que un bien de fabricación industrial. Por eso los fabricantes han llegado a la conclusión de que no pueden ganar dinero exclusivamente fabricando y vendiendo coches, motos... No obstante, van a aprovechar lo que queda vendiendo los modelos más caros posible y vender aparte «servicios».
Tenemos un buen ejemplo en los fabricantes smart, PSA (ahora STELLANTIS), Renault y Kia. Fundaron o compraron servicios de alquiler por minutos de coches eléctricos o híbridos enchufables, por los cuales no se paga alta ni cuota de mantenimiento, solo el uso por minutos o días. De esta forma se le sacó rentabilidad a coches que, en aquel momento, no tenían una salida fácil al mercado en propiedad. Como los aviones, dan dinero en movimiento, no parados.
También han llegado multitud de empresas que alquilan motos eléctricas, patinetes y bicicletas. El mismo proveedor puede ofrecer soluciones multimodales con vehículos privados para conducirlos, pero también con los de servicio público, taxis y VTC, en los que nos llevan. Todo está disponible a unos cuantos toques de una aplicación de teléfono móvil, dejando unos datos personales, permiso de conducir y números de tarjeta bancaria.
Incluso hemos llegado a ver que algunos fabricantes tienen su propia marca de movilidad, con vehículos específicos y todo, véase Free2Move en STELLANTIS. Estas marcas van consiguiendo poco a poco cierto nivel de independencia sobre la empresa matriz. También hemos visto adquisiciones de empresas de movilidad por parte de fabricantes para estos fines. Es una línea de negocio más.
Esto puede evolucionar de distintas formas, tanto para los que quieren conducir el vehículo con sus propias manos, como para los que simplemente quieren que les lleven. Es el término medio entre usar un medio de locomoción personal (caminar, patinete, bicicleta) o transporte público, y el poseer un vehículo propio a motor.
Este negocio está creciendo y los analistas manejan cifras mareantes sobre cuánto pueden crecer. Cuando llegue el punto en el que los vehículos autónomos puedan llevar gente de un sitio a otro, habrá una revolución en el transporte urbano e interurbano. Solo hay que ver la propuesta de Citroën de plataforma universal de transporte con pods o cápsulas de distinto propósito.
Puede que llegue un día en el que poca gente ya compre automóviles y prefiera pagar exclusivamente por el uso y disfrute. Tal vez para entonces los gobiernos se hayan dado cuenta de que exprimieron tanto a la gallina de los huevos de oro, que esta dejó de poner huevos, y las finanzas públicas tendrán que vislumbrar nuevas formas de financiarse. Quién sabe...