Descarbonizar el parque móvil en Estados Unidos llevará mínimo un par de décadas
Que EEUU vuelva a la senda de la reducción de emisiones es una buena noticia para todo el planeta, ya que son de los principales contaminantes del globo. Ahora bien, a base de vender coches eléctricos la descarbonización llevaría décadas.
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Publicado: 25/04/2021 22:45
El pasado jueves el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunció sus objetivos de reducción de emisiones de carbono: la mitad para 2030, que es el doble de ambicioso que el objetivo previo. Durante la era de Donald Trump lo del cambio climático no era ni mucho menos una prioridad y se descolgó de los Acuerdos de París.
Si nos fijamos en los datos de emisiones de 2019, EEUU emitió a la atmósfera unos 6,5 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2), repartidos entre transporte (29%), generación de electricidad (25%), industria (23%), sector comercial y residencial (13%) y la agricultura (10%).
Primero de todo, descarbonizar la flota de vehículos ligeros en EEUU (turismos y comerciales) ya es un problema en sí mismo, porque hablamos de unos 279 millones de unidades y una edad media de 12 años. En EEUU, además, hay muchos vehículos clásicos que no se descartan con tanta «alegría», otra cosa es que se usen a menudo y que contribuyan significativamente al problema.
El típico coche que se vende en EEUU hoy es un crossover o un SUV, más del 50% del mercado, por eso no ha de extrañarnos que el único NO-SUV que vende Ford es el Mustang y el Fusion (equivalente al Mondeo, próximo a extinguirse). Cualquiera sabe y entiende que los SUV emiten más CO2 que los turismos equivalentes.
Cada año se están matriculando unos 15-17 millones de vehículos ligeros en EEUU, incluyendo turismos (passenger cars), pick-up y SUV (light trucks), además de algunas furgonetas. En el caso ideal de que desde YA solo se vendiesen versiones eléctricas y que cada 12 años hubiese achatarramiento, en menos de 16 años es imposible reemplazar la flota existente.
Por lo tanto, la electrificación per se es claramente insuficiente para reducir la brutal emisión de carbono del país americano. Hay múltiples formas de llegar al objetivo, pero sin duda uno de ellos es apostar fuertemente por las energías renovables y depender menos de petróleo, gas y carbón. Y eso ha de hacerse a lo bestia.
El suministro de vehículos eléctricos, tanto los que no dependen de un motor de combustión auxiliar/principal como los que sí, no va a ser suficiente para un reemplazo general suficiente. Tampoco lo sería en el supuesto de que hubiese ayudas masivas para el achatarramiento de vehículos a gasolina/gasóleo y su sustitución por eléctricos.
De hecho, una masiva electrificación del parque móvil estadounidense implicaría más CO2 relacionado con la generación de electricidad, pero esto quedaría compensado porque los vehículos térmicos que se retiran de la circulación emiten todavía más. Muchas cosas tienen que cambiar en este país hasta 2050 y la pretendida neutralidad en carbono.
No solo se trata de cambiar unos vehículos por otro, es un enfoque a la eficiencia «a la europea» que es difícil de implementar. En general, el concepto de la eficiencia energética (no gastar más de lo necesario) no se gasta mucho, como la disponibilidad de fruterías como las entendemos en Europa.
Solo el Gobierno de EEUU (federal) tiene una flota de 650.000 vehículos, se hará lo posible para irlos reemplazando por modelos a baterías. Además, se plantea invertir 15.000 millones de dólares en establecer a lo largo del país medio millón de puntos de carga, rebajas de impuestos y subvenciones.
Tengamos en cuenta que el Estado de California va por su cuenta y tiene unos objetivos mucho más ambiciosos que el resto del país. En esta zona de EEUU, la más rica, se prevé que en 2035 ya no se matricule ningún vehículo térmico, 15 años antes, para así reducir las emisiones en más de un 35%.
La idea del mismo Estado a mediados de los 90 de obligar a los fabricantes a vender un porcentaje mínimo de eléctricos (Zero Emission Mandate), la política que adoptó China, habría tenido efectos muy diferentes de no haberse suprimido. Se han perdido años y en dirección contraria: incentivando que todo quisqui se mueva en vehículos enormes, pesados y grandes emisores de CO2.