Elon Musk y Twitter: ¿la zorra al cargo de las gallinas?
Una de las compras empresariales más caras de la historia la ha protagonizado Elon Musk, CEO de Tesla. El magnate se ha gastado una cantidad indecente de dinero, 44.000 millones de dólares, en comprar para sí mismo -sin más accionistas- la red social Twitter.
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Publicado: 11/11/2022 22:30
Un buen día, un tal Elon Musk propuso comprar Twitter, luego dijo que compraría Twitter, y después de recoger cable por el tema de las cuentas falsas y otras consideraciones, tuvo que comprar Twitter. Finalmente, entró a las oficinas con un lavabo (es por humor anglosajón) y empezó a echar a la cúpula directiva. Así, a modo de resumen.
No parecía una locura tan gorda viniendo de alguien que cofundó PayPal, convirtió Tesla en una de las principales pesadillas de la industria del motor convencional y de las compañías petroleras, quiso taladrar las ciudades con túneles de alta velocidad, llenar los tejados de placas solares, servir de subcontrata de la NASA o crear una nueva red de Internet con satélites de órbita baja. Es de excentricidades y negocios de altos vuelos.
Su última apuesta ha sido convertir a Twitter en un bastión de la libertad de expresión, pues se declara a sí mismo como un absolutista que la defiende, pero es un arma de doble filo. De la libertad de expresión se puede abusar, y debe tener unos límites. El debate ahora está en dónde han de ponerse esos límites, y no solo refiriéndose a la legislación aplicable.
Elon Musk ahora tiene inevitablemente recursos mentales dedicados a la cuestión de Twitter: averiguar los secretos de sus algoritmos, aligerar una plantilla que considera sobredimensionada y que teletrabajaba más de lo que quería, rentabilizar una red que no se sostiene a base de anunciantes, construir otra política de moderación de contenidos... e incluso crear una versión Premium de la red social de microblogging.
En la era de la corrección política los anunciantes son reacios a que su imagen se vea manchada con polémicas, pues temen más que nunca sufrir el fenómeno de la «cancelación». Varios fabricantes han retirado de forma preventiva sus anuncios en Twitter a la espera de que se clarifiquen las cosas, pues se ha instaurado un pequeño caos.
Miles -por no decir millones- de usuarios han puesto a prueba a los nuevos gestores de Twitter con el abuso de palabras malsonantes, como el equivalente inglés a «negrata», meter en un tuit varias teorías conspirativas y en general trolear como nunca. Una nueva zorra está al cuidado de las gallinas, si se me permite decirlo (es una fábula, que nadie se me ofenda, por favor). Eso sí, Twitter tiene más uso que nunca, según Musk.
Mientras Elon Musk intenta convencer a los usuarios de mayor relevancia en la red social -con el check azul- que deberían contribuir con 8 dólares al mes, una cantidad más simbólica que monetariamente relevante, una sangría de ingresos publicitarios no le viene precisamente bien. Mayor descuadre de las cuentas, vaya.
Musk aseguró a los competidores que Twitter va a ser justa con todo el mundo y que no tratará de beneficiar a Tesla, que aún la dirige. Si bien es cierto que Tesla no se ha gastado un duro centavo en publicidad ni en patrocinios, hay que reconocer que Twitter le ha servido como un vehículo para darse a conocer, y el trabajo se lo han hecho millones de personas a cambio de nada.
No es precisamente infrecuente que Tesla se convierta en tendencia, ya que al tráfico habitual de esta palabra clave se le suma lo relacionado con el fabricante de automóviles. Recordemos que Tesla viene de Nikola Tesla, un científico e inventor que ha pasado a la Historia de forma regulín regular a pesar de todo lo que nos aportó. Entre unas cosas y otras, pues es fácil que sea tendencia.
Si nos acordamos de los últimos resultados financieros de Tesla, que solo fueron los segundos mejores de su historia, no fueron precisamente un espaldarazo de los inversores. Esperaban más: más beneficios, más entregas... la exigencia para la automovilística es máxima aunque no sea, ni de lejos, la que peor lo está haciendo. Sí, ha caído mucho en bolsa, pero como otros tantos valores del NASDAQ.
¿Distraerá Twitter a Elon Musk de otros tantos meganegocios? ¿Podrá capitalizar esta adquisición en pro de la libertad de expresión y sus empresas, o tendrá que seguir vendiendo miles de millones de dólares en acciones para reponerse de una compra de 44.000 millones? ¿Se ha metido Musk en un lodazal? ¿Saldrá limpio o le pasará una factura que no pueda pagar?
Ahora mismo la competencia tiene la sartén por el mango con el tema de los anuncios, y pueden apretarle el nudo de la corbata a Musk más que de costumbre. Puede que lo hagan por temas de política empresarial o simplemente por fastidiarle. Hay otras redes sociales más allá de Twitter y no las controla uno de sus competidores. Veremos qué pasa...