El hidrógeno y sus "colores", que indican su procedencia
El elemento más abundante del universo es, a su vez, el más simple de la tabla periódica y el más promiscuo de cuantos hay. Por eso, rara vez está libre o en configuración de molécula (H2), y en la Tierra siempre está combinado con algo.
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Publicado: 28/09/2022 22:00
El hidrógeno es el combustible del futuro, aunque lleva con nosotros desde el principio del universo. En realidad, hay que hablar de él como un vector energético, no como una fuente de energía que esté disponible. Para obtener hidrógeno siempre hay que separarlo de otros compuestos, lo cual requiere energía para romper los enlaces químicos.
Aunque el hidrógeno es absolutamente incoloro e invisible al ojo humano, existe una clasificación por colores para entender de dónde procede. Estos colores no se los va inventando el personal por ahí, tienen una procedencia, el Consejo Norteamericano por la Eficiencia en el Transporte (NACFE), que ha establecido esta clasificación.
A ver cuántos te sabías de memoria:
Los colores del hidrógeno
Verde: Obtenido a partir de hidrólisis (ruptura de enlaces de agua) con electricidad obtenda exclusivamente de energías renovables como solar, eólica, geotérmica, etc. Al usarse energías renovables, no se libera carbono, únicamente oxígeno molecular, por lo que es un proceso medioambientalmente sostenible.
Azul: Obtenido a partir de cadenas de hidrocarburos (contienen hidrógeno, carbono y oxígeno) de origen fósil, por lo que hay emisiones asociadas de CO2 que podrían liberarse a la atmósfera. Sin embargo, si es azul significa que el CO2 sobrante se captura o se emplea para otros procesos, pero no queda liberado.
Gris: El método más utilizado hoy, reformado de gas natural con vapor, el hidrocarburo más simple que existe. No es un método ni ecológico ni económico, porque se libera CO2 a la atmósfera.
Rosa: Al igual que el verde, se emplea electrólisis a partir del agua, pero la fuente de energía es la fisión nuclear o (esto ya es teórico) fusión nuclear. La producción de energía nuclear apenas genera emisiones, aunque sí hay residuos radioactivos que requieren un tratamiento porque los isótopos duran desde días hasta miles de años.
Turquesa: producido a partir de la pirólisis del metano, es decir, la ruptura térmica de la molécula de CH4. No libera CO2, pero sí hollín, así que tampoco es un método muy limpio que digamos.
Marrón o negro: obtenido a partir del carbón usando procesos de gasificación con energía fósil. Altamente contaminante y tampoco útil en la transición ecológica. El peor de todos, si lo preferís así.
Amarillo: aquí hablamos de una mezcla, porque es hidrógeno obtenido a partir de hidrólisis pero con una fuente variada de energías, renovables y fósiles, así que hay emisiones de CO2 en función de qué parte haya de cada. Ante la duda, el hidrógeno verde podría ser amarillo si se obtiene de la red eléctrica común.
Blanco: en este caso el hidrógeno no es un producto buscado, sino un residuo. Algunos procesos industriales liberan hidrógeno. Este gas se puede liberar tranquilamente a la atmósfera, que ya se combinará con lo primero que pille, o se puede transportar o almacenar.
Oro: fuera de la clasificación de la NAFCE, lo ha denominado así una empresa privada, Cemvita Factory. Mediante procesos de digestión anaerobia con bacterias, a partir de hidrocarburos se puede obtener hidrógeno, y se libera CO2 como residuo. No obstante, la empresa en cuestión tiene un método para quedarse únicamente con el hidrógeno y devolver el resto a donde ha salido, yacimientos fósiles ya explotados.
En definitiva, nos importan dos características del hidrógeno más allá de su densidad energética, poder calorífico, etc. Nos importa tanto su precio, marcado por el coste de su producción, transporte, almacenamiento y margen comercial, y cuánto contamina.
Visto lo visto, está claro que el hidrógeno es totalmente ecológico cuando es verde, blanco o -si Cemvita está en lo cierto- de oro. En esas condiciones sí podemos hablar con propiedad del hidrógeno como el combustible del futuro y un medio de descarbonización.