¿El futuro? Los coches eléctricos son el presente, y nos estamos acostumbrando todavía
Hay que dejar de pensar que los coches eléctricos son algo lejano, porque ya se han convertido en lo cotidiano en las grandes ciudades. Ya no los conoce una élite ilustrada y reducida, se los puede comprar tu vecino. Ha sido un largo camino.
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Publicado: 08/09/2023 22:30
Si obviamos la historia de los coches eléctricos hasta bien entrado el siglo XXI, al menos en lo que toca a nuestor país, hasta 2010 las opciones a elegir eran mínimas. Existían cosas como el Reva I, que era un cuadriciclo más que un coche, o conversiones poco interesantes de térmico a eléctrico, como el Microvett 500. Era un mercado diminuto, casi irrelevante.
El Th!nk City, el resultado de un experimento de Ford con un pequeño fabricante noruego, puso en manos de una clientela muy selecta -por su escaso número- un biplaza eléctrico con poquita potencia, pero que podía circular por autopista y era, a todos los efectos, un turismo. Más urbano que otra cosa, pero cumplía su papel en ese momento.
En una galaxia muy muy lejana, estaba el exótico Tesla Roadster, un instrumento de diversión para gente con salarios altos y que podían permitirse un biplaza, pero decididamente menos utilitario y más deportivo. La comparación con el Th!nk City se acaba cuando decimos que tienen cuatro ruedas, volante, motor eléctrico y dos plazas. Después vino el Nissan LEAF, así como el Mitsubishi i-MiEV -a la sazón, Citroën C-Zero y Peugeot i0n-.
Ya hemos pasado de 2010, y en las ferias de movilidad sostenible de la época poco más íbamos a ver. El reinado del diésel parecía imposible de cuestionar, y las cuotas de ventas de híbridos eran muy bajas porque también había poco donde elegir si nos olvidábamos de las marcas japonesas. Desde EEUU llegó el exótico Chevrolet Bolt y Opel Ampera, híbridos enchufables en serie o coches eléctricos con autonomía extendida, según gustos.
Pegamos un salto hasta el presente, 2023, cuando el ciudadano común ya está acostumbrado a ver coches eléctricos en las grandes ciudades. Ya no se asusta al ver cómo un coche se mueve sin hacer ruido. Hasta empiezan a tener unas mínimas nociones del producto, ya distinguen los 100% eléctricos de los híbridos, los que se enchufan y los «autorrecargables».
Cuando un ciudadano común se quiere comprar un coche eléctrico, va a los concesionarios de la marca adecuada, porque algunas adolecen todavía de producto, y los puede ver y tocar. Ya no es algo exótico de otro país lejano. Ya no es tecnología del futuro, es del presente. Se han introducido en nuestra realidad y su exotismo está ahí, pero ya se valoran como una opción más (incluso la única).
En algunos lugares, mensajes contradictorios o ambiguos de los políticos han causado en el ciudadano una confusión. Hay gente que cree que comprarse un coche de combustión abre un escenario incierto en el que un político le puede poner pegas a la circulación. Todos los gasolina y los diésel entran el mismo saco, dando igual los que tienen 20-25 años de los que tienen los sistemas antipolución más avanzados. ¿Qué más da?
Ya ha quedado ahí el miedo a que las reglas de juego cambien a posteriori. Los mismos que compraron diésel porque les dijeron que eran ecológicos -emitían poco CO2, y eso sigue siendo cierto- luego se han topado con los problemas de los distintivos ambientales. Claro, cómo iban a saberlo, pero ya han visto que los políticos se la pueden liar -obviando cualquier razonamiento detrás de esas decisiones, que los hay-.
Hay vendedores que hablan abiertamente de un tipo de cliente que solo quiere un coche con etiqueta CERO o un ECO, y a partir de ahí es cuando elige. Aunque la mayoría de la población compra modelos de combustión, el porcentaje de enchufables sigue al alza y han destronado a los diésel (combinando híbridos enchufables y eléctricos). Normal, la oferta de los diésel no para de caer, no se puede comprar lo que no se vende.
Si una marca está dando meses de espera por un modelo, otra lo tendrá con disponibilidad inmediata, incluso pudiendo elegir el color. Es más fácil que nunca comprar un coche eléctrico, y la distancia de precio con los térmicos se sigue lijando -estos últimos han subido y su ventaja ya no es tal-. Añadamos al cóctel precios de gasolina y gasóleo totalmente disparados (ya coqueteamos con las 300 pesetas por litro en la escala de los boomers).
Desde junio de 2020, el SMI en España es de 1.050 euros al mes
Un salario mínimo da para llenar 10-11 veces un coche con depósito grande, o lo que es lo mismo, llenar un Ford Mondeo puede sacarle a alguien con el SMI casi el 8-10% de lo que gana en un mes. Un puñetero depósito. Como para no pensarse lo de los enchufables. Al cliente sibarita que sabe lo que compra o viene informado de casa, se le añade el ciudadano común que quiere bajarse de ese tren, el de los costes y el de las incertidumbres.
Llegados hasta este punto, queda mucho trabajo por hacer, mucha pedagogía, para erradicar creencias desfasadas o muy discutibles en 2023, como que no hay dónde cargarlos, que las baterías se tienen que cambiar (como el que piensa en embragues), «esto no tiene autonomía», etc. Muchos, cuando realmente entienden las cosas, ya lo ven de otra forma, y el que se lo puede permitir, pues da el salto. Como para no darlo.