El parabrisas es la pantalla multimedia del futuro
Actualmente las lunas de los vehículos cerrados no tienen grandes sofisticaciones, la protección contra ruptura, tintado y, en casos muy extremos, blindaje. En los próximos años empezaremos a ver funciones nuevas en las lunas, tanto en el parabrisas como en las ventanillas.
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Publicado: 01/05/2020 21:00
Hace más de 30 años que apareció la primera aplicación automovilística de head-up display (HUD), un elemento de información que ya era conocido en aeronáutica. Se instaló por primera vez en el 1988 Oldsmobile Cutlass Supreme, un turismo de alta gama americano. En los últimos años hemos asistido a su popularización.
Aquella primera versión ya era capaz de proyectar sobre el parabrisas la velocidad, si se han accionado los intermitentes, luces de largo alcance o si ha saltado la reserva. En realidad, el conductor captaba la imagen mediante una ilusión óptica y creía verla de lejos, para no cansar su vista.
Actualmente los HUD dan básicamente la misma información, aunque pueden dar también indicaciones del navegador, cómo conducir de forma más eficiente o que está entrando una llamada por el teléfono. Son pantallas pequeñas y que ayudan al conductor a no bajar la vista al tablero, lo cual redunda en la seguridad activa.
Pero las cosas son muy diferentes en la actualidad. Los coches autónomos van a eliminar la necesidad de estar atentos a la carretera, bien porque reemplazan al conductor temporalmente o porque son capaces de conducir completamente de forma autónoma. Para combatir el aburrimiento, las lunas empezarán a proyectar imágenes sobre ellas.
La tecnología que está en desarrollo permitirá hacer varias cosas, como oscurecer los cristales para reducir la entrada de luz, proyectar imágenes que facilitan la interpretación del entorno (realidad aumentada) o abstraer a los ocupantes por completo del exterior para convertirse en pantallas al uso para entretenimiento o decoración.
El progresivo acceso al mundo automovilístico -como conductores- de las generaciones más jóvenes en alcanzar la edad adulta presiona a los fabricantes para ofrecer más contenidos similares a los que puede ofrecer un teléfono con pantalla táctil o una tableta. Los nacidos a partir del año 2000 no pueden vivir sin sus smartphones.
En otras palabras, las lunas pueden convertirse en televisores donde se podrán ver contenidos multimedia (películas, series...), realizar videollamadas, recibir información de la zona que se está recorriendo, simular una atmósfera visual sin relación con el exterior, etc. Y estas pantallas podrían reaccionar al tacto o mediante gestos.
De acuerdo a la opinión de expertos consultados por Carglass, el parabrisas se convertirá en una parte esencial de los interiores de los futuros modelos. No hará falta seguir ampliando el tamaño de las pantallas -como ocurre, por ejemplo, con el Honda e- ya que las propias lunas podrían desempeñas las mismas funciones, incluyendo las laterales. Ya hay prototipos con este enfoque, como el Volvo 360c.
En los coches autónomos la prioridad será el entretenimiento de los pasajeros, mientras que en aquellos modelos que permitan conducción semiautónoma y conserven sus mandos, la información estará más orientada a reducir los tiempos de decisión del conductor mediante aportes de información que complementen a lo que esté viendo.
Por ejemplo, con la realidad aumentada se pueden ver las indicaciones del navegador, si hay algún peligro que no se ha visto previamente (como un peatón en la oscuridad), información sobre la autonomía... El entretenimiento del conductor estará ligado exclusivamente a la conducción automática, de otra forma sería un evidente riesgo para él y para terceros.
Las imágenes proyectadas podrán ser de dos dimensiones (planas) o tridimensionales (3D) para crear distintas ilusiones ópticas
Las llamadas de teléfono solo a base de audio pueden convertirse rápidamente en una rareza, ya que se podrán realizar videoconferencias con una buena calidad de imagen y sonido gracias a la conexión por 5G. Además, se podrá filtrar la información que se proporciona al conductor dependiendo de su nivel de concentración percibido mediante sensores.
Hasta aquí, todo lo bueno de la tecnología. ¿Y las pegas? Evidentemente el coste de reemplazar un cristal será sensiblemente superior, y las aseguradoras empezarán a aplicar primas más costosas si se aseguran las lunas. En el caso de que haya que reemplazarlas habrá que realizar labores de calibración y prueba, no un simple reemplazo de piezas. Con el tiempo, esos inconvenientes se irán aliviando según se democratice esta tecnología.
Fuente: Carglass